-¡Pero mamá! –esa era mi voz rogando a mi madre, en mitad del supermercado.
-Pero nada Lara. He dicho que no y punto –esa era mi madre a punto de colapsar.
-Mamá, si tuviera dinero, sabes que no te lo pediría –cruzo mis brazos y pongo los ojos en blanco.
-Entonces ponte a ahorrar –mi madre estaba debatiendo internamente qué tipo de olla llevarse.
-Lo estoy haciendo –digo en un susurro, las personas comienzan a escuchar nuestra conversación.
-Bien, ya era hora –mi madre ahora tenía una olla negra Umco llana y otra olla negra igualmente Umco pero con dos franjas plateadas en el centro -¿Cuál te parece mejor?
-¡Mamá! –Alzo de nuevo mi voz –solo tengo ahorrado setenta y cinco centavos –me rio al decir eso, al igual que el señor que pasa con su carrito de compras.
-¡Dios Lara! –Mamá también ríe conmigo al igual que el señor –creo que la que tiene rayitas se ve mejor
-Mamá, me siento hueca –le digo viendo que mi madre se desvió de nuevo del tema.
-Lara, no es para tanto, solo es un libro –lo dice como si nada –Lara, hablo en serio cual prefieres.
-Solo es una olla –le contraataco con lo mismo.
-¡Lara Samantha Sykes! –grita mi madre y llamamos de nuevo la atención.
-Mamá, una olla no va a alimentar mi inteligencia –le digo
-No, tal vez no tu inteligencia, pero si tu estómago
-Mamá, por favor, te estoy pidiendo un libro, un libro –levanto mi dedo índice para enfatizar el “uno” – No te estoy pidiendo para, para… ¿condones? –fue lo primero que se me ocurrió.
-¡Lara Samantha Sykes! –de nuevo dice todo mi nombre y ¡Hey! ¿Ese es el señor que se rio de mis setenta y cinco centavos?
-Ves, es un libro, es algo que me sirve.
-Lara, ya lees mucho en internet, ¿no crees? –mamá ahora me mira alzando su perfecta ceja depilada.
-Sí, pero no es lo mismo, mamá cuando leo por internet me estoy quedando cada vez más ciega y no es lo mismo –mamá pone sus ojos en blanco y ríe –pero, cuando tengo mi libro, es como la gloria: lo siento en mis manos, lo huelo, incluso se siente real la historia, me siento… poderosa –mamá vuelve a reír –Por favor, mamá ¿sí? –digo juntando mis manos.
-No, Lara –mamá da vuelta y sigue observando meticulosamente las ollas que se encuentran en la estantería.
-Bien, entonces ¿puedo comprarme un Snapple?
Mamá ni si quiera da vuelta, solo asiente y sigue con sus apreciadas ollas.
Doy media vuelta y comienzo con mi corto camino hacia el área de bebidas. En el fondo en la primera refrigeradora se encuentra mi preciado jugo: Snapple de kiwi y fresa. Estoy a menos de diez pasos para tocar la gloria. Por fin, abro el refrigerador y tomo mi precioso Snapple esta frio, muero por llegar a casa y acabármelo ya.
Corro hacia las cajas registradoras, mamá debe de estar por ahí, paso por las ocho cajas registradoras, pero nada. Comienzo a merodear por los pasillos, hasta que la veo por la sección de “frutas y verduras” conversando con un señor. Voy en dirección hasta ellos, mamá esta sonrojada y sonriendo: le gusta, y no está nada mal ese señor. Finalmente me acerco a ellos y a mamá rápidamente se le quita la sonrisa. Odio que mamá piense que no voy a aceptar algún novio de ella.
-Lara, ¿conseguiste el jugo? –me pregunta notablemente incomoda.
-Si, aja –le digo, pero mi atención, mejor dicho, curiosidad cae sobre el señor-dos-metros-con—sonrisa-despampanante que al igual que yo, me mira con curiosidad.
-Lara, este es Roberth, Roberth esta es Lara, mi hija.
-Un gusto –digo yo mientras le tiendo una mano, esperando para que la estreche. Pero grande es mi sorpresa cuando él me abraza. Esto es raro.
-El gusto es todo mío –me dice y yo a duras penas le devuelvo el abrazo.
Cuando nos separamos, mamá esta con una gran sonrisa, y yo estoy aún más confundida. Miro a mamá y ella solo asiente.
-Lara, él es un viejo amigo de la universidad –me dice y ahora voy encajando algunas piezas del rompecabezas.
-Sí, tu mamá habla mucho de ti –me dice y el ahora señor-dos-metros-con-sonrisa-despampanante-llamado Roberth mira a mi madre con ese brillo en los ojos del que tanto mis novelas leídas me han relatado. Es hermoso.
-Bueno, mamá, si quieres puedo yo seguir haciendo las compras, pagarlas y llevarlas a casa, tengo las llaves de la casa, ¿podrías darme las de la camioneta?
-No, Lara, como se te ocurre, solo estábamos saludándonos –pero mi mamá ni siquiera me mira cuando habla.
-Mamá, solo dame el dinero y las llaves de la camioneta –Roberth me mira desesperado, quiere ayuda.
-Pero Lara –dice mi madre.
-Mira, Elizabeth, bueno yo…hmm…yo quisiera invitarte a dar un paseo, claro si tú quieres –le dice Roberth con sonrojo en su cara. Sin duda ambos se gustan.
-Yo… –mamá también necesita ayuda.
-Ella acepta –tomo la cartera de mamá saco suficiente dinero y la llaves de la camioneta, le devuelvo la cartera y mamá me mira estupefacta. Le doy un guiño a Roberth y el me lo agradece con una sonrisa –solo no llegues tan tarde –le digo a mi mamá y con eso tomo el carrito de compras y desaparezco de la escena romántica.
Desde que papá murió, mamá ha sido pretendida por muchos hombres, demasiados, pero, mamá tiene ese miedo de que yo no acepte a ninguno de ellos. No entiendo de donde saco eso. Mamá es hermosa, tiene un cabello extraordinariamente hermoso, de color castaño y es rizado; es de estatura normal, pero eso no impide que tenga unas exuberantes curvas, tiene una que otras pecas en su cara, también tiene ojos color café oscuro, y tiene divinamente depiladas esas cejas. Mi madre sin duda alguna es realmente preciosa.
Termino de hacer la lista de compras y me dirijo a las cajas registradoras, busco la que menos gente tenga: ninguna. Me pongo detrás de un señor notablemente aburrido por la espera. Esto va a ser largo según veo a la viejita que está descargando su carrito lleno de productos. Sí, esto va a estar largo.
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HAZME PECAR
RomanceÉl siempre estuvo sin que ella lo supiera. Él regresó para hacerle recordar, porque no sólo él la necesitaba, sino los del grupo igual. Tal vez ambos necesiten recordar como solían pecar, pero las cosas tienen que ser como antes: lento, paso por pas...