Un Omega Diferente

27.

De una colosal masacre.
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Un demonio se había liberado, sin ninguna atadura que lo controle.

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El infierno en el continente se desataría.

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Un alfa cegado por el doler de perder a su pareja y cachorros.

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Su verdadero poder ha despertado.

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No hay lugar donde esconderse...

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Arrodillense y tiemblen.

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Porque al mismísimo rey de las maldiciónes habian despertado.

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Al intentar levantar a Yuuji de la fría nieve, la fría sangre de su omega empapó por completo las palmas de sus manos.

¿Cuál casa?

El único lugar que conocía como su hogar era al lado de su omega, uno que no se movía.

Al ver sus manos manchadas por la sangre de su omega, estás comenzaron a temblar.
Siglos anteriores siempre estaban teñidas de color carmín de miles de personas que tuvieron la mala suerte de interferir en su camino.

Pero ahora... No era la sangre de cualquiera...

Sino la de su omega.

Al que no había protegido.

Solo en ese momento se dió cuenta que sus manos estaban manchadas de algo que jamás lograría limpiar, no eran dignas de tocar el alma tan pura de su omega, un ser de la oscuridad como el no era digno de tocar a Yuuji.

Con sumó cuidado volvió a recostarlo en el frío suelo de dónde había intentado levantarlo. Verlo inmóvil en la nieve con los ojos cerrados, ignorando la horrible cicatriz en su cara, le daba la impresión de verlo dormir tan plácidamente y por más que lo llamará este no se levantaría.

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Que había echo mal para que el destino siempre le quitará de sus manos lo que más quería en este mundo.

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Las nubes comenzaron a oscurecer el despejado cielo, tan negras y grises cargadas de agua que en cualquier momento se desataría.

El viento azotaba cada vez con más fuerza los árboles, tal era su fuerza que este hacía quebrar sus ramas sin tanto esfuerzo.