-¿Quieres apostar? –Trevor estaba en frente de mí, con su maldita sonrisa-destroza-bragas, cruzado de brazos, mostrando orgullosamente su tatuaje.
-¿Quieres perder? –lo reto, alzo mi ceja y sonrío.
-Lara, nunca pierdo.
-Para todo hay una primera vez, Trevor.
-¿Quieres probar que conmigo no funciona? –lo pienso por dos segundos.
-¿Qué quieres?
-Te quiero a ti, en lencería –sonrío muy ampliamente.
-Bien, a mí y en lencería.
-Entonces, enciende esa chatarra, que según tú, llamas auto.
-¡Vas a perder, Trevor! –grito y rio.
Rápidamente me subo al Mitsubishi Lancer plateado; Tony me lo regaló en mi cumpleaños número doce; en los tres años que he conducido este hermoso auto, todas las carreras he ganado.
El auto de Trevor se estaciona unos cuantos metros, a mi lado derecho, él pita y lo miro, es hermoso, no cabe duda de ello, pero es un jodido mujeriego, ¿Por qué todos los guapos piensan que pueden tener a todas las mujeres a sus pies?
-¡¿Lista para perder?! –me grita y yo sonrío aún más. No contesto – ¡A las tres! –vuelve a gritar sobre el ruido de los motores. Yo asiento, lo miro, sigue con la maldita sonrisa.
Levanta el dedo índice, después el medio y el anular. A correr.
Pongo primera y acelero mientras suelto el embrague, la velocidad aumenta y yo sin miedo sigo apretando el acelerador, mientras pongo los cambios de marcha. La adrenalina pasa por mi cuerpo y por el rabo de mi ojo veo a Trevor con la vista al frente y con la sonrisa autosuficiente-destroza-bragas.
La pista es de 20 kilómetros, con curvas cada 5 o 7 kilómetros. Mi pie sigue aplastando el acelerador y mi mano se encarga de los cambios. Como es de costumbre, nunca corremos los 20 kilómetros, en el kilómetro 17, damos una vuelta en “U”, bastante peligrosa, y seguimos avanzando. Estamos a 4 kilómetros de la vuelta en “U”.
Acelero un poco más, Trevor esta justo a mi lado, quiero ganar.
Tres kilómetros para la vuelta en “U” y Trevor y yo seguimos a la par. Aprieto el volante con todas mis fuerzas, mientras muerdo mi labio inferior. El viento, que entra por las ventanas, hace su trabajo y me da un poco de ventilación. Doy gracias por ello.
Dos kilómetros para la vuelta en “U”, ciento que mis dedos pican mientras agarro el volante con una mano y con el otro pongo la marcha. La adrenalina se ha apoderado de todo mi cuerpo, incluso pienso que en vez de circular sangre, me circula adrenalina.
Un kilómetro para la vuelta en “U”, entonces me preparo para la vuelta en “U”, tiene que salir bien, de esta vuelta depende si ganas o pierdes. Por lo general, la mayoría de personas siempre se retrasan en estas vueltas y es ahí cuando pierden.
Pasamos el letrero que nos dice que estamos en el kilómetro 17, sonrió de lado, mi mano derecha jala el freno de mano, mientras mi mano izquierda da vuelta al volante. El polvo se levanta del pavimento junto con el humo que hacen las llantas, entonces vuelvo a acelerar. Con el rabo de mi ojo veo el auto de Trevor hacer lo mismo que yo hice, sonrió ampliamente, ahora yo estoy a la delantera. Por pocos metros.
Siento el frio del viento que pasa por mi sudorosa frente y pasa por mi camiseta llegando hasta mi espalda, mi piel se eriza por completo. Miro el retrovisor y Trevor esta tras de mí. Trevor giro a la izquierda, intentándome rebasar, pero yo lo impido, ahora Trevor vira a la derecha y yo vuelvo a impedirlo. Trevor pita y yo saco mi dedo corazón por la ventana y rio.
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HAZME PECAR
RomanceÉl siempre estuvo sin que ella lo supiera. Él regresó para hacerle recordar, porque no sólo él la necesitaba, sino los del grupo igual. Tal vez ambos necesiten recordar como solían pecar, pero las cosas tienen que ser como antes: lento, paso por pas...