16.

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Y ahí estaba frente a su vieja casa, estaba echa un auténtica mierda, no había palabra que mejor la describirá, había ventanas rotas, la madera de la puerta podrida, arañas en las esquinas de la casa. Si estaba así por fuera no quería imaginarse el como estaría adentro, rogaba a los dioses que al menos se hubieran conservado algunas cosas.

Saco la vieja llave de su casa y apenas la había insertado cuando la puesta callo sin más al suelo, soltando un gran cúmulo de polvo, que tuvo que cubrir su nariz para no ser afectado por este.

-¿Por qué solo me pasa esto a mi?.- Soltó en voz baja mientras que un tic en su ceja se hacía presente.

Es que acaso la vida tenía algo en su contra, primero apenas salir de su antiguo pueblo y encontrarce con tipos de mala pinta que de haberlo identificado como omega no sabría que hubiera sido de el, segundo caminar sin casi descansar por casi tres semanas aguantando el abrazador sol y las noches frías, tercero un camino de mierda que le hacían la vida imposible a sus pies y si se tomará todo el día para quejarse de los malos momentos del viaje, sería un cuento de nunca acabar.

Solo bendijo en día en el que se le ocurrió salir de su casa.

Pensó en la posibilidad de llegar a su casa y descansar pero viendo las condiciones en las que este se encontraba en definitiva no iba a poder descansar cómodamente hasta que este estuviera limpió.

Se adentro pisando la puerta que se encontraba en el piso, el rechinar de la madera del suelo era lo único que se podía escuchar, los recuerdos fugaces comenzaron a pasar su mente, se miraba a si mismo corriendo en el pasillo de niño, su madre preparando una deliciosa comida que le llenaría después de haber agotado todas sus energías jugando.

Recordó a su madre en la sala tejiendo un hermoso mantel para la mesa, para darle el toque hogareño que tanto extrañaba.

Tantos recuerdos hermosos le hicieron sonreír de manera melancolíca pues eran momentos que jamás volvería, ahora solo eran bonitos recuerdos que atesoraría por el resto de su vida.

El lugar estaba desolado, había muebles rotos, cuadros rasgados, telarañas y grandes cantidades de polvo en toda la casa, si que este iba a ser un largo día de pura limpieza.

Busco en el viejo almacén había cosas que le serían se utilidad y otras tendría que comprarlas  con su dinero.

Dejo su cosas en un rincón y empezó con primero reparar esa maldita puerta que le dió la bienvenida.

Atornillo la puerta nuevamente, movió de un lado a otro para verificar que estuviera bien puesta.

-Bien, creo que con eso bastara.- se llevó las manos a la cintura era un buen inicio.

Apenas dió la vuelta para continuar con lo mucho que faltaba solo escucho la puerta caer nuevamente pero esta vez en sentido contrario.

-Ja ja ja jajajaja, esto debe de ser una maldita broma.- La cabeza de Megumi giro lentamente hasta dar con esa dichosa puerta, le había declarado la guerra.

Los ojos de Megumi desbordaban fuego ya era la séptima vez que la puerta caí y por más que la aseguraba seguía sin quedarse quieta, en definitiva iba a volverse loco.

-Te romperé para hacerte leña de chimenea si te sigues callendo.- Aunque pareciera un loco hablándole a la puerta ya le tenía hartó por no mantenerse sujeta.

Si así peleó contra la puerta, una bendita puerta, ahora no se podía ni imaginar lo que seria el resto de la casa.

Primero que nada tomo dos pañuelos uno lo puso en su cabeza y el otro lo puso como un cubrebocas tapado su nariz y boca del polvo.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora