Final.

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•No somos eternos•

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•No somos eternos•

Dos años después.

Miré fijamente el blanco, tomé una pequeña respiración antes de soltar la flecha.

⎯Justo en el centro Alderin, tal y como las demás—. Comentó Daysi.  Ella se había encargado de entrenarme estos años. De hacerme una con el arco.

Decir que las cosas habían sido fáciles todo este tiempo sería una gran mentira. Pero el hecho de saber que Elián regresaría a mí de cierta forma... lo hacía más llevadero.

Por otro lado la familia de la manada Aertom no la estaba pasando bien. Amara había perdido parte de su memoria después de despertar de su transe.  Han intentado cualquier tipo de magia, remedio e incluso tratamiento humano pero no parece haber mejora. No recuerda lo que sucedió esa noche. Ni días atrás, más todos sus otros recuerdos siguen intactos.

Regresé a la mansión, mi padre empezó a vivir aquí hace año y medio, sus sentimientos habían mejorado, pues parecía ser que últimamente había abierto estos a Milena. Nada era oficial pero, una mirada de amor nunca miente. 

—Hola bebé— Le sonreí a Evolet. Comía felizmente desde su enorme tazón. Apenas hace un mes decidí ponerla a dieta un poco. Sander adoraba a mi coneja, hacía tiempo quería convencerme de encontrarme «marido» él quería uno de sus hijos. Y bueno, el ser abuela ya me estaba emocionando.

—¿Puedo pasar?— William tocaba la puerta. Musité un Adelante guardando los bocadillos de mi nena.

—Es sobre la nueva escuela de arte. No haz elegido los tonos ni el diseño de las paredes—. Bufé, había olvidado ese pequeño detalle.

Siempre me pregunté cómo es que tenían tanto dinero los Alphas de las mejores manadas del mundo.
Cada uno era dueño de los minerales y joyas más costosas de esta tierra. Así como negocios, empresas, todo con identidades y personas detrás.

Una herencia, una dinastía.

—¿Cómo va todo con Amar?— Le quité el sobre con los diseños de la mano. Mientras los revisaba esperaba que respondiese.
El ambiente se volvió un poco pesado.

—Ella aún necesita tiempo. No espero que me acepte de un día para otro—. Suspiré.

—¿Qué fue lo que te hizo cambiar?— Pregunté.

El moreno se sentó mirando me fijamente.

—Lo mismo que Elián vio en ti. Lo vi en ella. Por más ciego que quisiera estar, su pureza, nobleza, amor, entrega— sonrió de lado— A veces la ira y la venganza hacen cosas muy dolorosas.

Esta vez fue momento para que yo negase. Me puse de pie tomando los papeles en mano. Debía ir con mi padre para cenar juntos.

—La venganza no siempre duele. Y la Ira no es eterna. Hay venganzas puras, como el amor.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora