Tribulaciones nocturnas

421 66 25
                                    

Tras haberse despedido de su "chica misteriosa", Luz se cubre nuevamente con su colorido suéter y se aleja del puesto de tiro al blanco; acto seguido, guarda la corona que ganó para King en el bolsillo delantero del suéter, y se dispone a buscar a sus amigos.

«Vaya que se están tardando en esta tienda de antigüedades», piensa, regresando por donde vino. Tras avanzar un poco entre la multitud y acercarse al puesto, esta se sorprende al notar que un pequeño grupo de personas se ha conglomerado justo en frente... entre los que se encuentran algunos guardias de seguridad.

—Oigan, ¿por qué me interrogan a mí? —cuestiona Gus, quien se encuentra hablando con dos de los guardias —. ¡Él es el que está estafando a las personas, no yo! —añade, señalando iracundamente al dueño de la tienda.

El mayor de los guardias se acaricia las sienes mientras intenta mantenerse "cordial"; después de todo, no querría mostrarse irrespetuoso con uno de los prominentes estudiantes de Hexside.

—Escucha, chico —responde finalmente, moderando su voz —. Si lo que te enseñan en esa academia te basta para decir que estos productos son falsos, entonces ve y presenta una queja en la Oficina de Servicio al Cliente. Armar un alboroto en la feria y gritar que el dueño de este puesto es, y te cito, "un despreciable ladrón sin ningún respeto por el arte", está en contra de las reglas.

—¡Pero...!

—Suficiente, márchate de la feria mientras todavía lo permito.

—Muchas gracias, oficial —comenta Tibbles, quien se encuentra detrás de su mostrador, exhibiendo una sonrisa ladina —. Me alegra que se haya hecho justicia.

El joven estudiante está a punto de armar otra rabieta cuando su mirada se cruza con la de Willow, quien hace un silencioso gesto de negación con su cabeza. Entonces, haciendo un esfuerzo descomunal por mantener la boca cerrada, este le acompaña para alejarse del puesto.

—Algo me dice que no compraron nada —comenta Luz, esbozando una sonrisa incómoda al alcanzarles.

—Hola, Luz —responde Willow, visiblemente avergonzada —. Lamento que no hayamos podido acompañarte al puesto de tiro al blanco... como pudiste ver...

—¡Nuestros derechos fueron atropellados por las autoridades corruptas que dirigen esta feria! —interrumpe Gus.

En un gesto amable de compañerismo, Luz reposa la mano sobre su hombro y le da unas palmaditas de consuelo.

—Sé cómo te sientes, amigo mío... también me he metido en problemas con la ley por hacer lo correcto.

«Espero que no se convierta en un hábito», piensa Willow, temiendo por el futuro de sus amigos. Sin más remedio que abandonar la feria, los tres caminan juntos hasta el enorme letrero de bienvenida que se encuentra en la entrada; una vez allí, se despiden amistosamente para ir cada uno por su camino.

Lo que el joven grupo de amigos ignora, es que justo por encima de ese letrero, un pequeño dron de espionaje se encuentra filmándoles, con su lente enfocado especialmente en Luz. Al perderle de vista, el dron asciende para desaparecer en el misterioso cielo nocturno.

La entusiasta forajida, por su parte, emprende el camino a casa caminando a un ritmo alegre y constante. Mientras avanza, no puede evitar pensar en aquella chica del puesto de tiro al blanco, con sus llamativos ojos color ámbar...

—Es una pena que no pudiera escuchar su nombre —murmura para sus adentros, siendo las estrellas su única compañía.

Caminando a una velocidad que no muchos podrían imitar, la joven morena no tarda en divisar el bosque en la lejanía, y conforme se acerca al mismo, la iluminación artificial que ofrece la ciudad comienza a dejarle atrás. «Cuento contigo, pequeña linterna-llavero», piensa, sacando el aparato de su bolsillo para alumbrar su camino.

Conforme recorre el bosque, Luz descubre que la tenue iluminación que ofrece su linterna no hace demasiado por ahuyentar el aspecto tétrico que ofrece el paisaje nocturno. En cierto momento, se ve sobresaltada por el repentino ulular de un búho sobre su cabeza.

—Todo bien, amiguito... soy de los tuyos... —expresa al subir la mirada, encontrándose con los ojos de la criatura brillando en la oscuridad.

Anhelando tener un techo sobre su cabeza, esta apresura el paso e intenta ignorar cualquier sonido o movimiento extraño en sus alrededores. Cuando sus ojos logran distinguir al gigantesco roble que les sirve de escondite a pocos metros de distancia, su corazón realmente se llena de felicidad; sin embargo, esta dura muy poco.

—¿Owlbert?

Hallándose frente a la entrada oculta, Luz se sorprende de encontrar el bastón de Eda tirado en el suelo. Al recogerlo, puede notar que sus ojos muestran una luz roja intermitente.

—Hooty, ¿estás ahí?

—¡Hola, Luz! —exclama la IA, abriendo sus ojos —. Siempre estoy aquí, excepto cuando te acompaño dentro de la armadura, ¡porque entonces estoy en dos lugares a la vez!

—¿Está Eda adentro? —interroga al instante, ignorando sus ocurrencias.

—No, todavía no ha regresado. Pero Owlbert llegó hace unas horas, le he estado contando sobre mis más íntimos...

—¡Hooty! —le interrumpe con severidad, comenzando a preocuparse —. ¿Qué significa esto? —pregunta entonces, mostrándole las luces.

—Oh, es una señal de emergencia.

«Oh, no...», piensa la joven aprendiz, sintiendo un vacío en su estómago. Alguien con un historial tan pintoresco como el de Eda podría tener un sinfín de enemigos: vacuos, autoridades, criminales...

—Hooty, necesito que te concentres, amigo —manifiesta, intentando mantener la calma.

—¡Concentrado y preparado!

—¿Tienes alguna manera de localizarla?

El simpático programa parece considerar la pregunta por algunos instantes.

—Hm, debería poder rastrear varios de los artefactos que lleva consigo. La tecnología que utiliza es única, así que emite una carga energética fácilmente diferenciable del resto.

—¡Hooty, eres lo máximo! —exclama Luz, aferrándose a ese pequeño rayo de esperanza —. Te abrazaría si no fueras una puerta.

—Bueno, si convences a Eda de construirme un cuerpo, quizá podrías...

—¡En otro momento! —le interrumpe nuevamente —. Déjame entrar, necesito bajar al taller mientras localizas su paradero.

—Oh, ¿qué vas a hacer?

Entrando al elevador, la chica da un último y angustioso vistazo al bastón que reposa sobre sus manos... solo para terminar frunciendo el ceño.

—Voy a preparar la armadura —responde, con la plena determinación de auxiliar a su mentora. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora