La supervivencia del más apto

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Durante su camino de regreso a casa, Luz no pensó en otra cosa que mostrarle su combate a su mentora, hacerla sentir orgullosa, demostrarle que había tomado la decisión correcta al cubrirle bajo su ala. Ahora que se han trasladado hasta la cocina, y tanto Eda como King tienen su atención en la grabación, la suya propia se ha quedado en el relato que acaba de escuchar.

«Debe haber algo que pueda hacer», piensa. Pero, aunque irremediablemente altruista, no es tan ingenua como para creer que cualquier problema se puede resolver solo con esfuerzo y una buena actitud; si alguien tan inteligente y talentosa como la Dama Búho no ha encontrado una solución para la conversión inter-dimensional, ¿qué podría hacer una novata que ni siquiera consiguió ingresar a Hexside?

Su mirada regresa a la grabación cuando está por terminar, con el decisivo corte en el estómago que selló su victoria.

—¡Le sacaste sus vísceras! —exclama King con entusiasmo, acercándose al casco para regresar la grabación y mirar la escena de nuevo.

Eda, por su parte, se muestra bastante más reflexiva, lo que le hace sentir un poco nerviosa.

—Déjame ver si entendí —expresa finalmente, apoyando los codos sobre la mesa, y el mentón sobre sus manos —. Tú instalaste a Hooty en la armadura sin mi permiso y, sin haberte aprendido los comandos, ¿fuiste a enfrentar a un vacuo clase B?

—Suena irresponsable cuando lo dices así... —responde Luz, encogiéndose de hombros con una sonrisa nerviosa.

—¿Sabes qué pienso de eso?

La joven traga saliva antes de responder, bajando la mirada con arrepentimiento.

—Que está mal tomar atajos...

—Pfff, no, ¿te decían esas tonterías en el dojo?

Eda sorprende a su pupila al ponerse de pie, acercándose y desordenando su cabello con una expresión casi maternal.

—Lo que pienso es que estoy muy orgullosa —añade, con una sonrisa sincera —. Tenías un problema y encontraste una solución. En el mundo real no sobreviven los inteligentes, tampoco los fuertes... Sobreviven los astutos, sobreviven los que saben adaptarse; tú te adaptaste, y ese vacuo no tuvo ninguna posibilidad en contra tuya.

—Entonces... ¿Lo apruebas? —pregunta Luz, recobrando los ánimos.

Su maestra asiente mientras regresa a su asiento.

—Puede que haya sido mi error intentar que te memorizaras los comandos —reflexiona la mayor —. Soy tu maestra, pero esto no se trata de que te parezcas a mí, o a esos engreídos de Hexside; esto se trata de que aprendas a ser una mejor versión de ti misma.

—Eda...

Luz hace un esfuerzo por contener sus lágrimas, manteniendo la frente en alto.

—Podría ver esto toda la noche —interrumpe King, con una risilla perversa. Mientras mentora y alumna conversaban, le ha dado tiempo de repetir la escena unas 10 veces...

La Dama Búho se sorprende a sí misma sonriendo, no puede evitar preguntarse, ¿en qué momento acabó a cargo de ese par? Si veinte años atrás alguien le hubiese dicho que terminaría al cuidado de un vacuo con delirios de grandeza y una luchadora con complejo de Atlas, se habría mostrado muy escéptica.

—Muy bien, es tarde y mamá necesita descansar —anuncia, aplaudiendo dos veces para llamar su atención—. A dormir, vamos.

—No seguiré órdenes tuyas, mortal —responde King, cruzándose de brazos y apartando la mirada.

—A dormir, o quemaré todos tus videojuegos con clasificación +18.

—¡No, el Mortal Kombat no!

Ansioso, el vacuo salta de su silla y abandona rápidamente la cocina. Luz ríe juguetonamente al verle, levantándose también de su asiento.

—Buenas noches —expresa —. Y nuevamente, gracias por todo.

—Ni lo menciones, es divertido tenerte por aquí —reconoce Eda —. Ahora anda, mañana habrá mucho por hacer.

—¡Sí, señora!

También deseosa de descansar un poco, Luz no tarda en llegar a su habitación, la misma en que despertó luego de su desmayo a las afueras del Conformatorio. Desde su llegada a la Casa Búho, ha tenido oportunidad de decorar un poco: algunos carteles promocionales de Azura, un saco de boxeo, una figura de cartón en tamaño real de Bruce Lee, luces navideñas colgando del techo y una montaña de libros referentes a las colegiaturas apilados sobre un viejo escritorio.

«Me gustaría traer algunas cosas de mi antigua habitación», piensa, acostada de cara al techo. Fácilmente podría, pero no se siente lista para mirar a su madre a los ojos... Con eso en mente, estira la mano hasta la mesita de noche y toma su celular, abriendo su última conversación con ella.

—Hola, mami —dice en voz alta, presionando el ícono de un micrófono para enviar un audio —. Todo va muy bien por acá, creo que me estoy convirtiendo en una agente muy buena, ¡hoy derroté a un vacuo clase B con mi EdR! Sé que se escucha peligroso, pero me estoy tomando mi trabajo muy en serio, así que no tienes nada de qué preocuparte.

La morena se muerde el labio inferior con suavidad, dándose cuenta de que nunca había estado tanto tiempo lejos de casa, lejos de su madre... La extraña.

—En fin, no dudes en contarme sobre tus días en la clínica, o sobre cómo van las cosas en casa —añade —. Buenas noches, te quiero mucho.

Y levantando su dedo, el audio se ha enviado. Luz está a punto de devolver el celular a su lugar cuando le siente vibrar, y al revisar, se encuentra con un mensaje de Gus.

—¿El Carnaval de Epistemburgo? —murmura al terminar de leerlo, restregando sus ojos con un bostezo.

Parece que sus planes de salir con Gus y Willow el fin de semana ya tienen lugar y fecha. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora