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«¿Dónde estás estúpida coneja?»
-No creo que insultarla la vaya a traer de vuelta- rodé los ojos.
-Bander si no encuentro a la bebé de Alderin no se cómo reaccionará.
—Alpha ya pasamos la voz a toda la manada— Asentí con la cabeza.
—No puedo creer que la hayas perdido— Bufé. William seguía quejándose.
—¡Elián!— Sentí que el corazón se me paraba al escuchar el grito de Alderin. Giré hacia el balcón. Allí estaba, de brazos cruzados y una frazada cubriendo sus hombros.
Respiré profundo y me di la vuelta, tenía que encontrarla.
Dos horas después.
—No puedo creer que estemos a estás horas buscando a una coneja que probablemente ya fue comida
de lobo— le gruñí frustrado a William.Estábamos al final del territorio de la manada. Estaba casi seguro de que volvería a la mansión sin la mascota de mi mate.
—Elián— escuché a Sander llamarme, me hizo una seña para que callara. Y señaló una esquina debajo de la maleza.
—Creo que algo se movió allí— Intercepté a William con la mirada para que se colocará detrás. El rubio se acercó con pasos cautelosos y levantó las ramas.
Sentí que el alma se me regresaba al cuerpo.
—Jodido animal, ¿cómo mierda llegó aquí?— negué con la cabeza. No tenía ni la más mínima idea. La tomé en brazos estaba algo temblorosa.
Volvimos a la mansión, William decidió marcharse soltándole un par de maldiciones a Evolet mientras que San se despidió con un leve apapacho.
Subí a la habitación, abrí la puerta encontrándome a la castaña leyendo un libro. En cuanto me vió saltó de la cama.
—¡Evolet!, ¿En donde estaba?, ¿A dónde la llevaste?— Pasé a un lado quitándome la chaqueta.
—Lo siento, cuando entraste a la ducha me distraje unos minutos pero no la encontré. Hasta hace unos momentos al límite del territorio. No sé cómo llegó allí, pero, lo voy a averiguar—. Los ojos de Alderin se inundaron de lágrimas. Abrazo a la coneja dejándose caer de rodillas.
Me apresuré a ella preocupado.—¿Que sucede?
—Ella es mi única compañera, lo fue en los momentos más difíciles, pensé que algo le había pasado— suspiré, no entendía porque reaccionaba así y vaya que deseaba entenderla.
—Necesito saberlo, necesito conocerte, unirme a ti Alderin— La miré a los ojos. Tembló poniéndose de pie y subiendo a la cama arropando a la coneja.
—¿Me juzgarás?— Negué con la cabeza.
—Jamás— susurré acariciando su mejilla húmeda por las lágrimas que empezaba a derramar.
—Yo maté a mi mamá— confesó mirándome fijamente.
***
—¿Qué?— pregunté tratando de encontrar una razón.
—Yo tenía catorce años cuando mis padres se divorciaron, un año después mi madre se juntó con un ex militar al norte de California. Yo trataba de soportar el alejarme de papá, sin embargo ellos quedaron en buenas condiciones. Esa navidad papá iría a verme— Tomé un respiró.
—No tienes que seguir si tú...
—No, debo hacerlo, tienes que saberlo, yo necesito que tú lo sepas y si decides correrme después de ello lo entenderé— Tomé su mano apretándola.
—No te dejaré, continúa.
— Jace era un tipo bueno, trataba bien a mamá, el primer año fue bastante bueno pero— Se detuvo negando con la cabeza— Las personas jamás son lo que crees que pueden llegar a ser. No es hasta que muestran su verdadero rostro que, todo explota— soltó mi mano poniéndose de pie mirando hacia la ventanilla.
—Pasó algo, no supe exactamente que, pero al parecer él perdió una parte de su dinero en una mala jugada de póker, las cosas cambiaron, se volvió más violento y mamá sufría. Yo no quería que ella sufriera así que, estaba decidida a grabar alguna de sus disputas y hablar con papá. No lo logré, él me descubrió. Nos encerró a ambas en un cuarto, estaba completamente demente— Apreté los puños. No quería saber que él le hubiese hecho algo a ella.
—A mí jamás me tocó, mencionaba que su problema era con mamá y solo con ella. La sacaba para golpearla. Intenté escapar por la ventana pero no podía, nuestra casa estaba a un par de kilómetros de la cuidad. Una noche mamá ya no lo soportaba más. Sabía que no solo se debía a esa pérdida, sabía que mamá lo había engañado con un amigo. Iba a matarla. Y yo no podría hacer nada para ayudarla. Logré abrir la puerta, intentamos escapar mientras él estaba en la cocina. Ella no lograba caminar, traté de esforzarme pero mi fuerza no era suficiente. Cuando nos descubrió pensé que sería todo, que nos mataría a ambas pero usó sus últimas fuerzas y logró apuñalaron con un cuchillo. Algo se incendió, todo se convirtió en llamas. Intenté moverla pero si me quedaba ambas moriríamos. Me suplicó que terminará su sufrimiento, no quería morir quemada. Me suplicó que la matará y huyera antes de que la casa colapsara— Su voz se quebró en la última palabra.
Me puse de pie y la abracé por detrás.
—Tomé el cuchillo del cuerpo muerto de Jace, y se lo enterré en el corazón. Estuve en terapia dos años desde lo sucedido. El caso cerró en defensa propia. Sus cuerpos estaban completamente calcinados, tan solo lo que yo testifique yo...
Se rompió en llanto, estaba en shock tratando de entender y comprender lo que acababa de contarme. Era, horrible.
—Existen millones de vida en el mundo que sufren día con día, incluso hay dolores peores que otros.
Le dí la vuelta limpiando sus lágrimas con el pulgar.
—Déjame sentir tu dolor, déjame ser parte de tu ser y de tu alma— le Murmuré cerrando los ojos.
— Entonces adelante, confío en ti, lo hice desde el primer momento en que te cruzaste en mi vida— sonreí de lado. Ella confiaba en mí, y no rompería esa confianza.
Incliné su cuello a un lado, entendía que ella ya sabía lo que significaba “La marca”
—Te dolerá al principio, pero pasará casi de inmediato.
Aspiré su olor profundamente, rodeé su cintura con mi mano izquierda mientras que tomaba su cabeza con la derecha. La sentí temblar sin embargo no temía. Abrí mi boca dejando salir mis dientes, odiaba el hecho de que sufriría unos segundos. Pero era algo que no podía evitar.
La mordí rápidamente, su cuerpo se tensó y apretó mis hombros con fuerza. La sostuve con fuerza, sus quejidos y lloriqueos no tardaron en envolver la habitación.
—Tranquila, ya pasará.
—Que...quema— logró pronunciar. Segundos después su cuerpo empezó a relajarse, sentí su cuerpo laxo de un momento a otro. La tomé en brazos dejándola sobre la cama. Fuí al baño para humedecer una pequeña toalla y limpiar la sangre de su herida. La mordida sanó en seguida dejado a lado un pequeño símbolo. Nuestra marca. Gruñí, en ese mismo instante un ardor apareció en mi cuello. Sabía que nuestras marcas ya estaban hechas.
Yo era de ella y ella era mía. Dos almas que compartían un mismo propósito.
Miré como su coneja se acercó a su costado. Suspiré. Alderin era mía. Mi luna.
Ahora solo le temia a aquella estrella. Esa estrella a quien juré amar, la misma que interpondría la maldición de Zela.El viento empezó a volverse más frío. Una tormenta se aproximaba, sin embargo muy en el fondo esperaba algo más que agua y truenos.
...
La segunda parte de este capítulo será subida en las próximas horas.
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El aullido del Alpha (Terminada)
WerewolfElián, uno de los más poderosos Alphas acude a una reunión al norte de Canadá. Alderin, una chica que no sabe más que meterse en problemas. Pensó que moriría, hasta que ese hombre se cruzó en su camino. La bestia había encontrado a su bella, y el...