Capítulo 21: Alderin

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Alerta: Este capítulo más adelante contiene escenas muy específicas sobre sexualidad. Solo para +18, se recomienda discreción. (Fuí poquito vulgar XD)

Wey, no leas si tienes menos de 15 años. Ve ha ver bob esponja.

•Desenfreno•

Me sentía un poco mareada, era la segunda montaña rusa de la cual me acababa de bajar. Sin embargo el peliblanco logró vencer su miedo.

—Esta anocheciendo, ¿Quieres ir por
pizza?—La idea de Elián sonaba bastante tentadora. Sin embargo había consumido demasiadas golosinas y dulces durante este día, entre ellos chocolates, algodones de azúcar, helado y galletas cubiertas de crema. Mi estómago me pedía algo ligero.

—Creo que me sentiría más cómoda con Tacos— Sonreí de lado.

«¿Por qué mierda dije tacos?»

—Genial, vayamos por esos tacos— Me tomó de la mano. Íbamos por salir del parque cuando noté que una niña estaba llorando a lado de su madre. Al parecer había jugado en flecha y arco  y no pudo ganar el premio que quería.

—Espera— le dije a mi lobo. Caminé hacia la niña y me agaché un poco.

—¿Qué juguete deseabas?— Le Pregunté amablemente.

—El cocodrilo rosa— Murmuró sollozando.

—Cariño ya no tengo más boletos y no puedo comprar más. Debemos recoger a tu hermana y a tu papá— Respondió la madre bajando la cabeza algo apenada.

Sentí que el corazón se me encogía. La mano de Elián se cerró sobre mi hombro, lo miré desde donde me encontraba.

—No te preocupes pequeña. Mi novia es buena con el arco y estoy seguro que podrá conseguir ese premio para ti—. Abrí mis ojos asombrada. ¿Cómo sabía que era buena con el arco?, Claro. Había olvidado que él me investigó antes de lo ocurrido en el bosque.

—¿De verdad?— preguntó la pequeña observándome con Esperanza. Asentí con la cabeza.

—Señorita no tiene que hacer eso— Murmuró la mujer de cabellos cafés.

—Será un placer. A parte ya íbamos de salida, sería inoportuno dejar que la pequeña se vaya con las manos vacías.

Elián compró un boleto, posteriormente tomé el arco y le coloqué la flecha.
Mi relación con él era un tanto extraña. Empecé a practicar tiro al arco desde los ocho años hasta los trece. Tenía años sin tomar uno de estos en las manos. Y a pesar de ello me causó un estremecimiento lleno de emoción.

Respiré profundo centrando la vista en mi objetivo. La técnica estaba en levantar el hombro, tensar los músculos y jamás apuntar completamente al centro, si no, un centímetro más abajo.  Una brisa de viento fresco acunó mi cabellera hacia atrás dándome una sensación de paz. Solté la flecha cerrando los ojos un instante.

—¡Mamá!— gritó la pequeña entusiasmada. Abrí los ojos sonriendo. Le había dado justo en el blanco.

—Vaya, muchas familias y personas jugaron esta tarde pero ninguno pudo darle completamente al blanco. Felicidades— Mencionó el encargado tomando el gran cocodrilo blanco. Lo tomé feliz y se lo di a la niña de trenzas doradas. Tenía tres intentos, solo bastó usar uno.

—¿Cuál es tu nombre?— le pregunté.

—Dela. Mi nombre es Dela Macrow.

—Bueno Dela. Cuida mucho a este cocodrilo. Y cuídate mucho tu también. ¿Vale?— Ella asintió con la cabeza.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora