-Mierda –susurro cuando Trevor vuelve a embestirme.
Este es el tercer round en toda las tarde-noche.
Trevor sale y entra de una manera dura, rápida; hace que muerda mi labio tan fuerte, mi espalda choca de mil maneras la pared. Me encanta.
-¿Te gusta? –y me gusta aún más cuando comienza a hablarme... sucio.
-Demasiado –logro decir, recibiendo otra estocada dura.
-Me encanta sentir como me absorbes –me penetra tan gloriosamente –mierda, Lara, me vuelves loco.
Trevor mete una mano entre nosostros y comienza a jugar con mi clitoris, me agarro más fuerte de sus hombros, mientras gimo.
-Mierda, Trevor.
-¿Quieres correrte? –asiento –Aún no –me tenso –controlalo, Lara.
Trevor comienza a moverse más rápido. Se escucha nuestros cuerpos chocar, mi respiración al igual que el latir de mi corazón son muy agitados y rápidos. Clavo mis uñas en sus hombros sintiendo una presión en mi centro tan grande.
-¡Trevor! –grito y no me importa si me deja o no correrme, igual lo hago, y lo hago de una forma tan fuerte que siento a mi cuerpo romperse en mil pedazos. Creo que tres rounds son suficiente.
***
Me despierto por los golpes en la puerta. Gruño. Estoy boca abajo.
-Trevor, ¿puedes abrir la puerta? –susurro, intentando volver a dormir. Los golpes siguen y yo deslizo una mano a mi lado izquierdo, sólo para darme cuenta que él no está.
Me levanto, gruñendo y maldiciendo a Trevor internamente. ¿En dónde está?
Me dirijo hasta la puerta, chocando con algunas cosas; aún no estoy despierta del todo.
-¿Quién? –digo muy molesta y los golpes cesan, pero nadie responde. Eso es extraño.
A paso rápido me dirijo hasta la cocina y tomo el primer cuchillo que veo. Al salir de la cocina me fijo en una nota encima del mesón. Me hago una nota mental en verla luego.
Vuelvo a la puerta, decidida y con mucha confianza.
-¿Quién? –vuelvo a preguntar, pero, al igual que la otra vez, nadie responde. Poso mi mano sobre la manija de la puerta. Dejo ir todo el aire, mientras agarro más fuerte el cuchillo.
Con sumo cuidado abro la puerta, esperando algún movimiento, pero nada. Termino de abrir completamente la puerta y verifico que no hay nadie allí afuera. Maldigo al chistosito que toco mi puerta. Me doy vuelta dispuesta a entrar, pero entonces una voz hace que pare.
-Ahora vives aquí –trago saliva – ¿puedo pasar?
-¿Qué quieres? –agarro con más fuerza el cuchillo.
-Hablar –su aliento pega en mi oreja y me estremezco. Tengo miedo.
-No hay nada de que hablar –trato de sonar segura, mientras rezo a todos los dioses para que manden a Trevor.
-Te equivocas –siento su mano tomar mi antebrazo y apretar lo suficiente como para hacerme tirar el cuchillo –¿quieres saber la verdad?, ¿quieres... saber lo que realmente hacias? Porque yo sé todo.
Siento mi bilis subir por mi garganta y procuro tratar de retenerlo ahí. Es asqueroso.
-Vamos, Lara, sé valiente y mírame –me resisto a hacerlo.
-Vete –susurro, controlando mi curiosidad.
-Tienes miedo –asegura –miedo de saber la verdad.
Bingo. Martín dio justo en el clavo.
-No me conoces –él se ríe, me da vuelta y me levanta sin ninguna dificultad.
-Te conozco incluso mejor que tú misma –su aliento hace que me maree. Es asqueroso.
-Sueltame –also mi voz unas cuantas octavas.
Martín me mira con odio.
Siento a mi corazón latir malditamente rápido.
-¡Ese hijo de puta no te merece! –grita y me lanza haciendo que me golpee contra la pata de un sofá. Jadeo ante el dolor que aparece en mi espalda. Entonces él abanza hasta mi y yo trato de moverme, correr, huir de él; el dolor gana y no me deja ni siquiera moverme unos metros hasta que él me agarra del cabello y jala haciendo que lo mire a sus asquerosos ojos –todos esos hijos de puta no saben lo que tienen en sus manos –trato de buscar el cuchillo que tenía antes en mis manos, mi visión es un poco borrosa, ¡me dificulta la puta tarea!.
-Tu eres el hijo de puta –ni siquiera controlo las palabras que salen de mi boca. Martín ríe, me suelta, da media vuelta y hace ademán de moverse, pero se detiene en mitad de medio paso y vuelve a darse vuelta.
-Eres muy valiente para decirme esas cosas, mocosa de mierda –entonces da media vuelta y camina hasta el cuchillo tirado en el suelo –pero no permito que una mocosa de mierda se atreva a si quiera alzarme la voz –entonces se acerca a mí a paso largo. Llega a mi y pone la punta del cuchillo en la esquina, sin presionar...aún.
-Si no la sueltas en menos de un maldito segundo, no me voy a arrepentir de partirte el culo con el mismo jodido cuchillo –la voz tranquila con la que Trevor lo dice, hace que toda yo me erize y que Martín se tensa, pero lo tapa inmediatamente con una sonrisa asquerosa.
-Mira –me dice Martín, tomando de nuevo mi cabello y alzando mi cabeza para mirar a Trevor. Me sorprende no estar llorando –tenemos espectadores –y se ríe. Trago saliva al ver que Trevor se acerca sin basilar –ni siquiera lo intentes, no queremos heridos, ¿verdad? –siento el cuchillo presionar un poco. Miro a Trevor con miedo.
-No quiero tu sucia sangre en mi casa –habla Trevor, tranquilo, como si yo no tuviera un maldito cuchillo en el filo de mi boca. Martín vuelve a reír.
-Eres ridículo –Martín me mira, trago saliva. Siento que me voy a orinar encima –tienes un novio ridículo –entonces Martín deja mi campo de visión y veo a Trevor encima de Martín, el cuchillo a un lado y siento un poco de sangre en mi labio. Me cortó, sólo un poco.
No me preocupo en separar a Trevor y Martín. No me preocupo por el corte en el labio. Menos aún del cuchillo en el suelo.
Cierro la puerta del departamento. Voy a nuestra habitación mientras escucho algunos jadeos de Martín y uno que otro grito de Trevor.
Mis manos tiemblan y comienzo a buscar la Magnum que Trevor tiene guardado en el armario. La encuentro de milagro y verifico que esté cargada.
No tengo ni idea de que hacer con esa arma. El dolor en mi espalda me esta cobrando factura.
Regreso al lugar donde hay "acción" y veo a Trevor de pié dando un último puntapié a Martín que se encuentra en el suelo de espaldas a mi.
-Vamonos –susurro, sorprendiéndome de mi misma. No lloro, sólo tiemblo.
Trevor me mira a los ojos y luego al arma que está a mi lado derecho. Asiente lentamente, mientras va a nuestra habitación, se demora un poco y yo vigilo a Martín, aunque creo que no es necesario, Trevor hizo un muy buen trabajo en dejarlo inconsciente.
-Vamonos –siento su mano en mi cintura y me derrumbo. Siento las lágrimas correr por mis mejillas, dejo salir toda la tensión.
Esto es una mierda.
-Lo siento –escucho su voz y lloro aún más. Trevor levanta mi barbilla y me mira con ojos preocupados –no llores, porfavor, me matas lentamente, es como si cada lágrima que cae de tus ojos se enterraran en mi corazón como dagas.
Lo abrazo, aún con el arma en mi mano.
-Te quiero –le digo, él me abraza aún más.
-Yo te amo, Lara.
ESTÁS LEYENDO
HAZME PECAR
RomanceÉl siempre estuvo sin que ella lo supiera. Él regresó para hacerle recordar, porque no sólo él la necesitaba, sino los del grupo igual. Tal vez ambos necesiten recordar como solían pecar, pero las cosas tienen que ser como antes: lento, paso por pas...