Un trato visceral

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—¡Es un placer conocerla! Señora Eda, Dama Búho, señora —expresa Luz, visiblemente exaltada.

—Dijiste "señora" dos veces... Solo llámame Eda. Ahora, sé una buena chica y ayúdame con esto.

Dicho lo cual, la mujer rebusca en uno de los bolsillos de su vestido y saca unas pequeñas pinzas, extendiéndoselas a Luz.

—Sácale los ojos y ponlos en el saco —instruye, con toda naturalidad.

—¡Eugh! ¿Para qué quieres sus ojos?

—¿Sabes cuánto dinero pagan algunos por un par de ojos de vacuo? Preocupantemente, bastante.

Sin dar mayores explicaciones, esta presiona uno de los botones en su bastón, haciendo que surja una navaja en el espacio que antes ocupada el búho. Entonces, abre la boca del monstruo, sujeta su lengua con fuerza y la corta de un tajo.

Deseosa por ganarse su aprobación, Luz decide seguirle la corriente, apartando la mirada con incomodidad mientras mete las pinzas en las cuencas oculares de la criatura.

—Con ese increíble manejo de la tecnología, usted debe de formar parte de la Élite Imperial, ¿no es así? —pregunta, extrayendo el primer ojo y metiéndolo en el saco.

—Pfff, ¿y trabajar para ese emperador de pacotilla? No, gracias —responde Eda, dándole una palmada en el pecho al vacuo —. Vamos a abrir a este chico malo, Owlbert.

Abriendo su pico, el autómata saca una pequeña hoja láser y se acerca nuevamente al vacuo, perforando su piel con la precisión de un robot cirujano. Seguidamente, la Dama Búho retira la carne cortada y la hace a un lado, ayudándose con la navaja para extraer los órganos más valiosos, uno por uno y con sus propias manos desnudas.

—¿Qué esperas?, ¿así es como me agradeces por salvarte el pellejo? —reclama, dedicando a la joven una mirada inquisidora.

Y así, combatiendo sus náuseas con ciego optimismo y buena voluntad, Luz se pone manos a la obra. Pasan cerca de diez minutos hasta que la misteriosa Dama Búho finalmente le permite detenerse, una intervención que agradece con todo su corazón.

—Cielos, realmente no esperaba que te quedaras para ensuciarte las manos conmigo —resuelve Eda, lavando sus manos en la orilla del mar —. ¿Cuál es tu nombre, niña?

—¡Luz Noceda, señora! —responde esta, apresurándose para lavar también las suyas —. Y no soy una niña... —añade, con una risa nerviosa —. Tengo dieciocho años, de hecho, vengo justamente de aplicar para Hexside, o bueno... Esa era la idea.

Arqueando la ceja, Eda se toma un momento para observar a la chica con detenimiento. Ciertamente no parece el tipo de erudita que Hexside admitiría de brazos abiertos; sin embargo, posee una cualidad de la que la mayoría de esos estudiantes pretenciosos carece, valor; la herida en su espalda es prueba de ello.

—Oye... No te desanimes, de no haber sido por ti, habría encontrado dos cadáveres en el estómago de esa bestia. Así que, ¿qué más da si te rechazaron? Yo fui expulsada de Hexside y mírame, toda una estrella —expresa, sin una pizca de humildad.

—¿¡Entonces me vas a entrenar!? —pregunta Luz, juntando ambas manos con ilusión.

—Estoy bastante segura de que no dije eso.

—¡Por favor! Pensé que fuera de Hexside mi sueño de ser una guerrera de la paz estaba acabado; pero, si alguien tan genial como usted me enseña, ¡estoy segura de que puedo lograrlo!

—No.

—¡Haré lo que me pida!

—No.

—Yo... Llevaré ese saco maloliente hasta su casa.

—¡Ja! Soy perfectamente capaz de llevar mi saco maloliente, gracias —responde Eda, acercándose al mismo.

Al intentar levantarlo; no obstante, nota que es algo más pesado de lo que pensaba.

—Muy bien... Te diré lo que haremos —resuelve entonces, con una sonrisa despreocupada —. Llevaremos esta valiosa mercancía hasta mi casa, y una vez allí, te hablaré de una misión secreta de alto riesgo de la que debo ocuparme. Si me ayudas con esa misión, te enseñaré lo que sé, ¿trato hecho?

«Escondites, misiones secretas y una tutora clandestina», piensa Luz, sin poder contener su emoción, pues finalmente vivirá una aventura como las de Azura. Entonces, sujeta el saco con firmeza y lo pasa por encima de su hombro, cargándolo con facilidad.

—¡Trato hecho, señora Eda, Dama Búho, señora! —exclama con entusiasmo.

—Espero no arrepentirme de esto... —murmura la contraria para sus adentros, con una mueca de resignación. 

La Guerrera Búho [Lumity] PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora