Capítulo 8

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El ascensor llega a su destino y yo salgo sin que él me lo diga. Trevor sin mirarme se dirige al pasillo hasta el fondo, vuelve a tomar sus tres llaves y en la última puerta a la derecha la abre. Yo solo lo sigo con la mirada. Ni siquiera se dio cuenta de que no lo seguí. Pongo mis ojos en blanco y me mantengo firme en mi decisión de no entrar. Lo escucho hablar, y mover algunas cosas, incluso creo que abre y cierra una puerta, cuando lo veo salir de su apartamento, nuestras miradas se conectan, el me mira con el ceño fruncido. Se acerca hasta mí y tengo que alzar mi cabeza para seguir mirándolo a los ojos.

-Vamos –dice, pero ni él ni yo nos movemos. Él sonríe de lado y pasa su mano por mi mejilla, seguimos mirándonos, sus ojos azules me hipnotizan –vamos –vuelve a decir y esta vez soy yo la que no hace nada. Trevor toma mi mano y prácticamente me arrastra para que me mueva. Sigo en idiotalandia.

Cuando por fin salgo de lapso, me doy cuenta que estamos saliendo del edificio y tomamos rumbo hacia un garaje no muy lejos. Un joven sale de una pequeña casa y nos saluda con un ya familiar “Señor Kross, señorita” 

Veo un centenar de autos en este lugar, pero no son autos comunes y corrientes, son esos autos que solo ves en revistas, de esos que con solo ver los precios ya estás pensando en ir por el resto de tu vida en taxi o bus.

Trevor vuelve a jalar de mi mano, y nos movemos. Veo que Trevor presiona un botón y ante mí un gran Jeep Compass 2013 color blanco aparece con las luces parpadeando. Miro a mis lados y no hay nadie, solo somos Trevor, el joven y yo. Trevor me mira divertido.

-Dime que no es tuyo –le digo mientras señalo el gran auto. El solo ríe y asiente.

Trevor sube al auto, y desde allí, me mira. Me siento pequeña, es como ver a mi verdugo en su territorio y yo siendo su víctima.  

-Lara, ¿vas a subir? –me pregunta el.

-No creo que pueda subir en eso – ¿Cómo consiguió un auto así?, según se –o sea nada –él no trabaja y tampoco estudia.

-Puedo ayudarte –su voz suena como un susurro, muy bajo en mi oído y, de nuevo, toda yo tiemblo.

-No es necesario –me alejo de él y camino hacia la puerta de este gran auto. Trevor abre la puerta para mí, lo miro y veo diversión en sus ojos.

-¿Estas segura? –me doy vuelta.

-Totalmente –miento. Trevor sigue mirándome, lo siento en mi nuca.

-No es bueno mentir –me dice mientras posa su mano en mi cintura –las niñas buenas no mienten.

-¿Quién te dijo que soy buena? –le pregunto, aprieta su agarre.

-No es bueno mentir, Lara –esta vez su voz suena muy grave.

-No lo hago –mi voz es un susurro, siento que su dedo pulgar sube y baja por mi piel, tiemblo.

Siento su respiración en mi oreja, su mano, al igual que la otra, se posiciona en mi cintura, su mano derecha ahora baja a mi cadera y presiona en mi hueso, muerdo mi labio e inconscientemente mi pelvis se mueve hacia atrás. Lo escucho gruñir. Siento su pecho subir y bajar rápidamente, ahora siento sus labios por detrás de mí oreja. Cierro mis ojos, esto es realmente bueno. Trevor vuelve a apretar mi hueso y yo esta vez jadeo, muerdo mi labio y mi mano derecha se posa sobre la de él. Aprieto un poco y el para, se aleja de mí.

-Lo siento –me dice y antes de que yo diga algo, él me toma de la cintura y sin hacer ningún esfuerzo me coloca en el asiento, cierra la puerta, el auto huele a Trevor, por un momento intento grabarme su aroma. Veo que rodea el auto, se demora unos segundos en subir al auto. Cuando lo hace ni siquiera me mira. Enciende el auto y pone lo pone en marcha, ni siquiera se despide del joven del garaje, solo sigue.

HAZME PECARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora