El llamado del deber

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"Lo lamento mucho, señorita Noceda. El coeficiente intelectual mínimo para ser admitida en Hexside es de 120, seguramente sus habilidades podrán ser mejor apreciadas en... Otra parte", esas palabras resuenan en la mente de Luz, una y otra vez. Fue lo último que le dijo el director Bump, antes de mostrarle amablemente la salida.

—¿Quién se cree que es? Soy la mejor peleadora en el Dojo Bujinkan, ¡claro que soy lista! —se lamenta, avanzando con paso deprimente por las calles de Epistemburgo —. Un coeficiente de 80 no es tan malo... ¿O sí?

Se trata de una joven morena y atlética, con un cabello castaño ligeramente rizado, cortado a la altura de sus hombros. Esta lleva puestos un top y un buzo deportivos de color negro, además de unas zapatillas blancas y una sudadera morada sin mangas.

Con un suspiro, se detiene y voltea la mirada hacia atrás, dando un último vistazo al Instituto Hexside de Ciencia y Tecnología; de lejos el más prestigioso de todo el archipiélago, del que se han graduado los más prominentes defensores de la humanidad.

—¿Acaso fui ingenua al pensar que podrían aceptarme? —murmura para sus adentros, metiendo la mano en uno de los bolsillos de su abrigo. Al sacarla, desdobla el panfleto de Hexside que le dieron meses atrás, en un tour guiado antes de terminar la secundaria.

Luz se desvía de su camino a casa para sentarse en una banca, desde la que puede apreciar el océano a la distancia. Allí, observa las imágenes que muestra el panfleto sobre las distintas colegiaturas, imaginándose a sí misma en cada una de ellas.

«Sé que puedo ayudar en la lucha contra los vacuos, si me dan la oportunidad...», piensa. Después de todo, su sueño siempre ha sido convertirse en una formidable guerrera de la paz, como Azura; capaz de defender a la humanidad de los horrores que El Vacío constantemente arroja en su mundo. Esa fue su inspiración para inscribirse en el dojo, y resultó ser bastante habilidosa para las artes marciales; sin embargo, a los vacuos no se les puede derrotar solo con fuerza física, se necesita tecnología.

Sobresaltada, la mujer es sacada de sus pensamientos al sentir su celular vibrando en su bolsillo. Al revisar de quién se trata, puede leer un mensaje de su madre.

"Mija, ¿cómo te fue en la prueba de admisión?", dice este, seguido de una carita sonriente. De alguna manera, el mensaje le hace sentir aún más miserable, pues le prometió abandonar su sueño si sus planes de estudiar en Hexside se veían frustrados, aplicando así en otro instituto, y dedicando su vida a una profesión más mundana.

—Demonios...

Silenciando momentáneamente su celular, Luz se pone de pie y decide dar una pequeña caminata por la playa, con la esperanza de que la brisa salina y el sonido de las olas puedan ayudarle a despejar su mente. Siendo recibida por el rústico graznido de las gaviotas, finalmente consigue poner sus pies sobre la arena, respirando hondo y estirando sus brazos.

Volteando la mirada hacia la izquierda, puede notar que no se encuentra sola. A unos quince metros de distancia, yace una madre construyendo un castillo de arena con su hijo pequeño, y por la sonrisa que tienen dibujada en sus rostros, se deja ver que están pasando un buen rato.

—Eso me trae algunos recuerdos —murmura, con una pizca de nostalgia —. Aunque yo hacía monstruos de arena, bastante más interesante —añade, riendo con discreción.

Como cruenta ironía del destino, sus palabras se ven materializadas cuando una brecha hacia el Vacío se abre a espaldas de la ingenua familia. Esta se manifiesta como un agujero en el suelo, despidiendo luces de tinte fantasmal mientras la arena se desliza en su interior, y en retorno, una mano huesuda con garras afiladas surge, aferrándose al exterior.

Percatándose del peligro, la madre suelta un grito de auxilio, poniéndose de pie y sujetando la mano de su hijo; no obstante, es demasiado tarde para huir. Impulsándose con la fuerza sobrehumana de su brazo, la criatura emerge finalmente de la brecha, que se cierra lentamente tras su salida.

El vacuo tiene una apariencia aterradora, con un cuerpo delgado y rígido de casi dos metros, piel verdosa y arrugada, brillantes ojos amarillos que observan celosamente a sus próximas víctimas, y una boca grande provista por dos hileras de filosos dientes.

Exaltada, Luz mira a su alrededor, esperando que haya algún agente imperial cerca, y al notarse sola en su predicamento, no puede evitar preguntarse, «¿qué haría Azura en mi lugar?».

Siendo la respuesta obvia, la joven artista marcial se llena de valor y saca el kusari-fundo que lleva en su mochila, dejando caer esta última sobre la arena.

—Hora de demostrar si realmente estoy hecha para esto —declara, con los latidos de su corazón acelerándose. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora