Capítulo 8: Alderin

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~Desconfianza~

Suspiré una vez nos sentamos sobre la mesa. Había muchos alimentos y jugos de distintas frutas. Mi atención se fijó en los panecillos de nata con relleno de crema. Recuerdo cuando mamá y yo solíamos levantarnos temprano por la mañana para hornearlos.

—¿Todo bien?— la voz del peliblanco me regresa a la normalidad.

—¿Cuando podré ver a mis amigos?— pregunto bajando la cabeza.

—Después de desayunar te llevaré con ellos, puedes tomar lo que
desees— su voz me hacía sentir tranquila, no era grave o aguda si no, carente de sentimientos. Cómo si sus emociones estuviesen atascadas dentro de si mismo. Tomé un panecillo con algo de crema extra y jugo de durazno.

—Te encanta lo dulce ¿no es así? Yo prefiero más lo agrio— sin poder evitarlo solté una pequeña carcajada callando de inmediato. Quise toser para tratar de ocultar mi burla sin embargo ya era tarde. De reojo mire que frunció el ceño.

—¿Que fue tan gracioso?— preguntó. Negué con la cabeza—Nada— aunque quise decir que era igual de agrio que la tarta de limón que estaba consumiendo.

Esta casa era muy grande.
«¿A caso vivía solo aquí?»

—¿Vives solo?— pregunté dejando mi plato limpio.

—No, mi nana y hermana viven conmigo, aunque mi beta y Omega suelen quedarse cuando quieren, tienen su propia habitación aquí— mordí mi labio inferior asintiendo con la cabeza.

No mencionó a sus padres, estaba por hacerlo y de pronto una mujer con alas de murciélago apareció justo al frente. Grité yendome hacia atrás cayendo junto con la silla.

—Alderin— Elián se puso de pie rápidamente y me ayudó a levantarme.

—Lo siento, no quería asustarte— comentó la mujer.  Su apariencia era extremadamente rara, incluso asombrosa. Su cabellera negra, sus ojos enormes como dos joyas rosadas. Su estatura era pequeña, más pequeña que yo aunque su cuerpo levitaba. Me sonrió, tenía largas orejas como si fuese un elfo tal cual descritos en las películas de acción.

— Mi nombre es Milena. Soy un Jhaptarel, mitad hada mitad gárgola— estaba sorprendida.

—Eres hermosa— Murmuré sacándole una sonrisa.

—Alderin tenemos que irnos, Milena, trata de no aparecer de repente a cada sitio que vayas— reprochó el lobo.

—Y tu trata de no ser un cascarabias con tu mate mi niño. Bueno linda, espero que te sientas como en casa, me retiro— hizo una pequeña reverencia antes de volver a desaparecer.

—Vamos, están en la manada cerca de aquí— salimos de la casa el clima sin duda alguna era mejor que en Canadá. Extrañaba sentir los rayos del sol en mi rostro.

—Por lo que veo aprecias el clima.

—Siempre me han gustado los días soleados– Continuamos caminando, salimos de la gran casa, un par de hombres vigilaban la entrada, me percaté de una pequeña torre de vigilancia a un costado.

«¿Porque tenía tanta vigilancia?»

Nos adentramos a un bosque, yo daba vueltas fascinada del lugar.

—¿Estás lista?— fruncí el ceño cuando Elián tomó mi paso y cruzamos unos lazos de plantas.

—Esto es increíble— varias cabañas de todo tipo se abrían paso alrededor. Era como un mini pueblo. Las personas reían, niños jugando en parques con juguetes. 

Algunos fijaban la atención en nosotros, me sentí bastante intimidada, sin darme cuenta me había pegado a lado de Elián.

—Alpha Alpha, ¿Puedo darle estás flores a nuestra Luna?— una niña se acercó hacía nosotros. El peliblanco asintió con la cabeza. Me puse de rodillas tomando las flores.

—Gracias pequeña, que linda.

—Hueles diferente, ¿Que clase de lobo eres?—Tragué saliva levantando la cabeza para ver a Elián. Me puse de pie tratando de sonreír.

—No soy un lobo nena, soy una humana, me llamo Alderin, ¿cuál es tu nombre?

—Ely— Mencionó caminando hacia atrás. Se dio la vuelta y corrió de vuelta al parque.

—Mañana te presentaré ante la manada, te aseguro que nadie volverá a hacerte sentir intimidada— Pasó a un lado adelantándose. Resoplé corriendo detrás de él para alcanzarlo.
Entramos a una de las cabañas, igual custodiada por un par de guardias.

—¡Si no nos dejan ir les voy a meter un tuvo por el culo!— abrí mis ojos con sorpresa.

—¡Austin!— grité corriendo hacia el castaño que yacia sentado y amarrado en un sofá.

—¡Alderin!— Ambos estaban allí.

—¿Porque están amarrados?— intenté quitarles las cuerdas.

—Nunca dije que los sometieron así, liberenlos ahora— ordenó Elián.
Los dos guardias acataron sus órdenes.

—¿Estás bien?, ¿que significa esto?

—Es una larga historia— comenté con pesar.

Elián decidió darme un poco de privacidad con mis amigos. Nos quedamos solos en la estancia. No sabía cómo decirles esto, realmente no entendía como es que esto era posible.

—Tengo que quedarme aquí—murmuré.

—¡¿Que?!, ¿A qué te refieres con que tienes que quedarte?, No entiendo nada, ¡Esto es un secuestro!, Van a matarnos y después nos abrirán para sacarnos los órganos o peor! Van a prostituirnos en un bar gay, y me pondrán un traje de conejito mientras bailo para hombres depravados— estoy segura de que mi cara se descompuso en una de total impresión. A fuera de la cabaña se escucharon algunas carcajadas. Me levanté del sofá abriendo la puerta encontrándome con dos chicos muertos de la risa.
Fruncí el ceño, los reconocía, almenos el rubio que estuvo en el bosque, creo también haber visto al moreno.

—¿Los molesto?— cuestioné fastidiada. Aclararon la garganta, se disculparon antes de marcharse. Suspiré poniendo mis manos sobre la cintura.

— Escuchen con atención, no se cómo pero el libro que leyeron es una historia real. Estos tipos son hombres lobo, estamos en su manada y al parecer yo soy la nueva pareja del Alpha o algo por el estilo.

—¿Es una broma Alderin?— Preguntó Logan poniéndose de pie.

—Quisera que fuese así pero, es la verdad.

—¡Entonces tenemos que escapar y buscar a la policía, el ejército o un zoológico yo que se!

—No es así Austin. Estamos en Louisiana, y, solo ustedes volverán a Canadá— cuando dije lo último no pude evitar que una lágrima se me escapara.

—No, no voy a dejarte aquí, hay que irnos.

—Ella no se va ha ir— Me sobresalté al observar entrar al peliblanco.

—Pueden venir a visitarla cuando deseen, son bienvenidos todos aquellos que sean cercanos a mi Luna. Pero, ella no se irá.

—Te denunciaré, no puedes retenerla en contra de su voluntad.

—Las leyes de tu mundo no aplican en este, si hablan de lo que somos, solo los tomarán como dementes y a parte, serán condenados por
mis leyes— abrí mis ojos con temor.

—¡No, no les hagas nada por favor!, Yo me quedo porque quiero
hacerlo— supliqué con la mirada.

—Tienen que irse.



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El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora