Capítulo 28: Elián.

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•Cayendo por ti•

Elián.

Sentí como si algo dentro de mí se encendiera.

«La herí»

Me convertí en mi forma humana acercándome hasta donde la había lanzado. Su cuerpo estaba temblando mientras que su pequeña mano trataba de detener el sangrado.

«No podrá sobrevivir a esta herida»

Quité a Daysi del camino. Todo esto había sido su culpa.

—Bonita, bonita. No vaya a cerrar los ojos. Mantenlos abiertos quieres—. Alderin trataba de hablar pero no era capaz más que de emitir gemidos de dolor.

—¡Ve ha buscar ayuda ahora!— ordené a la loba.

No sabía si mover a Alderin. Temía que las heridas hubiesen sido demasiado profundas. La sangre no paraba de salir.

—No bonita no cierres los ojos. ¡Alderin!

Diosa luna ¿Qué hago? Su respiración iba cada vez más lenta. Negué con la cabeza. Esto era mi culpa tenía que salvarla. La tomé en brazos  corriendo lo más rápido que podía hacía la mansión. En esta ya me estaba esperando Milena. Aparecí en mi habitación, coloqué a Alderin sobre la cama.

—Yo no puedo curarla Elián. Mi niño la única manera es que beba sangre de vampiro—. Me quedé pasmado un momento. Pero no tenía tiempo para pensarlo. Se trataba de su vida.

—Zajir—. Era el único vampiro que conocía.  A pesar de que hace un siglo lo desterré de mi territorio.

—Busca a Zajir. Manda ha soldados por él. Que lo traigan y si no es bajo su voluntad utilicen arcos de plata y cobre.

Milena asintió con la cabeza desapareciendo del lugar de forma inmediata. El doctor de mi manada llegó a lado de Daysi.

—Gabriel—. Él me miró por un corto segundo. Se acercó a mi luna colocando toallas en su herida.

—Tiene una fuerte hemorragia. Las heridas fueron profundas pero por suerte no dañaron ningún órgano. Lo siento alpha pero no durará mucho tiempo—. La irá e impotencia me estaban consumiendo.

—Ella se pondrá bien—. Mencionó mi hermana. Gruñí con enojo llamando a los guardias.

— Encierrénla en los calabozos con cadenas de plata— ordené sorprendiendo a los presentes.

—Si haces algo para sacarla—. Advierto al lobo de cabellos rubios que acaba de aparecer en el umbral de la puerta— le harás compañía Sander.

El Omega no me dirige palabra, sale de la habitación al mismo tiempo que un viento fuerte y frío entra por la ventana, moviendo con furia las grandes cortinas.

—Me dijeron que necesitabas
mi ayuda— trago en seco. Es tan molesto para mí respirar el olor a muerte que desprende el ser de piel fría.

— Salvale la vida por favor—. El vampiro camina a mi alrededor con una larga y fina sonrisa. Sus penetrantes ojos escanean con sigilo la habitación.

—¿Qué obtengo yo a cambio? ¿En serio crees que planeo ayudarte así como si nada después de lo que sucedió hace tantas lunas?—. Apreté la mandíbula, perder el control y atacarlo no era una opción. Ya no quedaba tiempo.

—Te lo suplico.

—El Alpha de la cuarta manada principal del mundo me súplica. Que caótico es esto. Podría irme y dejar morir a tu luna, o podría ayudarte, quedarías en deuda de sangre—. Se lo pensó un segundo, el vampiro se acercó hasta donde estaba Alderin, luchando aún por respirar.

Zajir mordió su muñeca colocando su sangre sobre sus labios.  Los pequeños gemidos de la castaña cesaron, su respiración volvió a ser la indicada

—Tardará en sanar. La herida es de lobo. ¿A caso...

—Eso no te incumbe. ¿Qué es lo que deseas? Cuál es el precio de que hayas ayudado ha Alderin.

—Veo mucho caos Alpha Elián. Alguien va ha traicionarte. Ese será mi pago, verte caer—. Y tan solo la última palabra llegó a mis oídos, el vampiro desaparecio por la ventana.

«Traición»

Un meses después:

—¡¿Por qué no me dijiste que Daysi estaba prisionera?!—. Irrumpe la castaña
en mi oficina. Respiro profundamente.
No tengo la menor idea de cómo se dió cuenta de ello.

—Por ella casi mueres Alderin.

— Déjame recordarte que las garras que me hirieron eran tuyas. Y la culpa fue tuya, nunca creí que fueras capaz de esto. ¡Es tu hermana!

—Alderin son asuntos que no te corresponden del todo a ti.

—Te equivocas. Me corresponde bastante. Si no la liberas me iré oíste, me iré con mi papá de regreso a Canadá— Gruñí levantándome de mi silla.

—No digas tonterías. ¿Quién fue la persona que te dijo sobre Daysi?— una carcajada salió de sus labios.

—¿Para que lo encierres también?, ¿A caso haz visto a Sander?, Lleva semanas deprimido, era obvio que algo estaba pasando. No te reconozco Elián.

—La liberaré, pero quedará expulsada de la manada. Y es la última decisión que me haces tomar.

Me miró con ojos llorosos y salió de la habitación. Suspiré, Daysi no había sufrido tortura alguna, tan solo se mantenía cautiva como castigo.

Bajé las escaleras dándole la orden a William para que me llevase a los calabozos.

Creía que no se daría cuenta, pero sabía perfectamente que la castaña me estaba siguiendo. Escuchaba sus pequeñas pisadas detrás.

—Creo que olvidas que soy un lobo.

—No lo olvido, solo quiero saber que ella está bien—. Rodé los ojos, ordené a mis guardias que dieran paso hasta la celda donde estaba mi hermana.

Ella estaba sentada leyendo una revista de moda. En cuanto me vió sus ojos se encendieron en un amarillo profundo y brillante.

—Daysi, ¿Estás bien?—. Le preguntó Mi Luna.

William abrió la reja dejándola salir.
Abrazó a mi mate y bajó la cabeza al estar frente a mí.

—Cumpliste tu castigo pero no quiero que...

Antes de poder terminar sentí como si fuese succionado  por una extraña energía. Lograba ver cómo era cubierto con una extraña luz violeta.
Lo último que miré fue a mi hermana y a mi luna gritar.

El aullido del Alpha (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora