Intrusa

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Sujetándose la cabeza por una creciente jaqueca, un hombre agotado yace sentado en su escritorio, con una enorme pila de documentos en frente. El gafete en su camisa pone "Dornn - Secretario Administrativo", cosa que; en lo que a él concierne, significa ser el esclavo personal del celador Wrath, un trabajo que no le desearía ni a su peor enemigo.

—Mierda... ¿Cómo terminé aquí? —se lamenta, dejando caer su cabeza sobre una carpeta abierta.

Aunque su vida como desempleado distaba mucho de ser glamurosa, al menos se encontraba libre de esa aura oscura y desesperanzadora que consume a todo aquel que trabaja en el Conformatorio. Levantando el rostro con pesadez, nota que alguien más ha entrado a su oficina.

—Nuevo decomiso —expresa el mensajero, con un rostro de amargura no muy diferente del suyo.

Este empuja con esfuerzo una carretilla de carga, sobre la que reposa una caja de madera de dos metros de alto.

Dornn, por su parte, no puede hacer más que suspirar mientras dejan el decomiso en una esquina. Parte de su trabajo consiste en revisar, catalogar, ordenar y archivar todos los decomisos que entran al Conformatorio, una labor cada vez más engorrosa, pues con cada día que pasa parecieran llegar en mayor número.

Tan pronto el mensajero abandona la oficina, el secretario se levanta de su silla y se acerca a la caja, con intenciones de averiguar su contenido.

—Con una caja tan grande, supongo que solo puede ser una cosa —murmura, quitando el seguro y retirando la tapa —. Un maldito robot, claro que sí...

Un extraño robot de tintes dorados yace dentro de la caja, por lo que; con un bufido casi infantil, se da media vuelta para buscar algunas herramientas en su escritorio.

—Maldito robot, maldito Conformatorio, maldito trabajo, maldito...

«Wrath», piensa, mas no se atreve a profanar ese nombre, por un temor casi religioso a ser escuchado.

—Creo que necesitas un descanso, amigo.

—¿Tú crees? Daría lo que sea por unas buenas vacaciones —admite Dornn.

Entonces, arqueando la ceja con desconcierto, voltea la mirada solo para recibir un rápido y sutil golpe en el cuello. Habiéndole noqueado, Luz lo ataja en el aire y lo deja reposando sobre el escritorio.

—Eda, estoy dentro —susurra por el comunicador integrado en su casco.

—¡Lo mataste muy rápido! —interrumpe King, con una risilla maquiavélica.

—¡No lo maté! Golpeé su vena carótida, es un truco que aprendí en el dojo.

—No le hagas caso —responde Eda, alejando a su compañero con un gruñido de molestia —. Dime, ¿cómo te sientes allí dentro?

—Bien, aunque aún no me acostumbro a su peso, y el aire aquí está un poco caliente.

—Hm... Habrá que hacer algunos ajustes. En fin, ¿tienes claro el plan?

—¡Sí! —exclama con firmeza —. Desde aquí, me escabulliré por las celdas del cuarto B, hasta llegar a la bodega de objetos decomisados. En el momento que recupere la corona, utilizaré la armadura para romper los grilletes de la ventana y escapar por los pasadizos oscuros de la ciudad.

—¿Con cuántas horas de energía cuenta la armadura?

—¡Tres horas!

—¿Cómo activas el armamento?

—¡Con comandos de voz!

—¿Cuántas preguntas harás sobre la ilegalidad de esta operación?

—¡Ninguna!

—Esa es mi chica... —responde Eda, llevándose la mano al corazón —. Muy bien, concéntrate y todo saldrá bien.

Asintiendo en silencio, Luz avanza por la habitación hasta encontrarse con un espejo, admirando su reflejo con emoción. «Es como si hubiese sido hecha para mí», piensa, con una sonrisa tímida.

Decidida a completar su misión con éxito, se dirige a la puerta y sale finalmente de la oficina. Encontrándose en un pasillo lúgubre con tenues luces tintineantes, avanza evitando las cámaras de seguridad con extrema cautela.

Con el mapa dispuesto en la pantalla de su casco, no tiene problema alguno en avanzar por los casi laberínticos pasillos del edificio, hasta encontrar la puerta que buscaba: Celdas de Contención - Sección B. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora