El camino a la aldea fue en silencio, nadie tenía ánimos de hablar después de lo ocurrido. Todos iban sumidos en sus propios pensamientos respecto a la inesperada desaparición de Naraku y con él la oportunidad de aniquilarlo de una vez por todas y terminar con la existencia de aquella perla maldita que no ha traído más que muertes y desgracias.
Todos pensaban en ello a excepción de cierto Daiyoukai, la mente del Lord del Oeste estaba ocupada por una frágil humana que en ese momento llevaba sujeta en un abrazo posesivo, esa humana que sin saber cómo se había convertido en lo más importante para él y es que se preguntaba ¿cuándo se había transformado en un ser tan débil como lo fue su padre? Él que tanto se avergonzaba de su comportamiento, él que tanto repudiaba a los humanos por considerarlos seres débiles e inferiores. Y sin embargo ahí estaba, con su Miko a su lado, ahora creía que su vida había estado vacía por siglos sin esa mujer, ¿amor? Esa palabra era una estupidez porque su único fin era ser la vulnerabilidad de quien se presumía de sentirlo, y de nuevo ahí se encontraba él, tragándose sus palabras porque si se le otorgara un deseo, sin dudarlo pediría haberla hecho suya siglos atrás. Por fin podía comprenderlo y no, no era por los humanos por lo que le guardaba rencor a su padre y por lo que se avergonzaba de él, era por la infidelidad hacia su madre, él sabía que su matrimonio había sido planeado con fines meramente políticos, su concepción era una obligación para traer al mundo un heredero digno, pero aquel hombre le debía respeto a su madre, su compañera sin marca porque ninguno de los dos quiso realizarla, y el que su padre se haya enredado con una humana solamente demostraba ante Sesshomaru que su padre no tenía el honor que todos creían, pero él aprendería de los errores de su progenitor para no cometerlos y repetir su historia. Les demostraría a todos que él sí tenía honor y honor le traería a las tierras del Oeste.
-Tranquilo, Sessh. Lo encontraremos pronto y esta vez no le permitiremos escapar. - escuchó a su humana hablarle, sacándolo de sus pensamientos.
-Eso espero, pero no pensaba en Naraku.
-Ah no? Te vi fruncir el ceño por un momento y por eso asumí que era por Naraku ¿En qué pensabas entonces? - preguntó curiosa la joven.
-En que espero que la visita en la aldea sea corta, es de suma importancia llegar al castillo. - respondió con la misma seriedad que le caracterizaba.
-Sí, ya sé, el asunto con tu madre. - dijo la chica con un tono de resignación, en realidad le aterraba la reacción que pudiera tener su futura suegra.
-No es esa la razón por la que quiero llegar, es un motivo mucho más urgente e importante.
-No te entiendo, ¿podrías ser más claro? Por favor. - "ahora ¿qué es lo que pasa?" la chica comenzaba a temer lo peor.
-Este desea hacerte suya en nuestra cama por primera vez. - soltó sin más volteando un momento a ver el rostro de la chica, encontrando un precioso rubor en sus mejillas, sonrió un poco y volvió a fijar la mirada al frente.
-Eres un pervertido. - dijo mordiendo su labio inferior, en realidad la idea era muy buena, con solamente imaginarlo tuvo que apretar las piernas un poco al sentir la humedad entre ellas.
-Distrae tu mente en otra cosa porque si el olor de tu excitación continúa, - con su brazo la elevó un poco más y metió la cara entre el cuello de la azabache.- te prometo que cambio la dirección rumbo al castillo ahora mismo. -pronunció con voz ronca, Ahome tuvo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no soltar un gemido y sobre todo "no caer en tentación".
-Por mucho que yo también lo desee, no podremos irnos hoy al castillo. Ya casi anochece y nadie hemos comido, es necesario descansar y sabes que el viaje dura varias horas.
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El olor de tu piel
FanficEstaba por seguir mi camino cuando percibí el aroma de ella, un aroma inconfundible de naranja dulce, néctar de pera, orquídea y caramelo, era ella sin duda alguna, la sacerdotisa que acompaña a mi detestable medio hermano. No pude evitar quedarme p...