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Mierda.

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Mierda

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MIERDAAAA

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Tal vez habían logrado sobrevivir a la ferocidad de las bestias del bosque que acechaban en la noche, infernales bajas temperaturas a causa del invierno, los inexistentes senderos que solo los confundían aún más y ni hablar de la escasez de recursos para vivir en óptimas condiciones llegando incluso a pensar comer la corteza de los árboles.

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Pero ahora les tocaba lidiar algo aún más peor.

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¿Quien carajos en su sano juicio le llevaría la contraria a un omega? ¿Eh?

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¿Oh si quiera los harían enojar?

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Ninguno de los dos estaban lo suficientemente locos como para eso, sumándole el echo que para  el colmo estaba preñado, padre primerizo, hormonal hasta el tope, perteneciente a una  especie que se creía extinta hace varios siglos, depresivo por la falta de su alfa, con las emociones revueltas bien podía estará feliz y solo le bastaría milésimas de segundo para pasar un kamikaze dispuesto a morir llevándose con el todas las almas que pudiera y quién sabe que tanto más pudiera experimentaba.

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Oh no, ahora sí se podían dar por bien, bien, bien muertos

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(...)

El ambiente era denso lo que dificultaba respirara correctamente el aire puro del hogar, nada comparado con la tensión entre las tres personas dentro de el hogar, dos de ellas permanendo completamente quietos y uno de ellos listo para atacar en cualquier momento.

-Les he echo una pregunta... ¿Que hacen en mi bosque?.- La fría voz del menor hacía que pensaran más de dos veces en qué respuesta le darían.

-Noso... Nosotros... .- Ni siquiera las palabras eran capaces de salir de sus cuerdas vocales del beta con gafas. Ya había cometido un error y no lo haría dos veces, pero los nervios y miedo por el muchacho atacaban sin tregua alguna su sistema.

-¿Nosotros que? .- Una corriente eléctrica recorrieron sus extremidades, haciendo que los vellos de sus manos se erizarán por el poder de una voz omega.

La firmeza y dominio en cada palabra del pelirosa, aclaraban en la posición en que estaban y recalcaban cuál era el lugar que pertenecían. Cualquier palabra que saliera de sus labios definiría el futuro de sus vidas y sin saberlo del continente entero.

Si sentía que ellos eran un peligro latente para sus pequeños cachorros, no vacilaria ni una milésima de segundo en saltar sobre ellos para desgarrar con sus gargantas. Por ello debian de cuidar sus lenguas y decir algo que no pudiera malinterpretarse.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora