22.

5.6K 709 197
                                    

Por primera vez en años Itadori había llegado demasiado temprano al pueblo. 

¿La razón? el idiota de su alfa le hacia acelerar el paso, no dejándole descansar mas de 10 min. solo con el propósito de entre mas rápido llegaran a realizar la entrega regresarían  mas rápido a su hogar, poniendo como excusa que no debían de dejar solo al cachorro por mucho tiempo.

Pero a quien quería engañar, seguro que en cuanto llegaran a casa ese idiota lo enceraría en su habitación hasta cobrar factura por los días que habían fuera en busca de llevar el pedido.

Solo de pensarlo le hacia temblar de nervios.

-Llegamos demasiado temprano.

-De ir a tu paso hubiéramos tardaríamos demasiado, eres muy lento para lo que no te conviene.- Hablo Sukuna mirándolo de reojo.

-¡Sukuna!.

.

.

.

El pueblo era demasiado ruidoso para Sukuna, el ruido alborotado, las personas insistiendo en que pasaran a sus puestos, otros haciendo tratos en plena calle, uno que otro diablo discutiendo y ni hablar de los niños llorones que suplicaban a sus padres por alguna golosina, tantos años confiando en la soledad le habían echo acostumbrase de una mala manera al silencio, dando como resultado una horrible molestia para sus sensibles oídos y un dolor de cabeza horrible.

Además de los múltiples aromas que le resultaban demasiado desagradables para su nariz, eran demasiado fuertes, cítricos y nauseabundos, nada comparados con el de Itadori que era, suave, sutil, refrescante y adictivo. 

Además de tener que suprimir su aroma como nunca antes lo había echo, solo con tal de entrar al pueblo y pasar desapercibido junto a Itadori, aunque en un principio iba a quedarse en las afueras la idea de que otro alfa se le insinuara le hacía hacía hervir la sangre de celos, no dejaría el paso libre a absolutamente nadie, era un sacrificio que tuvo que tomar para poder a acompañar a su amada pareja dentro de aquel pequeño lugar y protegerlo a toda costa.

Era verdaderamente agobiante estar en ese lugar, juraría que de quedarse unas cuantas horas mas terminaría por destruir aquel pueblo solo por unos segundos de silencio, era mas reconfortante estar en las profundidades del bosque donde los sonidos tenues eran los únicos que reinaban en el lugar. Un lugar que disfrutaba estar con su adorada pareja.

Ver sus ojos iluminados de curiosidad desbordantes de tanto brillo, en cada puesto en que pasaban, aunque aquel trozo de tela cubría casi la mitad de su cara sabia muy bien que estaba sonriendo,  haciendo que valiera completamente ser un poco mas paciente con tal de verlo de esa forma.

Quien diría que un mocoso de 16 años lo podría tener como un idiota comiendo de la palma de su mano, capaz de cumplir cualquiera de sus caprichos.

Caminaban de par en par observando los puestos que habían en lugar, todo estaba lleno de cosas curiosas, comida, ropa, accesorios y otras llenas de colores bonitos.

Todo era demasiado bonito habían entrado a su linda de nube, cuál pareja disfrutado de la compañía del unos del otro cuando, volvieron a caminar para ir al siguiente puesto, pero un hombre que caminaba a toda prisa acompañado de varios hombres de en encapuchados de color negro, el hombre que parecía impaciente por buscar algo o más a alguien en específico, de complexión baja y robusta con piel sumamente deteriorada por su falta de cuidado dándole un toque grisaseo chocó con el hombro de Itadori haciendole caer casi al suelo por aquel hombre, pero la rápida reacción de Sukuna impidió que lo hiciera.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora