El ascensor llega a su destino y yo salgo sin que él me lo diga. Trevor sin mirarme se dirige al pasillo hasta el fondo, vuelve a tomar sus tres llaves y en la última puerta a la derecha la abre. Yo solo lo sigo con la mirada. Ni siquiera se dio cuenta de que no lo seguí. Pongo mis ojos en blanco y me mantengo firme en mi decisión de no entrar. Lo escucho hablar, y mover algunas cosas, incluso creo que abre y cierra una puerta, cuando lo veo salir de su apartamento, nuestras miradas se conectan, el me mira con el ceño fruncido. Se acerca hasta mí y tengo que alzar mi cabeza para seguir mirándolo a los ojos.
-Vamos –dice, pero ni él ni yo nos movemos. Él sonríe de lado y pasa su mano por mi mejilla, seguimos mirándonos, sus ojos azules me hipnotizan –vamos –vuelve a decir y esta vez soy yo la que no hace nada. Trevor toma mi mano y prácticamente me arrastra para que me mueva. Sigo en idiotalandia.
Cuando por fin salgo de lapso, me doy cuenta que estamos saliendo del edificio y tomamos rumbo hacia un garaje no muy lejos. Un joven sale de una pequeña casa y nos saluda con un ya familiar “Señor Kross, señorita”
Veo un centenar de autos en este lugar, pero no son autos comunes y corrientes, son esos autos que solo ves en revistas, de esos que con solo ver los precios ya estás pensando en ir por el resto de tu vida en taxi o bus.
Trevor vuelve a jalar de mi mano, y nos movemos. Veo que Trevor presiona un botón y ante mí un gran Jeep Compass 2013 color blanco aparece con las luces parpadeando. Miro a mis lados y no hay nadie, solo somos Trevor, el joven y yo. Trevor me mira divertido.
-Dime que no es tuyo –le digo mientras señalo el gran auto. El solo ríe y asiente.
Trevor sube al auto, y desde allí, me mira. Me siento pequeña, es como ver a mi verdugo en su territorio y yo siendo su víctima.
-Lara, ¿vas a subir? –me pregunta el.
-No creo que pueda subir en eso – ¿Cómo consiguió un auto así?, según se –o sea nada –él no trabaja y tampoco estudia.
-Puedo ayudarte –su voz suena como un susurro, muy bajo en mi oído y, de nuevo, toda yo tiemblo.
-No es necesario –me alejo de él y camino hacia la puerta de este gran auto. Trevor abre la puerta para mí, lo miro y veo diversión en sus ojos.
-¿Estas segura? –me doy vuelta.
-Totalmente –miento. Trevor sigue mirándome, lo siento en mi nuca.
-No es bueno mentir –me dice mientras posa su mano en mi cintura –las niñas buenas no mienten.
-¿Quién te dijo que soy buena? –le pregunto, aprieta su agarre.
-No es bueno mentir, Lara –esta vez su voz suena muy grave.
-No lo hago –mi voz es un susurro, siento que su dedo pulgar sube y baja por mi piel, tiemblo.
Siento su respiración en mi oreja, su mano, al igual que la otra, se posiciona en mi cintura, su mano derecha ahora baja a mi cadera y presiona en mi hueso, muerdo mi labio e inconscientemente mi pelvis se mueve hacia atrás. Lo escucho gruñir. Siento su pecho subir y bajar rápidamente, ahora siento sus labios por detrás de mí oreja. Cierro mis ojos, esto es realmente bueno. Trevor vuelve a apretar mi hueso y yo esta vez jadeo, muerdo mi labio y mi mano derecha se posa sobre la de él. Aprieto un poco y el para, se aleja de mí.
-Lo siento –me dice y antes de que yo diga algo, él me toma de la cintura y sin hacer ningún esfuerzo me coloca en el asiento, cierra la puerta, el auto huele a Trevor, por un momento intento grabarme su aroma. Veo que rodea el auto, se demora unos segundos en subir al auto. Cuando lo hace ni siquiera me mira. Enciende el auto y pone lo pone en marcha, ni siquiera se despide del joven del garaje, solo sigue.
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HAZME PECAR
RomanceÉl siempre estuvo sin que ella lo supiera. Él regresó para hacerle recordar, porque no sólo él la necesitaba, sino los del grupo igual. Tal vez ambos necesiten recordar como solían pecar, pero las cosas tienen que ser como antes: lento, paso por pas...