26.

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Para los ojos de Toji lo que tenía enfrente suyo ya no era humano, si un animal salvaje dejándose llevar enteramente por sus instintos más primitivos.

Un lobo defendiendo su territorio para sus ojos.

Los fuertes gruñidos saliendo de sus boca enojado, su nariz arrugada ver la furia, mostrando sus afilados colmillos listos para atacar la amenaza que tenía delante suyo, el mocoso lo atacaría en el momento que menos lo esperaba.

En un parpadeó, la figura arrodillada del mocoso ya no estaba en su sitio, de inmediato comenzó a buscarlo en todas las direcciones, sorpresivamente el menor, estaba delante del cachorro que hace unos momentos había arrojado contra uno de los árboles.

-Cachorrito....- El Omega de Yuuji podía observar los espasmos en todo el cuerpo de su Ares, estaba sufriendo y no dejaba de emitir pequeños chillidos por dolor.

Sentía como todo su interior removía por la angustia, incluso los pequeños en su interior también se movían inquietos por el estado de mami.

Lo brazo contra su cuerpo y se quito la bufanda de su cuello para enredarlo en el suelo del cachorro, quien aún con los ojos cerrados no dejaba de soltar chillidos lastimeros.

-Tu amigo está sufriendo, te haré un gran favor acabado con su dolor.- Las carcajadas de todos los hombres que le rodeaban se volvió escuchar.

-Estas muerto.

De un momento a otro Toji observo como el lobo desapareció otras vez de su vista, hasta que el grito de dolor y miedo de sus hombros lo hizo encontrarlo nuevamente, el menor estaba detrás de unos de sus soldados y sin vacilar en ningún solo segundo, se aferró a la espalda ajena, solo para poder enterró sus largos colmillos en el hombro de aquel desafortunado hombre que soltó un enorme grito por el dolor de sentir como una fuerza descumunal le arrancaba su brazo de su clavícula, de un tirón pudo desprender el brazo de su cuerpo, como si de una tela se tratara.

El sonido de los huesos crujir, la carne arrancada dejado salir chorros de sangre caliente salpicado su cara, que también teñia la nieve de color carmín y una horrible imagen de esa bestia escupiendo el brazo al suelo, hizo retroceder a todos los soldados por el miedo.

Toji estaba más que sorprendido. Soldados de Élite del gran imperio de Kaisen, estaban aterrados, hombres que dominaron y atravesaron sangrientos campos de batalla que regresaban cubiertos de la sangre de sus víctimas.

Tenían miedo de un simple chiquillo.

¡Estaban aterrados de un simple niño solitario!

Eso de debía ser una jodida broma de mierda, estaban siendo humillados por un maldito mocoso.

¿Que mierda ese ese mocoso?

De un momento a otro el mocoso se lanzó de lleno contra los saldados quien de un solo zarpazo destruía sus cráneos como si de una simple calabaza se tratara. Las viseras y miembros regados en la nieve, pintaban de diversos tonos rojizos la nieve que pisaban, los gritos de agonía y desesperación se escuchan horrible perdiendo se entre los árboles.

Incluso las afiladas espadas no le eran rival a las garras del fiero animal que los estaba masacrando.

Itadori estampó su palma contra la cara de uno de los guardias, la brutal fuerza de su palma destruía cada unos de los de su cara, fracturando su mandíbula lenta y dolorosamente.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora