Dudas y Sospechas - Chloé

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¡Me exasperaba! Claro que lo hacía y no entendí como podía ser una mezcla de dulzura con tanta fuerza. No podía moverme cuando me tenía sujeta, aparte que de pronto sentí que me quemo y aunque había aceptado su trato fue solo porque no podía quitármela de encima. Su agarre no era brusco de hecho estoy segura de que no quería hacerme daño, de querer hacerlo no hubiese sido problema, pero debía mantener el liderazgo en mi grupo.

La había amenazado con lo peor que podía, la insubordinación podría llevarse años de servicio o en su peor defecto la prisión, y aunque Thiago si se inmutó ella confesó que no sabía de qué hablaba, era imposible a menos que realmente lo que estaba pensando fuera cierto.

En el camino a este lado de la vía, no dejaba de pensar en su fuerza nadie me había ganado un combate cuerpo a cuerpo en los entrenamientos, eso fue lo que me hizo ser distinguida en llegar a donde estoy, pero su nombre... su vestido... el día... la sensación de quemadura... ya no sé qué creer. Cuando llegamos me baje de la aeromoto molesta. Con muchas preguntas, pero le conseguiré respuesta a todas.

—Teniente —dijo Aurelio— ¿Qué fue eso de allá? —preguntó alzando la ceja. Y aunque su expresión era de burla, evite pagar mi rabia con él por lo que no le respondí.

—No empieces con tus estupideces —respondió Aurora. Yo los miré y de pronto entendí que había cometido un error.

Subí a mi aeromoto y me regresé, ellos sin esperar orden me seguían lo más de cerca que podían, estaba tan molesta que sabía con quién pagaría mi rabia. Ser teniente significa que no pagaba por ningún tipo de acto en contra de civiles, una regla que nunca me había gustado y no entendía como ahora la estaba poniendo en uso.

Cuando llegamos al lugar no estaba nadie, una gran cantidad de tierra se había caído y daba salida. Ordene recoger las carpas y una vez listo todos avanzamos a la salida. Estaba muy confundida ¿era posible que hubiese funcionado lo que intentábamos hacer minutos atrás? o ¿es que sucedió algo más?

****

Una vez en casa solo quería ducharme. Aunque insistí en ayudar a mi padre la orden fue que tenía el día libre y que no lo desobedeciera, él estaba en la ciudad ayudando, mi madre estaba en reuniones tras tanto desastre. La orden de él fue más de padre que de líder; por otro lado Alejandra no dejaba de mandarme mensajes holográficos que no vería en este momento. Me dirigí a la ducha, necesitaba que el agua caliente calmara mi inquietud.

Baje a la cocina una vez que estuve lista. Quería cocinar, hacer una pizza, tenía tiempo que no hacía esto en casa, pero estaba sola y aunque mi madre siempre decía que cocinar era un lujo en familia. Yo siempre estaba sola aquí. Cuando estuvo listo todo, tomé una copa de vino, la pizza y me fui al sofá. Sería el momento de ver los hologramas que envió Alejandra.

Primer Mensaje: ¿Dónde estás nena? ¿Puedo ir a verte? Sé que eres fuerte

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Primer Mensaje: ¿Dónde estás nena? ¿Puedo ir a verte? Sé que eres fuerte... pero estoy preocupada por ti...

Alejandra lucía como si no hubiese pegado el ojo en toda la noche y de cierto modo me sentía culpable de ello. Ella es muy puntual a la hora de dormir creo que ama más dormir que estar en vela por nadie.

Segundo Mensaje: Okey... iré a tu casa a las quince.

Tercer Mensaje: No sé por qué me ignoras... pero igual iré como te dije. Espero al menos me abras la puerta. Necesito abrazarte y saber que estás bien, Chloé.

Ese último mensaje me sorprendió. Alejandra sabe lo mucho que odio los abrazos y el hecho que lo nombrará era muestra de que estaba preocupada. No me moleste en responder a fin de cuentas ya estaba claro que vendría y sé que así sería. Así que solo termine de comer.

Aunque la comida me había saciado, mi ansiedad no era de esta manera quizá solo la refleje mal, y por eso ahora me encontraba en la oficina de mi padre a punto de revisar sus cosas. Necesitaba saber quién era Zoé Montana, necesitaba buscar una foto. Hace mucho nadie tiene ese nombre y aunque sé que en la otra universidad ajena a la Montana se enseña artes, no creo que sean tan osados de usar el nombre de ella. La veneran mucho para faltarle el respeto.

Aquí estaba yo, investigando como una chica que aparece el mismo día que se espera a Zoé, se llama como ella, es fuerte porque aunque lo quiso ocultar sé que su fuerza es inigualable y quemó mi piel por un momento con su agarre aun cuando no dejo ...

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Aquí estaba yo, investigando como una chica que aparece el mismo día que se espera a Zoé, se llama como ella, es fuerte porque aunque lo quiso ocultar sé que su fuerza es inigualable y quemó mi piel por un momento con su agarre aun cuando no dejo marcas. Mi búsqueda fue en vano. —¡No hay nada aquí! —grité con molestia. De repente lo recordé, claro como podía ser tan descuidada.

Me alisté para ir a casa de Thiago quizá la respuesta más obvia era saber cómo se había caído toda la tierra y así podría confrontarla directamente sin tanto rodeo. Tomo mi chaqueta y abro la puerta.

—¿A dónde va la señorita con tanta prisa? —dijo Alejandra, me sorprendió que esté antes de lo que me dijo y yo había olvidado por completo que vendría— Tanto querías verme que ibas a buscarme. ¡No, espera! Si es que no respondiste ningún mensaje —acota con sarcasmo.

—Alej yo iba a hacer unas cosas importantes —exclamo. Ella me abraza y me deja un beso en la mejilla.

—Sí, no pongas cara de póker, sé que no te gustan los abrazos, pero estaba preocupada por ti —sentencia. Me doy por vencida hoy no será que haga nada, así que la invitó a pasar.

—No —responde tajante—. Hoy tengo otros planes señorita Blake, acompáñame y no preguntes —finaliza mientras me toma de la mano y yo cierro la puerta.

La brisa fresca en mi cara era reconfortante hace mucho no era copiloto de nadie, pero sentía que le debía esto a ella. No pregunte a dónde íbamos porque sé que de igual manera no tendría una respuesta de su parte. Alej sabía cuándo ser corta de palabras incluso más que yo.

Se estacionó a las afueras del centro comercial. Odio este lugar, aquí me permití soñar por última vez en una salvadora que no vendría y aquí me hice la Chloé dura que lucharía por la injusticia, el día que un teniente golpeó de forma salvaje a la madre de mi amiga, era su esposo, pero nadie hizo nada para detenerlo.

—No me gusta este lugar —dije vagamente.

—Solo será un helado, quiero solo sentarme y estar contigo un rato lejos de todos en la ciudad —dijo y su cara fue de súplica así que estaba bien el helado y nos íbamos. Ella estaba preocupada y no me atreví a cortar esta vez su ilusión conmigo así que caminamos dentro.

Aun cuando no sentía afecto como ella esperaba, su compañía me hacía bien, me reía y me distraía, a veces me pregunto si se cansará algún día de que no le corresponda y buscará su propia felicidad. Que estoy segura de que no soy yo.

 Que estoy segura de que no soy yo

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Tú y Yo a través del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora