11.

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Satoru Gojō abria lentamente sus sus ojos, el cansancio de haber permanecido tanto tiempo en la misma posición le molesta, incomodsado sus músculos y huesos, cosa que solo puso de un mal humor, odiaba sentirse así, dejo de quejarse para caer en cuenta que esaba rodeado de una infinita obscuridad, el no saber en dónde se encontraba lo hacía permanecer alerta antes cualquier amenaza, no podía ni ver o distinguir absolutamente nada, solo esa densa oscuridad a su alrededor, está parecía no tener fin.

Tratando de buscar una salida caminó en línea recta, tarde que temprano golpearía algo sólido y lograría orientarse de mejor manera, pasaron los minutos pero el golpe nunca llegó, el lugar en dónde se encontraba parecía no tener fin, o simplemente al no tener una base de apoyo solo estaba dando vueltas en círculos.

El enojo por no saber se volvió más que evidente, en dónde se encontraba, se estaba haciendo más que evidentemente, si esto era un juego se había sobrepasado, para convertirse en algo muy molestia.

Decidido comenzaría a maldecir el causante de su mal rato, pero el sentimiento de ira que estaba naciendo de su interior se esfumó por completo, una voz que le dió de lleno a su cabeza le sobresalto, un sentimiento sucumbió en su corazón, acompañado de un escalofrío recorríedo toda su espina dorsal, las manos se llenaron de esa adrenalina que te provoca cuando te caes de un gran vacío, a pesar de que el estaba de pie sintió aquella horrible sensación, la desesperación de buscar el origen de esa voz le hizo voltear su cabeza a todos lados, la alerta en su sistema hizo más sensibles sus sentidos, tal ves asi tendría una mayor posibilidad de encontralo, pero a dónde quiera que miraba solo estaba esa obscuridad.

-¿Satoru?, ¿En donde estás?.- la hermosa voz alguien lo llamaba en una obscura bruma que lo segaba por completo.

-¿Megumi? ¿MEGUMI ERES TU?.- Respondió aquel llamado, no permitiría que se fuese, debía de llegar a el rápido sino lo perdería nuevamente.

-Satoru!!! Tengo miedo, no te veo, ¿En dónde estás?.- La voz preocupada de su chico hizo alertar a su alfa

Una silueta en en la obscuridad lo llama desesperadamente, intentaba con todas sus fuerzas correr en esa dirección para llegar hasta a esa persona, poder reconforta lo, hacerlo sentir que todo estaría bien, el estaría ahí para protegerlo, ser capaz de tomarlo entre sus brazos y no soltarlo.

Sus piernas corrían a la dirección de aquella silueta, dolían por el esfuerzo de ir lo más rápido que podía, si no se daba prisa lo perdería otra vez, el sentimiento de perderlo tantas veces , oprimía su corazón hasta el punto de tener que llevar su mano al pecho.

Pero por más que corriera a su encuentro, más parecía que este se alejaba, la desesperación lo atacaba de lleno, la frustración de no poder tocarlo le quemaba el alma, sus lágrimas comenzaron a bajar de sus pálidas mejillas que estas parecían que nunca terminarían.

Sus músculos por correr dolían tanto, que pensaba que estos estaban siendo quemados por ardientes brasas, el esfuerzo estaba dando sus frutos solo faltaban unos cuantos centímetros para alcanzarlo.

Estiró su brazo para poder tocarlo, su perspectiva del tiempo se volvió lento, tanto que estos le parecíeron los más largos de su vida. Al igual que el, aquella silueta también había estirado su brazo, a solo unos milímetros de poder tocarse.

-¡Satoru!.- El grito de aquel muchacho resonó en toda su cabeza.

-¡Megumi!.- le respondió.

Sintió como un fuerte tirón le hizo abrir los ojos, levantadose agitadamente, que le tuvo llevarse la mano su pecho para lograr calmar los latidos de su rápido corazón. La realidad le había traído de vuelta, observo a sus alrededores estaba en su habitación, por la tenue luz de la luna sabía era media noche.

Un Omega DiferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora