▪︎Capítulo 39▪︎

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Amélie

Camille, una de mis amigas que tengo en París se encuentra sentada en la mesa de al lado, apuntando los ejercicios que la profesora iba haciendo en la pizarra.

—¿Entiendes algo?— me susurró.

—Nada.

Se rio, aunque ambas nos ganamos la mirada desaprobadora de la profesora de matemáticas.

—Pueden seguir hablando y riendo si así lo quieren, pero en el despacho del director.—nos contestó sería y malhumorada.

Nos callamos porque iba a ser un desperdicio de tiempo contestarle, además de que no quería tirar por la borda las únicas oportunidades que tenía de aprobar su asignatura.

La horas pasaron y ya estaba de camino a la casa de mis abuelos.
Desde que Chloé y Raphaël me dejaron aquí no he vuelto a verlos, según ellos tienen demasiados viajes y trabajo, pero bueno, también sé que si vienen y tratan de ser "buenos padres" será raro y terminaremos discutiendo o enfadados y eso es algo que no quiero hacer que mis abuelos vean.
Sé cuanto les duele no poder tenernos a todos unidos, o tener una cena, reunión o lo que sea juntos y tranquilos.

Al llegar a la casa lo primero que hago es saludar a mi abuelo que está como de costumbre en la cocina y a mí abuela, quien se encuentra en el jardín arreglando sus plantas y con el conejo.
Tomo algo para comer y subo a la habitación. Esta semana estoy llena de exámenes los cuales solo he estudiado la mitad, necesito aprobar todas las asignaturas con buenas notas para que mi promedio no baje. Nunca he sido tan exigente con mis notas hasta que decidí que quería estudiar.

Estudiar derecho.

Quiero poder ser una gran abogada la cual pueda ayudar a los demás, que siempre se haga justicia y cumplan con sus sentencias.
Quiero que las personas vivan tranquilas, es algo complicado, pero esperó poder algún día llegar a ser una buena abogada y poder hacer que cada mala persona cobre por sus actos.

No quiero que nadie viva con ese miedo que yo viví, quiero poder brindarles esa tranquilidad, paz...
Cosas que merecen cualquier persona.

Los días seguían pasando y con ellos aumentaban mis ganas de volver a casa, de estar otra vez riéndome con mi hermano o de ver películas...

Tenía que hacer un último esfuerzo.

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20 de diciembre.

Hoy me daban las notas. Estaba entre nerviosa y preocupada. Nerviosa porque quería saber ya cuales serían mis resultados en las asignaturas y preocupada, bueno... por eso mismo, por saber mis notas.

Fui hasta la recepción de mi instituto y ahí se encontraban los tutores. Y no sé si por suerte o desgracia pero mi profesora de matemáticas también era mi tutora.

—Buenos días, señorita Bonnet.

—Buenos días, profesora Wolfir.

—Antes de entregarte tus notas y que las vea he de decir que me ha sorprendido mucho.

No tenía ninguna expresión en su cara así que no podía descifrar si eso era bueno o malo.

—¿Sorprendida a bien?— pregunté.

Se tomó sus segundos antes de volver a hablar y yo parecía como si me dijeran si iba a ganar algo o no, estaba ansiosa.

—Efectivamente. Me han sorprendido bastante tus notas, no empezastes muy bien que digamos, pero ha medida que han ido pasando los días parecía que te esforzabas más y que querías sacar las asignaturas adelante. Lastimosamente en la asignatura de matemáticas no has podido llegar al aprobado, te has quedado justo en el cuatro.

Amélie [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora