50.

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Sin el...

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Mi espíritu duerme en un lugar frío.

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Hasta que lo encuentres.

.

Y me regreses de vuelta...
















A casa.


















Consumido por la adrenalina en su sistema, su cuerpo comenzó a cambiar.

Sus instintos habían esperado tanto por ese cambio durante siglos, manifestarse por completo en su verdadera forma.

Aquella que estuvo a punto de tomar antes de que lo sellaran en el bosque.

Su cuerpo comenzó a crecer de una forma descontrolada, rompiendo las pocas ropas que traía encima de el.

Los huesos en sus manos se rompieron y crujieron de forma dolorosa, solo para después hacerce más largas y grande de lo que ya tenían, sus garras creciendo a la par como lo hacía su cuerpo. Sus extremidades comenzaron a tomar un aspecto diferente al que tenía.

Sus manos fueron reemplazados por patas, uñas por garras, un pelaje negro cubrió cada rincón de su cuerpo, su mandíbula comenzó hacerse alargada como los lobos normales del bosque.

Feroces colmillos blancos adornaban su hocico como espadas.

Sukuna había tomado la verdadera forma de un cambia formas. El aspecto semi humano fue totalmente remplazado por su forma completa, el lobo más grande que había pisado en la tierra.

Más grande incluso que una casa pequeña, extremidades que podía despedazarlo todo sin necesidad de usar fuerza bruta.

Sus ojos se centraron totalmente en el, no le importaban el resto de los sobrevivientes más que le.

Sus pulmones se llenaron de aire para soltar un ensordecedor aullido como ningún otro, uno que aturdió e hizo desfallecer a los que se encontraban mas cerca. Advirtiendo una sola cosa.

.

No dejaría a nadie vivo.

.

Todo seria devorado. Hasta no dejar el mas mínimo rastro de vida tras el.

(...)

Para los ojos del monarca de Kaisen lo que tenia frente a el ya no era humano, si un animal salvaje dejándose llevar enteramente por sus instintos mas primitivos. Un lobo alfa lleno de ira y resentimiento.

El puente de su nariz se arrugo por la furia, mostrando los orgulloso los colmillos que lo harían pedazos y que no se detendría por mas que rogara clemencia. El atacaría sin dudar ni una milésima de segundo.

Gojō sabia no tenía oportunidad como para poder pelear contra algo que era casi tres veces su tamaño, aún si este intentaba utilizar su segunda forma, cualquier arma estrategia todo seria completamente en vano.

Su fuerza se vería totalmente opacada por aquella bestia, quien lo miraba como si de un ratón se tratará y el un depredador que jugaría con el antes de matarlo.

Aquel aspecto de seguridad y fuerza se vio disminuida, por alguien con el que nunca podría competir.

Jamás había visto algo como eso y realmente no sabía cómo sobrellevar esa situación. Pero aún así se levantó y no fue el único que lo hizo. Muchos de sus más fieles soldados se levantaron con el, todos aferrados a las cadenas y espadas en sus manos.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora