Reencuentros - Zoé

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En todo el camino, aproveche de observar a dónde íbamos. Samantha permaneció en silencio observándome a mí. Lo sé, porque podía verla a través del cristal que había subido cuando esto se puso en marcha. No podía dejar de pensar en Chloé y en querer salir corriendo a su encuentro, pero lo que estaba haciendo era por protegerla, no me perdonaría si le pasara algo, desde que llegué no había lastimado a nadie y no empezaría por ella.

Cuando llegamos a la casa era enorme, la entrada tenía unas rejas doradas. Estando dentro era como estar en el castillo, la casa era de piedras muy pequeñas. Había una fuente enorme y muchas personas moviéndose de un lugar a otro. La puerta de la entrada era de madera, pero esta se abrió sola cuando apenas pisamos para entrar. Samantha sonrió al ver mi asombro. Por dentro todo era como el cuarto donde Thiago me había llevado por primera vez, y no alcance a escuchar que susurro ella que todo se volvió como de madera, según recordaba muchas cosas de mi tiempo.

—Te llevaré a tu habitación, para que te refresques y te cambies, debo hacer unas cosas antes de ponernos al día —dijo y me llevó a la parte de arriba de la casa, pero antes de irse y dejarme en esta habitación que parecía del tamaño de la casa de Thiago la sujete del brazo.

—¿Qué vas a hacer? —le pregunté.

—Debo poner algunas cosas en orden, estaré contigo muy rápido, lo prometo —dijo.

—Hablaremos cuando regreses, pero si lo que tienes que hacer perjudica a Chloé. Te quiero pedir que por favor no le hagas algo que la pueda lastimar, Samantha —le dije aunque más bien sonó como una orden.

—¿Te importa mucho esa teniente verdad? —preguntó con curiosidad.

—Tanto como tú —le respondí.

—Está bien, te prometo que no le haré nada a Chloé, anda a cambiarte y hablamos en un rato. Descansa un poco —dijo mientras se alejó para dejarme sola en esta enorme habitación.

Quizá debí irme con Chloé y descubrir que me pasaba, la había besado y sé que para ella significó mucho, aunque no puedo negar que me hizo sentir un mar de sensaciones indescriptibles. Hice lo que Samantha me pidió, pero al cabo de una hora y media ya no tenía nada que hacer. Así que lo demás era simple estar en la cama hasta que ella regresara. No quería caminar los alrededores de aquí sin ella. No quería más problemas. Algo en mi oreja empezó a vibrar, como si fuera el sonido de una pequeña mariposa zumbando. No sé que hice cuando intente quitarme lo que me perturbaba y entonces escuché una voz.

—¡Sabía que eras inteligente para atender! —dijo Lauris en mi cabeza. Y me incorporé sentándome en la cama.

—¿Lauris? —pregunto mirando a todos lados.

—Estoy en el comunicador de tu oreja, no sabía si sería buena idea, pero ya hasta lo sabes usar. ¿Estás bien? —preguntó.

—¿Cómo pusiste esto? —pregunto y luego añado—: Sí, estoy bien Lau ¿Cómo está Chloé?

—Cuando te metiste a bañar. —La escuché reír—. Luego te cuento, pero en teoría si lo presionas atiendes cuando lo sientas y si tú lo presionas me llamas a mí —dijo dándome instrucciones de cómo usarlo— y que mala amiga eres, el amor no te deja preguntar por mí, pero está bien puedo aceptarlo, Chloé está bien supongo, salió de la casa muy triste, jamás pensé verla así —dijo.

—Discúlpame, pero si me estás hablando asumo que estás bien, Lauris... ¿Puedes cuidar a Chloé por mí?

—¿Acaso te vas a ir? ¡Ay no! ¿Por qué le dijiste Samantha a la ex de Chloé? —preguntó. Y si antes tenía preguntas ahora las tenía mucho más, era imposible que Samantha fuera la persona que ellos creían. Ella nunca hubiese sido capaz de lastimar a alguien, además cómo iba a ser una niña, a ella no le gustaban las mujeres o bueno eso creo. Escucho ruido fuera de la habitación y necesito hablar con Samantha así que espero sea ella.

Tú y Yo a través del tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora