Capítulo 2: Alderin

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Miedo

—Llegas cinco minutos tarde
Alderin— rodé los ojos colocándome la gorra de mi uniforme.

—Lo sé Tomy, además, ¿cuando piensa tu padre cambiar el uniforme?, odio esta falda negra, y también odio la camiseta amarilla.

—Llevas quejándote desde el año pasado, agradece que mi padre no puso como vestuario una botarga de dinosaurio— me crucé de brazos entrecerrando los ojos.

—Oh vamos, es gracioso— empezó a reírse.

—Si, muy gracioso— mencioné molesta yendo hacia mi puesto.

—¿Que tal amaneció la pequeña lombriz?

—Austin no estoy de ánimos— resoplé bajo.

—¿Y eso?—preguntó mi mejor amigo.

—La empresa para la que trabajaba mi papá quebró, van a darle su baja.

—Oh Alderin, no siento mucho.

—Tendré dinero para cubrir el alquiler de la casa este mes pero, no se que pasara después, espero que él logré encontrar otro empleo.

Tenía tres años viviendo con mi padre, los últimos meses habían sido buenos. Encontré fantasy ice cream  para trabajar, así ayudaría en los gastos de la casa y podría distraer mi mente durante el día. Sin embargo sentía que le faltaba algo a mi vida, algo que ni siquiera yo misma podía descubrir.

—Todo saldrá bien ya lo verás, ahora hay que atender a estos
maleducados— se quejó cuando unos chicos empezaron a presionar varias veces el claxon del automóvil.

Respiré profundo, quizá tendría que empezar a quedarme horas extras. Tomaría el turno nocturno la semana que viene. No deseaba ser una carga para mí padre, por alguna razón después de su divorcio me quedé con mi madre, hasta que pasó lo que pasó.

Frunso el ceño tratando de quitarme esos horribles recuerdos de mi mente.

Durante el día atendimos a varias personas.

«¿Cómo podían consumir tanto helado?»

—Hola Alde, me das un cono de menta con frambuesa— asentí con la cabeza tomando el pedido de Logan, el novio de Austin. Abrí la ventanilla para entregarle su ticket.

—Austin está en la siguiente sección

—Gracias Hermosa, por cierto, ¿vendrás con nosotros a la expedición?

Cierto, había olvidado la invitación para el fin de semana que viene.

—Claro, iré con ustedes. Porque no tengo nada mejor que hacer el fin de semana— reí dulcemente.

—Ya quisieras, adiós enana— levanté mi mano despidiéndome de Logan.

El día se pasó rapidamanete, a las cinco terminó mi turno. Llegué a casa con un gran apetito. Dejé caer mi vieja bicicleta en el jardín del frente.

En dos días mi padre saldría de su empleo, trabaja como ejecutivo de ventas, no gana la gran cosa pero, nos daba lo suficiente.

—¡Evolet!—Busco a mi bebé para darle de comer. Muchos se asustan cuando la ven, creen que tiene algún super problema de salud, pero ella es feliz siendo mi enorme, enorme, coneja.

—Aquí estás mi amor, vamos a la cocina— levantarla si que era un esfuerzo. Y cuando de dormir se trata, ocupa casi la mitad de la cama. A veces papá me encuentra dormida en el piso.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora