La Guerrera Búho

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Aunque Luz a simple vista puede parecer una joven osada y temeraria, que simplemente se lanza sin pensar hacia el peligro; en realidad, siempre hace un esfuerzo por estudiar la situación tanto como puede, es una habilidad que desarrolló en el dojo. El peso, la altura, la masa muscular, la técnica, la experiencia, incluso el escenario en el que combatirá a su oponente; todos esos factores formaban parte de su estrategia de ataque.

«Pero esto es más complicado», piensa, mordiéndose el labio inferior. Es lógico pensar que se activarán las alarmas del Reformatorio en el instante que rompa el cristal, por lo que, aunque debería tener tiempo de sobra para abrir las celdas, debe pensar en cómo logrará que los prisioneros escapen.

—Solo hay una forma... ¡Los escoltaré yo misma hasta la salida! —exclama, destrozando el cristal con su puño.

Al instante, una sirena estridente puede escucharse por todo el edificio, lo suficientemente fuerte como para que los prisioneros puedan alarmarse dentro de sus celdas. Sin tiempo que perder, Luz accede al panel de control y fuerza una "apertura de emergencia", provocando que los seguros electrónicos se desactiven y todas las puertas se abran.

—¡Escuchen! Abriré el camino hasta la salida de emergencia, quédense juntos y escapen tan pronto vean una apertura.

Los prisioneros parecen en shock, absortos ante tan inesperado rescate. La idea de escapar del Conformatorio normalmente les parecería ridícula; pero, tras presenciar el decadente estado mental en que quedan las personas tras su "acondicionamiento cognitivo", realmente prefieren intentarlo y morir, antes que quedarse y ser los próximos. Así pues, los prisioneros se contagian del valor de su misteriosa libertadora y salen de sus celdas.

Motivada por la responsabilidad de mantenerlos a salvo, Luz se dirige inmediatamente hacia la entrada del cuarto de celdas; y al abrir la puerta, consigue escuchar los pasos de un grupo de guardias. «Eda dijo que la mayoría de estos guardias utiliza armamento y protección básicas, están entrenados para mantener a los prisioneros bajo control, pero poco más. Debo tumbarlos antes de que el guardián Wrath aparezca, intuyo que él será un problema completamente diferente».

Mientras tanto, siete guardias armados avanzan por los pasillos con un gran sentimiento de incertidumbre, pues no logran comprender cómo pudo activarse la alarma de uno de los paneles de control, si no se ha registrado ninguna anomalía en entrada o ventana alguna que dé con el exterior.

—¿Crees que se trate de un error en el sistema? —pregunta uno de los guardias a su superior.

—Sea lo que sea, lidiaremos con el problema —responde este, liderando al grupo —. Tenemos órdenes de no molestar a Wrath hasta que salga de la cámara de contención, además...

Entonces, el hombre alcanza finalmente la entrada del cuarto de celdas y, sin tiempo a terminar de hablar, es recibido por un puñetazo rápido y certero en el rostro, haciéndole caer de espaldas en los brazos de uno de sus compañeros. Este parece hacer un esfuerzo por reincorporarse; pero, termina por caer rendido, completamente noqueado.

La propia Luz se sorprende por el aumento de fuerza que le proporcionó la armadura, mas no hay tiempo de maravillarse, pues el resto de guardias se disponen a atacar.

—¡Un autómata de combate, háganlo pedazos! —exclama uno de estos, siendo el primero en abrir fuego.

Haciendo gala de reflejos rigurosamente entrenados, la intrusa consigue girar en el suelo y, apoyando sus manos en el mismo, levanta ambas piernas para patear a su atacante en el mentón.

Habiendo dejado a los cinco guardias restantes boquiabiertos, se pone nuevamente de pie y levanta sus puños en posición defensiva.

—No se enfrentan a un robot —revela, dejándose llevar nuevamente por la adrenalina —. Soy de carne y hueso, igual que ustedes.

Los guardias dudan por un instante; sin embargo, nunca antes habían visto a un autómata de combate moverse de ese modo, y mucho menos hablar, pues resulta irrelevante para combatir a los vacuos.

—¿Q-Quién eres? —se anima uno a preguntar.

—Recuerden mi nombre antes de morder el polvo, yo soy...

«¿Quién se supone que soy?», se cuestiona entonces. «No puedo decirles mi nombre, sería imprudente y anticlimático. Necesito un alter-ego, algo que inspire valor en los indefensos e infunda terror en mis adversarios... ¡Ya lo tengo!».

—Yo soy... ¡La Guerrera Búho! —anuncia.

Y sin darles tiempo a reaccionar, les hace perder la única ventaja de la que disponen, la distancia. La Guerrera Búho se acerca con la ferocidad de un ave de presa, pateando el arma de uno de los guardias fuera de su alcance, para finalmente ponerlo a dormir con un contundente cabezazo.

Dos guardias disparan en respuesta, y aunque se mueve con una agilidad envidiable, Luz es incapaz de esquivar todos los proyectiles. Aun así, la armadura consigue resistir los impactos, y gana el tiempo suficiente para que consiga acercarse.

Mientras tanto, los dos soldados restantes apuntan con nerviosismo, temiendo lastimar a sus colegas por accidente. Uno de ellos; sin embargo, decide bajar su arma y voltear la mirada hacia su compañero.

—No hay forma de que la derrotemos, ni siquiera con refuerzos —reconoce, tragando saliva —. Erick, debes notificar a Wrath de la situación.

—¿Perdiste la cabeza? Estará furioso si interrumpimos su investigación.

—¿Y crees que estará feliz si dejamos escapar a dieciocho prisioneros?

—Buen punto...

—Corre, usaré el nuevo prototipo para entretenerla tanto como pueda.

—No puedo permitir que ninguno de ustedes se vaya —interrumpe la intrusa.

Volteando la mirada, los guardias sienten un escalofrío al notar que son los únicos que siguen en pie.

—¡Vete!

Asintiendo, Erick da media vuelta y comienza a correr. Aunque Luz intenta detenerle, el otro guardia rápidamente se interpone en su camino, sacando un extraño dispositivo de su bolsillo. Se trata de un disco de metal que a duras penas supera el tamaño de un plato, con una agarradera en la parte trasera.

—Quedarte atrás para que tu amigo pueda escapar es algo encomiable —admite la chica —. Pero voy a liberar a estas personas, cueste lo que cueste.

—El guardián Wrath se encargará de ti, y muy pronto estarás compartiendo el encierro con ellos.

Frunciendo el ceño, Luz se lanza nuevamente al ataque, dirigiendo un derechazo al rostro de su oponente. Antes de acertar el golpe; sin embargo, una barrera de energía surge de los bordes del disco, despidiendo chispas al momento del impacto.

La Guerrera Búho retrocede con cautela, percatándose de que el metal que cubre sus nudillos se encuentra al rojo vivo. «El metal resiste, pero puedo sentir el calor. Si no tengo cuidado, me terminaré rostizando aquí dentro».

—¿Te gusta? —pregunta el hombre, recuperando algo de confianza —. Un escudo experimental, cortesía de la Agencia Imperial.

«Vamos, Luz, responde algo genial».

—Nada mal —dice finalmente, subiendo ambos puños y levantando su pierna derecha, lista para intentar otra ofensiva —. Úsalo bien y quizá dures más de cinco segundos. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora