La Dama Búho

924 134 13
                                    

—Otra humana con deseos de morir —declara el vacuo, ensordecido por el incesante chirrido que tortura sus tímpanos, y cuya fuente es incapaz de determinar —. ¡Que así sea!

Este se lanza coléricamente al ataque, hastiado por haber sido interrumpido una vez más, y aunque espera algún tipo de maniobra evasiva por parte de su contrincante, esta permanece inmóvil, sonriendo con el cinismo de quien no tiene nada que perder.

—¡Muere!

Levantando ambos puños y aplastándole con la fuerza suficiente como para levantar una nube de polvo, se deleita ante lo que aparentemente ha sido una victoria rápida y sencilla, librándose al fin de ese sonido infernal.

—No importa cuántas veces desafíen al Vacío, este siempre...

—Disculpa, ¿ya habíamos comenzado? —le interrumpe la mujer, quien se encuentra tomando el sol varios metros a su izquierda, acostada sobre un paño. Esta baja lentamente sus lentes de sol, mirándole con un aire de superioridad —. Es difícil de saber, los vacuos de bajo nivel como tú rara vez dan un buen show.

Desconcertado, este observa la zona de impacto con incredulidad, comprobando que, en efecto, su ataque no hizo más que asustar a un grupo de cangrejos.

—¡No juegues conmigo! —profiere, lanzándose nuevamente al ataque.

Mientras tanto, Luz se encuentra embobada en su fascinación por el combate, al menos hasta que alguien le sujeta repentinamente del hombro. Sobresaltada, esta se gira y cae de espaldas, sorprendida al reconocer el rostro de su salvadora.

—Tú... Pero, tú estabas...

—Hologramas, niña, viejos y confiables hologramas —responde la mujer, extendiéndole su mano para ayudarle a ponerse de pie —. Mira.

Regresando la mirada al conflicto, puede ver al vacuo aplastar nuevamente a su contrincante, solo para hacerla reaparecer varios metros a su derecha. Justo por encima yace el verdadero bastón, manteniéndose en el aire con pequeños propulsores.

—El bastón proyecta mi imagen con los comentarios y acciones con los que Owlbert cree que yo respondería a esta situación.

—¿Owlbert?

—Ah, sí. La inteligencia artificial que instalé en el bastón, es todo un salvavidas.

—¡Eres increíble! —exclama Luz, sin molestarse en ocultar su emoción —. Estoy presenciando a una agente de la Colegiatura de Hologramas... ¡En acción! Es todo un honor.

—¿Colegiatura? No digas tonterías —alega la contraria, dando un paso al frente —. Una verdadera científica utiliza el conocimiento que le sea útil, sin encasillarse a sí misma dentro de una colegiatura.

Dicho lo cual, toma uno de los frascos que guarda en su cinturón, cuyo contenido es un líquido amarillo y burbujeante.

—Mira y aprende, novata.

Entonces, tomando algo de impulso, aprovecha que el vacuo se encuentra distraído para arrojarle el frasco. Al impactar sobre su cabeza, este voltea la mirada mientras el líquido se escurre por su piel.

—¡Te encontré! — brama, echando a correr en su dirección.

Antes de alcanzar medio camino; sin embargo, el monstruo comienza a aminorar el paso, y cuando se encuentra finalmente cerca, todo su cuerpo se queda paralizado, con la excepción de sus ojos, los cuales le miran con una combinación de odio y frustración.

—Ahora, Owlbert —instruye la mujer, con una expresión ganadora.

Obedeciendo a su comando, el roñoso búho de metal se desprende del bastón, propulsándose rápidamente hasta alcanzar al vacuo, y una vez lo tiene en frente, entra despreocupadamente por su boca. Tras unos instantes de inquietante espera, un borbotón de sangre negruzca se escurre entre sus dientes, y sus ojos finalmente se cierran.

—Hasta nunca, fracasado.

Con el bastón regresando a la palma de su mano, esta lo utiliza para empujarle el pecho, haciéndole caer de espaldas sobre la arena, víctima de una muerte silenciosa. El pequeño búho sale entonces de su boca, agitándose en el aire para sacudirse la sangre de encima.

—¡Lo lograste! —exclama Luz, abrazando repentinamente a la mujer por la espalda.

—Oye, oye... ¿Nunca has escuchado sobre el espacio personal? —replica esta, con una mueca de desagrado.

—Oh, lo siento... —se excusa la joven, retrocediendo con una risilla nerviosa —. Pero... Por la forma en que el vacuo se cubría los oídos, debes de haber utilizado algún tipo de acústica, luego hologramas, un arma química, y para finalizar... ¡Tienes un autómata de combate con forma de búho!

Regocijándose ante los elogios de su nueva admiradora, la mujer ríe altaneramente mientras se acerca a su presa, quitándose el saco de encima y dejándolo caer sobre la arena.

—¡Debo saber el nombre de una persona tan talentosa como usted! —insiste Luz, siguiéndole el paso.

—Si tanta curiosidad tienes, puedes llamarme Eda —resuelve esta, poniéndose de rodillas para inspeccionar al monstruo de cerca —. Aunque muchos me conocen como la Dama Búho. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora