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El conseguir las cosas para el antigüo monarca no era tarea difícil además, tenía que volver pronto con su omega, ya que las parejas recién enlazadas tienden a necesitar mucho la compañía de sus alfas, bien pudo haber sido el mayor asesino en masa en la antigüedad, pero ahora debía de velar de la seguridad de su familia.

-Quien diría que yo, la maldición de mi especie, terminará enlazadome con un chiquillo.- Se dijo a si mismo.

Aún teniendo la boca llena de sangre de la recién cazada presa no se molestó en limpiarse, pues era bien sabido que a las parejas de los alfas les llamaba bastante la atención ver cómo sus alfas muestran su fuerza delante de ellos mostrando así de que eran una buena elección como campañero y del mismo llegando hacer grandes proveedores para sus parejas. La sangre aún recorría en el dorso de su espalda, llevo a su presa a su hogar, debía de mantener a Itadori muy bien alimentado, habían pasado sus celos juntos, no le sorprendería que este estuviera en espera, aún si no estaba seguro ahora el se encargaría de los trabajos pesados, mientras su omega se concentraba en cosas más ligeras, lo cuidaría más que nunca.

En el camino de regreso, meditaba muchas cosas y todas relacionadas con su nueva pareja, ¿Que hacía solo en el bosque?, ¿A caso era odiando como lo paso con el?, Sabía que el era un chico muy noble, no había maldad dentro de el era muy ingenuo desbordaba tanta inocencia, cosa sorpréndete en un mundo podrido para el. Pero la sonrisa de ese muchacho le hacía sentir sumamente tranquilo, como si ya no necesitará preocuparse con nada más, ahora que era su omega, alcanzaría todas las expectativas por el.

Una ves de vuelta camino al hogar de su omega el aroma dulce de su omega estaba en el ambiente, sus pupilas se dilataron por el delicioso aroma en el, dejo la presa en silencio sobre la cocina y en pasos sigilosos se acercó a la entreabierta puerta de esa habitación de la que casi no salieron por toda la semana salvó para alimentar al pequeño depredador que tenía como mascota, si que su omega tenía gustos por las mascotas algo peculiares.

La vista que tenía de omega tocándose lo tenía mudo, era tan jodidamente caliente verlo acariciarse de forma lo que le parecía lenta y torturoza, las mejillas coloradas por la exitacion, además de los hilos de saliva que salían de su boca, eran un erótica vista, las ganas de volver a saltarle encima se hicieron presentes pero quería ver cómo es que se tocaba, los segundos pasaban y vio cuál era la finalidad de su omega, quería sacar la esencia que tanto se esmeró en no desperdiciar, había tanto implantado en el, verlo sacar grandes cantidades tan precisada semilla, le entraban más ganas de volver a llenar y eso haría. Su lado lado más posesivo de alfa salió, se encargaría de que otra ves absorbiera nuevamente su semilla.

El sonido de la puerta ser abierta alertó el sistema de Itadori, su alfa volvió más pronto de lo previsto, aún le faltaba mucho para sacar toda la esencia, la voz de su alfa lo dejo más que sorprendido.

-Vaya, vaya, si que tenías mucho de mi, ahí adentro.- su voz sonada neutral, lo que le llevo a pensar que tal ves no se enojaría.

La imagen de su alfa cubierto de sangre, lo hacía parecer sumamente dominante, ver aquel cuerpo musculoso lleno de sangre le hizo ver qué le brindaria la protección que necesitaría.

- Oh, llegaste muy temprano- Su voz lo había tomado desprevenido, Itadori trato de cubrirse rápido con una sábana lo había visto manosdarse lo que le lleno de mucha vergüenza.

-...- Sukuna no dijo ninguna palabra solo se fue acercando más y más a él más joven.

-¿Suk...? Ahhh.- Su alfa lo sé había metido entre sus piernas y las alzó para tener más acceso a esa linda entrada.- IDIOTA, ¿Que crees que estás haciendo?.- Grito a quel muchacho al ser tomado de esa forma.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora