17.

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-Esto es una jodida mierda.- Si esa era la voz furiosa de Megumi al levantarse y ver un total desastre en la segunda planta.

Ya estába harto, quería descansar todo el día ya que en el anterior se la había pasado limpiando y ni hablar de que había llegado el día el mismo día, después de un viaje de tres demás, TRES SEMANAS.

¿Quien es su jodido sano juicio se ponía a limpiar toda una casa después de viajar?

Megumi estaba seguro que nadie y podía asegurarlo, pero ahí estaba cual esclavo de propia casa limpiando y sin ningún pagó, se preguntaba si la vida podía ser más horrible de la que ya era. Pero mejor no la retaba, la vida ya de por sí lo traía muy corto de la correa y todavía el retandola. Oh no eso sí que no.

A pesar de haber dormido lo suficientemente sus piernas y músculos aún dolía exageradamente, pero no iba a cometer el error de retrasarlo, si lo hacía no tendría un lugar digno de dormir, además debido a su condición su omega pronto le exigiría un bonito lugar donde anidar.

La casa era espaciosa al igual que bonita. Y pesar que tuvieron que abandonarla por su seguridad. Estaba seguro que su madre debió de haber sufrido demasiado por haber tenido que irse.

Estando frente a la puerta de sus padres vacilaba al abrir la puerta, solo se quedó estático unos segundos, su mirada ahora paso a una de melancolía, había tantos sentimientos en habitación, el recuerdo de su amada madre recién levantada le estrujó su corazón.

-Cuanto daría porque tú fueras quien la abriera.- Murmuro para si mismo.

Bajo su mirada al suelo, pues sus lágrimas amenazaban con salir de sus marinos ojos. Con la manga de su camiseta seco las poquitas gotas que se colaron y se armó el mismo de valor para abrirlo.

Su mano temblorosa por los nervios en la perilla de la puerta, no debía de dudar debía de abrirla, poco a poco fue abriendo la habitación y está lo recibió con una gran cortina de polvo, la acumulación de polvo voló hacia todos lados, haciendole cerrar sus ojos por instinto para evitar dañarlos. Aún a pesar de conservaba un paño para que no se filtrara en su nariz, las partículas de polvo lograron filtrarse haciendole estornudar por ello.

El polvo comenzó ha descender al suelo, dándole así una mejor visibilidad. La habitación estaba vacía y llena de polvo, todos los muebles estaban cubiertos por una gran pasta de suciedad, las cortinas estaban desgastadas por el tiempo y uno que otro vidrio también estaba roto.

Dió un paso hacía adelante, todo lucía tal cual lo había dejado su madre aún había cajones abiertos y algunas prendes en el suelo mismas que su madre no había alcanzado a meter en las mochilas cuando se fueron tan rápidamente del lugar.

Suspiró derrotado, comenzó abriendo las ventanas para darle más ventilación a la habitación y de esa misma forma que el polvo saliera por ahí y no asfixiara. No iba desechar las cosas de sus padres por el contrario las conservaría en el ático, dónde las atesoraría como su mayor posesión y también en futuro no muy lejano ser capaz de motrarlos a sus cachorros.

Iba ser un día muy largo.

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Las cosas para Junpei habían mejorado de una forma considerablemente buena, apenas llevaba  3 semanas en ese pequeño pueblo se había adaptado bastante bien. La gente del pueblo lo había recibido espléndidamente, ya era conocido por ser una persona amable al igual que noble, aunque todo mundo desconocía su origen algo que agradecía demasiado, había sido muy bien recibido solo por trabajar para Nobara, conocida por descartar a todos aquellos jóvenes y adultos que iban a la farmacéutica en busca de aprender bajo su tutela.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora