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El olor metálico de la sangre en el aire...

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La nieve teñida por la sangre escarlata de los desafortunados que se cruzaron en su camino.

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Armas rotas que no lograron rivalizar con las garras de ese monstruo.

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Los gritos de piedad por parte de varios soldados tirados el frío manto...

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Y una mirada sedienta de más sangre.

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Los gritos de agonía de aquellos hombres tirados en la nieve, fueron alguna vez la sinfonía que más le encantaba escuchar en su pasado. Ver a seres inferiores en el suelo arrastrandose hacía el, rogando por clemencia y otros... Por una muerte rápida.

No eran las personas que buscaba, pero de igual forma habían interferido en su camino y eso había sido suficiente para sentenciarlos a muerte.

Absolutamente nadie merecía piedad o siquiera una muerte rápida, no después de haberle arrebatado su codiciado sus más hermosas gemas.

Los exhalaciones de vapor por el frío ambiente, le daban la impresión que su cuerpo estaba sometido a una alta temperatura interna y por la presión está haría estallar a su usuario.

Destellantes ojos rojos iluminados por la luna, tan parecidos a las raros rubíes que brillaban con el sol o como el metal fundido.

Imponían una figura digna de un verdadero alfa  dominante, su presencia era lo suficientemente fuerte para someter a cualquier persona que se le cruzará en su camino.

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El observar sus manos llenas de sangre, le asquearon por completo, el olor que antes le hacía sentir vivo ahora sumamente repugnante.

Por breves momento las imagino limpias y secas, perdiendose en su mente que lo sumergió en hermosos recuerdos.

Recordaba perfectamente como aquellas manos habían tocando la calidez de las mejillas de Yuuji, la suavidad de piel al contacto que temía que que sus manos toscas dañaran tan hermosa superficie, el hermoso color rosado que siempre lo teñia su rostro tan angelical cada que lo obsevaba a detalle.
Incluso la ocasión en la que sus pulgares tocaron por primera vez sus labios rosas claro tan esponjosos, llamativos a probar y que en más de una ocasión tuvo la fortuna de deleitarse.
Ni hablar de tan perfecta sonrisa, una que siempre estaba presente cuando despertaba, cuando se iba de cacería, las veces que lo recibía de nuevo en casa, antes, durante y después de tener intimidad. Incluso cuando estaba durmiendo tan tranquilo a su lado.

Su propia mente le estaba jugado una mala broma, una perfecta ilusión de su omega se presentó delante de él. Su amado compañero siendo rodeado por una suave luz en todo su cuerpo, mirándolo directamente a los ojos, algo que solo el se atrevía hacer, sus manos encendidas de par en par, haciendole un espacio para recibirlo entre ellos.
Estaba tan convencido de que era real, sus pasos se dirigieron a encontrarlo, pero al ver que en cada paso en la fría nieve, poco a poco fue desvaneciéndose, sus manos intentaron sujetarlo, impedir que este se fuera de su lado, pero está ya había ido.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora