Capítulo 31

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Me encuentro en una carretera, el sonido del motor del Mustang de Trevor es lo único que nos acompaña.

-Mierda, Lara, ¿no lo entiendes? -siento a Trevor tras de mí. Muerdo mi labio y tarto de no derramar las lágrimas que comienzan a picar en mis ojos. Trevor posa sus manos en mis brazos y yo me hago para adelante. Trago saliva, sólo ese toque hace tensarme. Escucho que Trevor deja salir todo el aire de sus pulmones. Doy media vuelta y lo veo. Hace que mi corazón comience a romperse poco a poco, se ve destruido. Como yo me siento. Aprieto mis puños, tratando de reunir todo el valor que necesito para enfrentar nuestra situación.

-Tal vez entendiera si dejarás irme -sus ojos azules chocan con los míos. Una lágrima se escapa de su ojo y eso hace más difícil la situación.

-Te necesito a mi lado -susurra -eres lo único bueno que tengo en mi vida, eres la razón para llevar un buen camino. Lara, sé que soy un idiota, un idiota jodido, sé que las probabilidades de que falle son muchas, pero cada que te veo sé que por lo menos hay otra probabilidad de que recapacite y comience a hacer las cosas bien. Tu eres como el sol, sin ti no habría vida, mierda, sin ti no sabría como vivir, sin ti sería como vivir en el espacio, en la oscuridad, en la soledad -mis lágrimas comienza a estorbar en mi visión, hacen que me pierda el azul de sus ojos - Reuní todos los pedazos de mi corazón y traté de soldarlos, para que tuviera un mejor aspecto para ti. -Trevor hace una pausa, se aclara la garganta y se acerca todo lo posible a mi -Si pudiera hablar con Dios lo haría y lo único que pidiera sería ser lo suficiente para ti. -Trevor derrama lágrimas que son como dagas a mi corazón -No permitas que regrese a la oscuridad y soledad. No dejes de ser mi sol.

Cuando abro los ojos veo el techo de un auto, me duele la cabeza, mi costado derecho, mi cara y mi rodilla. Trato de levantarme pero una mano grande me detiene, gruño y trato de apartar la mano pero este insiste. El dolor de cabeza aumenta.

-Debes descansar, Lara, no es bueno para tu cuerpo los movimientos rápidos -tardo un tiempo en reconocer la voz masculina que hace que mi cabeza esté a punto de explotar.

-De acuerdo, Sebastian -siento un desierto en mi garganta. Bajo la mirada del techo del auto y Sebastian aparece en mi campo de visión -¿podrías darme un poco de agua? -él asiente, se hace para adelante y en menos de un minuto tengo agua pasando por mi garganta.

-Dime tu nombre, edad y lo último que recuerdes -Sebastian me mira fijamente y yo frunzo el ceño, ¿cree que perdí la memoria, de nuevo?

-Lara Sykes, veinte años, estaba en el edificio, apareció Martín y eso es todo -Sebastian asiente y sale del auto. Tarto de recordar algo más, pero no puedo.

-Bien, muy bien -sonríe Sebastian, me mira y comienza a hablar. -Esta bien, no hay perdida de memoria. Los daños son golpes fuertes en las costillas, labio inferior roto al igual que su ceja, la rodilla tiene un pequeño raspón, eso es todo.

-Oh Dios, gracias -esa voz, mis ojos se abren mucho, ¡es Andrea!

Lentamente me levanto, respiro ondo cuando siento el dolor en mis costillas. Sebastian se da cuenta y me ayuda. Sonrío como agradecimiento.

-Hola, ahí -sonríe Andrea, ayuda a sentarme. Miro más allá de Andrea, al edificio, a la organización. Todo está tan tranquilo. Claro que hay algunas ventanas con orificios, me imagino que por las balas. La miro de nuevo y trato de sonreír.

-Hola, ahí -repito su saludo. Me duele mi trasero, no quiero estar sentada. Trato de ignorar el dolor de mis costillas comienzo a salir del auto y Andrea rápidamente viene a ayudarme.

-Deberías hacerle caso a Sebastian.

-Debería, tu lo has dicho -Andrea ríe entre dientes, mientras me pongo en pié.

HAZME PECARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora