-Una cita, Lara, ¡es una cita! –Tengo que alejar el teléfono de mi oído para que Lily no me deje sorda – ¡Trevor no sale a citas!
-Lo sé –digo después de darme cuenta que estaba asintiendo a la nada.
-¿Ya sabes que ponerte? –Frunzo el ceño –voy por ti. En media hora –y con eso cuelga.
Sabía que esto iba a ocurrir. Lily siempre soñó con que yo tenga una cita y ella me iba a arreglar para quedar mejor que Afrodita, siempre le decía que ese día no iba a llegar y bueno… llego.
Nunca se dice de esta agua no beberé, buen dicho, muy buen dicho.
Le envié un mensaje a mamá diciendo que ya llegue a casa, que vine con “mi amigo” y también use un “posdata” tengo una cita con él. Lo que me sorprendió fue un rápido mensaje de respuesta en el cual decía con mayúsculas: ¡YA ERA TIEMPO!, solo reí ante eso. También, en ese mensaje, traía un “posdata” en la cual me decía que iba a llegar temprano y que me traería un vestido. Sabía que no tenía que protestar o tratar de quitarle esa idea a mamá, así que no lo hice.
Muy en el fondo sentía felicidad e incluso nervios de salir con Trevor. Estaba más que claro que él iba a ser mi primera cita, ¡él fue mi primer beso de verdad!
Me dirijo a la cocina, mi estómago ruge por algo de comida. Abro el refrigerador y encuentro vegetal, un yogurt, huevos y tres cajas de leche. Necesitamos ir de nuevo al supermercado. Abro la parte superior del refrigerador y me encuentro con latas de atún, filetes de pollo apanados y camarones. Cierro frustrada el refrigerador y voy hacia las alacenas. Abro la primera y encuentro muchos cereales, bufo molesta, abro la siguiente y encuentra solo polvos para condimentar la comida, abro la siguiente y me encuentro con platos y vasos. Resignada, regreso a la primera alacena, la abro y tomo un cereal, leo los ingredientes y veo que tiene granola, pasas, nueces, maní confitado y un montón de cosas más que, según la caja, va a dar un cambio radical a mi digestión, sonrió de lado, voy a la tercera alacena, saco un plato, tomo una cuchara y mi almuerzo va a ser un desayuno de granola, pasas, nueces y muchos cereales más. Creo que por eso soy muy delgada.
El timbre suena cuando estoy a punto de meter una cucharada del famoso cereal. Bufo realmente molesta. El timbre vuelve a sonar, esta vez más fuerte. Suelto la cuchara en el plato, me levanto y el timbre y, esta vez, golpes en la puerta, hacen que quiera darle una gran patada en el cráneo a la persona que esté haciendo eso. Estoy segura de que la puerta se va a caer por la fuerza de los golpes.
-¡Mierda ya voy! –grito y los golpes son más fuertes aun.
Llego al fin a la puerta y la abro. En menos de un minuto estoy en el suelo con Trevor y una no muy bonita arma a mi lado. Mi corazón da un salto. ¿Qué cojones pasa?
Trevor toma mis mejillas entres sus manos, él está agitado y según su tacto, también sé que está temblando.
-¿Qué esta… –pero me interrumpe con un abrazo.
-¿Estas bien? –me pregunta tocando mis brazos, su mirada pasa por mi cara, escaneándome, analizándome. Mi mirada está en la jodida pistola que tiene en su mano.
¿Va a matarme?
Tan solo pensarlo hace que la bilis pase por mi garganta a punto de salir.
-Trevor, ¿Qué haces aquí? –me doy cuenta que estoy temblando. ¡Ni siquiera nos hemos levantado del suelo! Dios, esto no es bueno, no es nada bueno.
-Lara, yo… –pero un ruido, mejor dicho disparos, paran su explicación. Trevor hace que me ponga boca abajo y me comience a arrastrarme hasta quedar detrás del sofá. Siento mi corazón latir a mil por segundo. Mierda.
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HAZME PECAR
RomanceÉl siempre estuvo sin que ella lo supiera. Él regresó para hacerle recordar, porque no sólo él la necesitaba, sino los del grupo igual. Tal vez ambos necesiten recordar como solían pecar, pero las cosas tienen que ser como antes: lento, paso por pas...