Cap. 52 La Princesa

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Las féminas estaban todavía sentadas a la orilla del río platicando tranquilas cuando una extraña mujer apareció e ignorando a todos los presentes se arrodilló ante Sesshomaru con la cabeza pegada al suelo.

-Oh! Mi Señor, por fin vuelvo a verlo...

-¿Te conozco? - preguntó el Lord levantando una ceja.

-Mi nombre es Sara, espero que se acuerde de mí. - Respondió la mujer poniéndose poco a poco de pié.

-No tengo idea de quién rayos eres tú. - dijo Sesshomaru pasando por un lado de ella para acercarse a su pequeña Miko.

-Me duele escuchar eso. - en sus ojos se veía la tristeza pero aún así siguió hablando mientras él se retiraba. - Lo conocí hace un tiempo cuando el reinado de mi padre se encontraba en guerra, nos estaban atacando y nos tenían completamente acorralados, el ejército de mi padre ya tenía muchas bajas y no podían seguir retenindo los ataques. Estábamos conscientes de nuestra derrota y resignados a morir con honor. Pero de pronto apareció usted, con un solo látigo verde en la mano acabó con todos nuestros enemigos, nos salvó a mí y a mi gente. Desde ese momento que sus preciosos ojos se dignaron a mirarme, yo supe que era el hombre de mi vida, quedé completamente enamorada de usted, mi señor. Por favor disculpe mi atrevimiento pero no puedo seguir callando.

Sesshomaru seguía su camino mientras la mujer hablaba, parecía ser que al Lord no le interesaba en lo más mínimo lo que esa humana tuviera que decirle. Ahome ya se encontraba de pié viendo a la, por lo visto, princesa. Parecía que la historia le importaba más a ella que al mismo peliplateado. Mientras la mujer le profesaba su amor, Sesshomaru ya había llegado con su prometida, tomó su mano y besó su dorso, acto que no pasó desapercibido por dicha princesa que entrecerro los ojos viendo con evidente odio a la azabache.
Nadie pronunció nada por unos incómodos segundos que parecieron eternos hasta que por fin la mujer decidió hablar de nuevo.

-Déjeme por favor hacer algo por usted. - pidió la mujer con desesperación.

-¿Tú? Dime ¿Qué podrías hacer tú por mí? ¿Qué podrías darme tú que me sea de utilidad? - lo dijo tan fría y despectivamente que Ahome apretó un poco la mano que sujetaba su cintura para hacerle saber que quizás estaba siendo demasiado duro con ella.

-Lo que usted más desee, lo que sea, solamente déjeme demostrarle que mi amor es sincero. Deme la oportunidad por favor. - Ahome se sintió un poco incomoda ante las palabras de la mujer, no eran celos porque ella veía el desinterés de su prometido, era más bien un sentimiento de lastima, algo en ella transmitía demasiada tristeza.

-Puedes hacer lo que quieras, esa es decisión tuya, sin embargo dudo que puedas hacer algo por mí. Tengo todo lo que deseo a lado de mi mujer. - dijo apretando más el brazo que rodeaba a la Sacerdotisa.

-¡Ella no es su mujer! - gritó Sara pero su grito fue distorsionado por una voz distinta a la suave de la chica, la otra se escuchaba espeluznante. Bajó la mirada y su voz regresó a ser la misma- Aún no la ha tomado, aún no está marcada. Le suplico una oportunidad.

Esas palabras si causaron una evidente molestia en la azabache que frunció el ceño. Quería contestar y por fin poner en su lugar a esa extraña princesa, pero sus intenciones fueron frenadas por el mismo Lord que tomó su mentón y la giró para que lo viera a los ojos. Ella lo hizo y pudo ver en su mirada la seguridad que necesitaba y eso bastó para guardarse sus palabras.

-¿Te atreves a cuestionarme? - preguntó aún más frío de lo normal.

-P... Perdóneme. No volverá a ocurrir. Solamente le suplico que acepte mis ofrendas como muestra de mi amor. - pidió Sara haciendo una reverencia.

-Has lo que quieras. - fue su última frase dirigida a la mujer. Se giró y comenzó a caminar con Ahome de su mano. La mujer comenzó su camino tranquilo hacia el lado contrario hasta desaparecer.

...

-Sessh, necesito preguntarte ¿quién era esa mujer? - habló Ahome cuando Sesshomaru se sentó detrás de ella con los pies dentro del río que seguían.

-¿Celos Miko? - ahí estaba de nuevo su tono burlón.

-Oh no mi querido Lord egolatra. No te creas tan importante - en el rostro de Sesshomaru se dibujó una sonrisa pequeña. - Pero he de admitir que en realidad la princesa es muy bonita.

-¿Estas ciega? - ella giró un poco para verlo - eso no era una mujer, ni siquiera era una humana.

-Ah no? ¿Entonces qué era?

-Algo como un demonio, algún día fue humana, pero ya no lo es más, sin embargo tampoco nunca será considerada como un demonio completo.

-¿Cómo lo supiste? O mejor dime ¿Qué hiciste para que ella albergara esos sentimientos por ti?

-Yo no hice nada Ahome. Aquel día que estuvimos en la tumba de mi padre y tú sacaste a Colmillo de Acero entregándoselo a mi inútil hermano, me confíe de más y fue mi error porque logró herirme despojandome no solamente de una arma que debió ser mía desde un principio, también de una de mis extremidades... - a pesar de no saber qué relación tenía este suceso con la aparición de la princesa Sara, esas palabras calaron en lo más profundo de la azabache, sentía culpa.

-Disculpame. - pronunció suave bajando la mirada de nuevo.

-No hay nada de lo que tengas que disculparte, mi pequeña. Gracias a ti soy más fuerte y gracias a ti, el inepto de Inuyasha no ha perdido el control convirtiéndose en un demonio sin conciencia. Las cosas tenían que ser así, tú deja de culparte por acciones y consecuencias que no son cumpla tuya. Ahora guarda silencio o no te cuento nada. - Ahome rió bajo y volvió a darle la espalda al Lord, hizo un ademán de cerrar su boca con un cierra invisible y se recargó sobre su pecho esperando que continuara. - Pues como te decía, la espada de mi padre que me fue heredada, me trasladó a otro lugar lejos de Inuyasha. Fue el anciano Totosai quien me explicó que mientras Colmillo Sagrado estuviera en mi poder, me salvará involuntariamente si me llego a encontrar en peligro de morir, sin embargo no es de mi agrado que lo haga, no me gusta que los demás piensen que salgo huyendo de una pelea solamente por verme con una pequeña desventaja. Esa fue la primera vez que sucedió y por azares del destino me envió a donde se llevaba a cabo una contienda entre dos ejércitos humanos, me encontraba en medio de ella así que me vi obligado a intervenir, simplemente ataqué a los hombres que estorbaban en mi camino, casualmente era a los invasores a quienes eliminé.

-El soberano intentó agradecerme a pesar de que lo hubiera matado igual de no haberse quitado de mi camino, yo nunca lo admití pero de verdad me dolía el cuerpo y me sentía algo débil, lo único que me importaba era llegar a un lugar tranquilo en d...

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-El soberano intentó agradecerme a pesar de que lo hubiera matado igual de no haberse quitado de mi camino, yo nunca lo admití pero de verdad me dolía el cuerpo y me sentía algo débil, lo único que me importaba era llegar a un lugar tranquilo en donde descansar un par de días para recobrar fuerzas y que la herida de mi brazo sanara. Fue ahí en donde vi a esa mujer, estaba detrás de su padre, quizás para ella el ser yo quien salvara a su pueblo le hizo crear sentimientos que jamás serían correspondidos, para mí simplemente fue una humana más.

-Pero si la conociste siendo humana ¿qué fue lo que sucedió para que se conviertiera en lo que dices que es ahora?

-Esa mujer debería estar muerta, sus ambiciones fueron aprovechadas por algún demonio y corrompió su alma. Se ve insignificante, sin embargo no lo es tanto.

-¿No hay nada que podamos hacer por ella? - preguntó Ahome en un tono de preocupación.

-Eliminarla, es lo único que podemos hacer para liberarla. Sin embargo su alma irá directamente al infierno.

-Eso es terrible Sessh... Pero quizás Miroku y yo podamos...

El olor de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora