24.

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¿En qué momento fue que comenzó a curar las heridas de su alfa?

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Recordaba perfectamente como la voz de su mejor amiga se distorsionaba con cada palabra que salía de sus labios hasta el punto de no parecer humana y podía jurar que de su cuerpo se desprendían un humo azúl profundo que contrastaba con la oscuridad.

Su alfa tampoco se iba a dejar humillar por aquella castaña beta y también dejo salir un poco de su aroma, esperando que esta se intimidar a y dejara de hacer tanto alboroto, bajo a su omega para tener un mejor rango de movimiento, al igual que las bolsos dónde cargaban la mercancía, lo que no espero es que está corriera en un abrir y cerrar de ojos delante de él.

Lo único que supo de ellos es que habían salido a terminar su pelea en la calle, y claro que la beta para defenderse de aquel alfa salió con arma en mano con la clara intención de matarlo. Quién diría que quedaría viudo tan rápido.

-Fue bueno mientras duró.

Solo dió un suspiro de resignación y comenzó a sacar la mercancía.

Imaginó que todo lo haría el solo, hasta que un pelinegro que se asomaba al borde la puerta, lo miraba tan atentamente a cada movimiento que hacía, sus ojos están llenos de curiosidad por las cosas que hacía, claro minutos después ya tenía alguien que le ayudará con todo lo que había llevado.

Ambos eran de la misma edad y tenían casi la misma personalidad y en un dos por tres ambos ya eran buenos amigos y congeniban bien hasta el punto de compartir un poco de su historia personal.

No había ninguna duda ellos serían buenos amigos.

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-Oye, ¿Eso es lo que creo que es?.- Itadori al notar aquella bolita tan pequeña en su vientre no pudo evitar la curiosidad sobre eso, además del dulce aroma a leche que emanaba de su cuerpo.

Era una clara señal para los alfas, cuando su omega quedaba en cinta, desprendían un dulce aroma tan delicioso como la leche tibia, con esto los alfas eran más precavidos al cuidado de su pareja y futuro cachorro.

-Si, estoy esperando un bebé.- Tras decir aquellas palabras, los ojos de Itadori se iluminaron de pequeños brillitos color ámbar.

Los omegas no podían suprimir sus instintos cuando se trataban de cachorros, ya sea propios o ajenos.

-¿Te importa si?.- Su curiosidad era muy grande nunca antes había visto a un omega en cinta tan de cerca y esa era la oportunidad perfecta.

-Adelante.- El pelirosa parecía haber olvidado como mover sus manos. Así que él contrario le ayudo con eso.

La mano de Itadori fue a dar sobre esa suave superficie en sus yemas, acariciaba ese vientre como si tratara de un objeto de cristal que en cualquier momento podría romperse al aplicar un poco de fuerza.
Su lobo estaba eufórico por eso al igual que sus emociones.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora