Capítulo 22: Elián.

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•Diablos•

Eran las cuatro de la mañana cuando pude separarme de Alderin. Se encontraba profundamente dormida.

La cama era un desastre. Entré al baño para llenar la tina con agua caliente, eso le ayudaría a su cuerpo. Mañana sin duda alguna la dejaría descansar hasta tarde.

-Pensé que su cuerpo estaría conciente. Se perdió tres horas de placer absoluto.

«No olvides que es humana. Creo que fue demasiado para su cuerpo»

Me dí una ducha rápida. Después tomé a la castaña en brazos, un pequeño jadeo salió de su garganta. Al levantarla me di cuenta de que había un poco de sangre en la sábana. El miedo por haberla lastimado se plantó en mi cabeza.

Cerré los ojos haciendo una mueca.
Que idiota. Sabía que terminaría lastimandola.

Limpié su cuerpo con cuidado, dudé un poco antes de bajar mi mano hacia su intimidad. Cepillé su cabellera una vez quedó limpia. Sequé su cuerpo y la coloqué sobre el sofá. Mientras tanto boté las sábanas y las cambié por unas nuevas.

Me recosté con ella abrazándola por la espalda. La adoraba, era mi alma, mi luna y también sería mi Lazo perfecto.

Pocas veces había dormido tan plácidamente, desde que ella llegó a mi vida todo cambió. Lo sabía, lo sabía por los otros Alphas, tanto Christopher como Ikender cambiaron totalmente al encontrar a su Luna. Sin embargo jamás pensé que sentiría esta enorme tranquilidad, este sentimiento por mantenerla a salvo.

Llevábamos una maldición. Si se podría decir así, no era extraño que por alguna razón la madre de los Alphas fueran asesinadas. El temor de que mis hijos se queden sin ella, el temor de quedarme yo sin ella, me hacía sentir débil.

—Voy a protegerte con mi vida entera, así tenga que darte mi esencia de luna para ello. Lo haré.

Me desperté antes que ella, la vi fruncir un poco el ceño, sus labios separados, sus mejillas sonrojadas y el cabello revuelto. La hacían ver como una niña. Sonreí acariciándole la mejilla.

—Buenos días Bonita— Le Susurré.

Ella abrió los ojos algo adormilada. Creí que  se alegraría, no obstante cerró sus ojos gimiendo de dolor. Mis alarmas se prendieron, retiré un poco las sábanas, había nuevamente sangre en el cubre colchón.

—Tengo que llevarte a un hospital. Sabía que te había lastimado. Soy un idiota— Respondí alarmado saltando de la cama. Empecé a colocarme los pantalones y buscar su ropa.

— Elián— Murmuró mi nombre.

—Tranquila estarás bien, donde dejé las llaves del auto—. Revolvi las cosas de la mesita de noche buscando las putas llaves.

—Elian— Volvió a hablarme.

— Ya vamos, no te preocupes corro más rápido que un auto puedo cargarte y...

—¡Elián!— Gritó molesta.

—Estoy bien solo me llegó el período— Parpadeé confundido.

«Solo es su período, no está herida»

Sentí que un gran peso se iba de encima. Suspiré aliviado.

-Entonces no habrá sexo en una semana

«Bander cierra la boca»

Observé como Alderin se ponía de pie con una mano sobre su vientre bajo. Rebuscó en los cajones sacando un nuevo cambio de ropa y un paquete de toallas femeninas dentro de su mochila.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora