•De vuelta al pasado•
No podía creer que Nelson llegará a tanto, reconocí a uno de sus lobos al entrar a mi territorio. Creyó que disfrazando su olor lograría que pensara lo contrario.
Destruyeron la mayor parte de cabañanas y casas que con esfuerzo y amor dieron inicio a esta familia.
Gracias a Milena pudimos trasportar a cada lobo, guerrero y soldado hacía la manada del Alpha Ikender.—Elián— Sander me llama, dándome el aviso de que uno de ellos quedó con vida pero herido. Caminé hacia él arrodillándome.
—Dile a tu Alpha que se cuide las espaldas. No solo acaba de atacar una simple manada de lobos. Atacó la manada del tercer Alpha supremo del mundo. Y será castigado por ello.
Me di la vuelta tranquilo. Tranquilidad que se fue a un lado cuando noté que William venía bajando las escaleras con Alderin en brazos.
—¿Que ocurrió?— se la arrebaté a mi luna, estaba preocupado por ella. Esto no era normal y en cierta forma sabía que era lo que estaba pasando.
— Iré por su bebé—Sander subió rápidamente las escaleras.
— Milena, abre el portal ahora— Teníamos que irnos antes de que más lobos nos detectaran.
Nos juntamos en una esquina, sentía la presencia de 50 lobos a punto de atacarnos. No obstante la hada mitad gárgola fue más rápida y nos condujo al bosque de Alemania.
—No entiendo porque nos has traído aquí, pudimos haberle pedido asilo a Christopher— cerré mis ojos un segundo. No estaba para reclamos de nadie.
—Tengo asuntos que tratar con Ikender. Que no se te olvide quien es el Alpha de está manada William— le dejé en claro las cosas. Aceleré el paso. Al entrar a la manada miré como con amabilidad le daban refugio a mi gente.
Sin duda alguna la mate de Ikender había hecho un magnífico trabajo en el lobo frío y sanguinario.
—Hey peliblanco— sonreí de lado.
—¿Que le a pasado?— inquirió cuando se dió cuenta de la castaña que cargaba en brazos.
—Necesito atenderla— comenté con un nudo en la garganta.
—Adelante, Eider te guiará a la habitación. Yo seguiré organizando a tu manada— Asentí con la cabeza.
—William, Sander, vayan a ayudar en lo que puedan— La mujer del lobo se acercó hacia mí. De la misma forma preguntó por Alderin. Entramos a su mansión, me guío por las escaleras hasta una habitación bastante amplia al fondo del pasillo.
—Llamaré a Amara, es doctora puede ayudarte— Asentí con la cabeza.
—Sabes que ninguna medicina podrá ayudarla Elián, ¿O no?— El japonés entró por la ventana tomando asiento en el sofá.
— Necesito, necesito— me quedé callado. No podía destruir algo que no existía.
Ella me había dejado su último conjuro, y lo usé para mal. Ahora debo pagar las consecuencias.
— La Tribu Rakenna puede tratar de romper la maldición. Pero tienes otras prioridades. Necesitas arreglar el ataque. Cientas de vidas pudieron haberse perdido de no ser por el poder que tiene tu nana— gruñí por lo bajo.
—Morirá si no hago algo para romper la maldición.
— Las hermanas Drasto pueden disminuir los efectos. Yo puedo llevar a tu mate a la tribu.
— No pienso dejarla sola Hirok— jamás dejaría que ella fuese sola a otro continente.
—No estás solo Elián, estoy seguro que la hija de Ikender puede acompañarla en esto.
—Elián— Detrás de mí entró la hija del Alpha. La última vez que la vi llevaba el cabello castaño, ahora se lo había teñido de un color celeste.
—Amara— Inspeccionó a Alderin y la herida que llevaba en su brazo.
— Es una maldición ¿cierto?, No pude evitar escuchar lo que decían— suspiré asintiendo con la cabeza.
— ¿Quieres que traiga a las Hadas?— preguntó Ikender cruzado de brazos recargado en el umbral de la puerta.
Nunca me dispuse a pedirle ayuda a los demás. Siempre trate y logré hacer las cosas por mi cuenta sin necesidad de alguien. Pero esto iba más allá de lo que quería. No podía poner en riesgo su vida. Amaba a mi bonita más de lo que cualquier ego podría doblegarme.
-Vamos- susurró Bander dentro de mí.
Me giré hacia el Alpha.
— Háganlo.
Ikender salió de la habitación igual que Hirok. Quedándome con Amara.
— ¿Puedo saber el origen de esa maldición Alpha?— respiré profundo.
William me había contado que ella era curiosa. No podría creer que siendo mates William la rechazara. Por el solo hecho de tener sangre humana.—Siglos atrás, antes de que mi madre muriera conocí a una Espíritu de las estrellas llamada Zela. Era una mujer hermosa, de cabellos dorados y brillantes sumamente largos. Creí haberme enamorado de ella— Tomo una frazada y envuelvo a Alderin en ella. Me doy la vuelta caminando hacia la ventana. Observando la noche.
—No fue así, ella usó un conjuro para enamorarme. Para doblegar mis sentimientos. Bander se dió cuenta de ello y trato de advertirme. Pero, no lo hice. Su espíritu no era bueno, me sedujo, fui su esclavo durante años enteros. Mi madre preocupada por mi trato de alejarme de ella. Zela cortó su garganta frente a mí. Esa mujer se había obsesionado conmigo. Amenazó a la manada, y fue cuando decidí romper ese conjuro. Con todas mis fuerzas. Peleé con ella, hasta quitarle la vida, pero en la batalla me hirió fuertemente con una espada de Plata.
Antes de que ella muriera me maldijo, maldijo al próximo amor que
tuviera— giro mi cabeza de vuelta a la loba. Mirándola fijamente.—“La dueña de tu alma sufrirá con el fuego de la mía”, y ahora ella está pagando las consecuencias. Pensé que moriría, la Diosa luna me regresó a la vida, volviéndome inmune a la plata y tiñiendo mis cabellos del mismo color de su brillo.
—Es increíble, lo siento mucho Elián. Pero de la misma forma en que te regresó a la vida puede romper la maldición. Puedo cuidarla, llevarla a la tribu de Hirok.
—Lo sé— sonreí de lado.
—La dejaré ir, he iré lo más rápido que pueda. Sin embargo no irán solas. Se que Hirok es capaz de protegerlas pero, necesito a alguien de mi manada allá.
— ¿A quien mandaras con
nosotras?— Preguntó.— A William. Tu mate.
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El aullido del Alpha (Terminada)
WerewolfElián, uno de los más poderosos Alphas acude a una reunión al norte de Canadá. Alderin, una chica que no sabe más que meterse en problemas. Pensó que moriría, hasta que ese hombre se cruzó en su camino. La bestia había encontrado a su bella, y el...