Un rescate oportuno

1K 151 18
                                    

Con su instinto maternal primando por sobre el de supervivencia, la madre empuja a su hijo hacia atrás y extiende sus brazos frente al monstruo, protegiendo al pequeño con su propio cuerpo.

—¡Corre Georgie, busca ayuda! —exclama, dispuesta a entregar su vida con tal de que su retoño pueda ver el mañana.

Aterrado, este obedece y se echa a correr; pero, en una clara demostración de que su intelecto y malicia distan de los de una bestia salvaje, el vacuo da un gran salto en el aire y aterriza justo en frente del niño, con una sonrisa lo suficientemente depravada como para hacerle caer de espaldas, completamente horrorizado.

—Alabado sea el Dios Rey, por concederme este glorioso festín de carne humana —expresa la criatura, alzando sus brazos de forma imponente, listo para atacar —. Ahora perezcan ante el poder del...

Frunciendo el ceño, el vacuo es interrumpido cuando una bola de arena cae sobre su cabeza.

—¡Por aquí, engendro! —clama Luz, sacudiéndose la arena de las manos.

Al voltear la mirada, el vacuo suelta un bufido de molestia. Ante sus ojos yace una humana completamente desarmada, cosa que ante sus ojos no es más que otra presa.

—Humana imprudente... ¡Podría devorarte entera si así lo quisiera!

Luz arquea la ceja al escucharle, pues es la primera vez que sabe de un vacuo que tenga la capacidad de hablar. De todas formas, decide que después tendrá tiempo para pensar sobre eso.

—No debes subestimarme. Yo soy la virtuosa heroína, Luz; guerrera de la paz... ¡Ahora pelea, basura!

Dicho lo cual, se abalanza directamente hacia su oponente, y sonríe al notar que este ha caído en su provocación. El vacuo avanza impetuosamente para atacar con sus garras; sin embargo, justo cuando la tiene al alcance de sus manos, esta se desliza por el suelo, dejando relucir las brillantes cadenas del kusari-fundo que escondía en su mano derecha.

—¡Muerde el polvo!

Enganchando las cadenas a la muñeca del monstruo, Luz tira con fuerza y le hace perder el equilibrio, provocando que caiga de cabeza sobre la arena. Entonces, aprovecha inmediatamente la oportunidad para saltar a su espalda, utilizando las cadenas para sujetarle firmemente del cuello.

—¡Lo hice, derroté a un vacuo! —clama, con la adrenalina nublando su buen juicio.

—En tus sueños...

Visiblemente irritada, la criatura estira su largo brazo para sujetar a Luz de su abrigo, quitándosela de encima y arrojándola hacia el frente. La joven cae sobre la arena con un gemido de dolor, subiendo forzosamente la mirada en busca de su arma.

Antes de poder encontrarla, grita tortuosamente cuando el vacuo le pisa la espalda, enterrándole una de sus garras en la piel. Aunque siempre se ha caracterizado por ser una mujer fuerte, la fuerza y peso de su oponente son más de lo que puede manejar.

—Patético —declara el monstruo, con una sonrisa triunfante —. ¿Realmente creíste que podrías derrotarme?

—Yo... Yo gané... —murmura en respuesta, percatándose de que la madre y su hijo ya han abandonado el lugar.

«Si no puedo vivir como una heroína, al menos moriré como una», piensa, cerrando sus ojos a la espera del golpe final. Grande es su sorpresa cuando, lejos de terminar con su vida, el vacuo levanta su pie y comienza a retroceder.

—¡Mis oídos! —exclama la bestia, llevándose ambas manos a la cabeza.

Volteando la mirada hacia atrás, se encuentra con la autora de su dolor.

La recién llegada es una mujer madura de aspecto rebelde. Su piel es pálida, sus ojos de un llamativo color miel que combina con el esmalte de sus uñas, y no tiene miedo de mostrar las canas de su larga y alborotada cabellera. Lo que más llama la atención; sin embargo, es que, con excepción de su vestido rojo y el saco vacío que carga en su espalda, todo lo que lleva encima parece ser tecnología: un chaleco con luces parpadeantes, un cinturón cargado con pequeños frascos de cristal, una tableta electrónica ajustada a su cintura con una correa de cuero, y un llamativo bastón de metal, con cables que se desbordan de su interior, y la figura de un búho ubicada en la parte superior.

—¿Un vacuo parlanchín? Hoy debe de ser mi día de suerte —expresa esta, con una sonrisa astuta que se ve adornada por un brillante colmillo de oro.

Boquiabierta, Luz no puede hacer más que sentarse sobre la arena, observando la escena mientras intenta ignorar el ardor en su espalda. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora