25.

6.3K 692 450
                                    

El asesinó en masa más violento a lo largo de la historia de todo el continente, aquel capaz de masacrar un imperio por completo, doblegar a cualquier alfa que lo retará, incluso masacrar ejércitos completos solo por diversión, no podía procesar aquellas palabras que habían salido de los tiernos labios de su omega, su alfa interior aullaba de inmensa felicidad pura.

Iba a ser padre, pero aún así no era capaz de creerlo.

Por mucho tiempo siempre imagino que su destino era estar siempre solo, siempre en la profundidad de la oscuridad, nunca disfrutaría la calidez de una familia, que jamás tendría un sintió al llamar hogar y que no habría nadie en el mundo que lo aceptará tal y como era, su castigo por haber nacido con un descomunal poder que el mismo desconocía.

No podía estar más equivocado.

Siglos de soledad se desvanecerían como si nada, llevándolo por un sendero sin espinas y libre de obstáculos, acompañado de la persona más hermosa que había conocido en su vida.

El deseo que siempre creyó inalcanzable al fin se había echo realidad.

Acarició con sumo cuidado ese plano vientre cálido al contacto, dónde descansaban y lentamente se desarrollaban sus pequeños cachorros. Los cuales protegería más que a nada en el mundo, al igual que su amado progenitor.

-Itadori... Gracias.- Estaba realmente feliz al igual que el menor, que solo soltaba esas dulces feromonas que lo emocionaban y llevaban a otro mundo.

-¿Por qué?.- Pregunto el menor.

-Por darme la familia que se me negó.

Un sentimiento que nunca antes había experimentado se implanto en su pecho, uno realmente cálido como ningún otro, uno que le llenaba por completo el pecho y hacia estremecer su corazón de ternura.

Ahora podía disfrutar de la calidez de una verdadera familia, una que se le había negado desde el momento en el que la luz de luna toca su piel.

Sus cachorros no llevarían el mismo destino que el había llevado de eso estaba completamente seguro.

Sukuna no dejaba de restregar su aroma en el cuerpo menor, quería impregnarlo por completo, hacerle saber que no estarían solos, que el le protegería de cualquier peligro que amenazara a su familia.

Por primera vez ese "peligroso" alfa, temido por el continente entero, se mostró vulnerable a su omega.

Realmente... Estaba feliz.

.

.

.

Los soldados de Kaisen habían llegado al pequeño pueblo que era más cercano al bosque de las puertas de la maldición, había sido una semana realmente larga y todos los soldados estaban sumamente cansados. Pero aún así debían de cumplir y atacar las órdenes de su monarca, entre más pronto terminarán más pronto regresarían.

Lo único malo de esa excursión, era que pronto comenzaría a nevar y eso solo dificultaría más su misión, de arriesgarse a adentrarse aquel bosque, solo se perderían y alargarían más de lo necesario.

Las personas del pueblo soltaban suspiros de alivió al ver a los soldados del imperio, todos montados en enormes corceles pura sangre, armados con afiladas espadas, arcos y lanzas puntiagudas, un grupo de élite había acudido a su llamado.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora