Aviso. La historia comienza en el capítulo 104 del anime InuYasha, a partir de ahí la historia cambia.
Pov. Sesshomaru
Iba por el bosque en busca de pistas para dar con el paradero de Naraku, cuando de pronto veo a un hombrecillo con una mujer cargada inconsciente entrando en una cabaña abandonada. Estaba por seguir mi camino cuando percibí el aroma de ella, un aroma inconfundible de naranja dulce, néctar de pera, orquídea y caramelo, era ella sin duda alguna, la sacerdotisa que acompaña a mi detestable medio hermano. No pude evitar quedarme preguntadome ¿qué hace esa escoria con esa mujer? ¿En dónde estaba el idiota de Inuyasha y sus amigos? No quiero intervenir, no es asunto mío ni un problema que me afecte, sin embargo no puedo moverme para seguir mi camino.
Han pasado varios minutos y por lo que puedo oír gracias a mis sentidos desarrollados por mi condición Inuyokai, esa basura humana quiere tomarla y quedarse con el fragmento que la sacerdotisa posee. Siento unas ganas inmensas de entrar y despedazar a ese maldito, no entiendo la razón de mi rabia.
Doy un paso acercándome a la cabaña cuando veo que llegan sus amigos, me detengo sin marcharme, esperando que no sea necesaria mi intervención ya que llegaron a auxiliarla. Escucho con cuidado por unos instantes y logró oír que han sido vencidos gracias a un tipo de veneno hecho por ese mismo engendro, era de esperarse todos son unos simples humanos incompetentes, pero ¿en dónde está el hanyo? ¿Por qué no llega a salvarla? ¿Por qué razón hacer una promesa de protección si no piensa cumplirla?. No pude detenerme al oír que la matará por rechazarlo, solamente de imaginar sus asquerosas manos sobre ella me hierve la sangre y en menos de dos segundos ya tengo mis garras venenosas sobre esa alimaña. La escucho decir mi nombre y siento un extraño sentimiento de alivio al verla viva.-Sesshomaru... - dice ella confundida y aliviada al verme.
-Inuyasha no está aquí- logro decir tratando de justificar mi llegada, tengo que pensar en un pretexto pronto ya que ni siquiera yo comprendo lo que acabo de hacer.
-¿Quién diablos eres tú? - escucho que se dirige a mí.
-Primero dime, ¿quién eres? - devuelvo la pregunta.
-¿Me atacas sin saber quién soy? - me contesta y tomando una canasta con algunos cilindros sale corriendo como el cobarde que es.
-Me sorprende que te muevas después de recibir mis garras venenosas - digo con desprecio y salgo tras él.
-Jijiji ¡Toma! - dice mientras lanza veneno contra mí - ¡Lo tienes bien merecido!
Su patético veneno no me afecta en lo absoluto, sigo caminando hacia él y cuando me ve saliendo de la nube de veneno, cae de espaldas y súplica por su miserable vida.
-¡Espera! Por favor, yo tuve la culpa pero no me mates, ¡No me mates! - Dice mientras se arrodilla metiendo parte de su cuerpo a unos arbustos dándome la espalda a mí - Ahora entiendo que para matarte necesito... ¡Una dosis poderosa! - grita saliendo del arbusto con un cilindro más grande lanzando un veneno rojizo más fuerte que los anteriores - ¡Estas perdido! Este veneno ataca a humanos o monstruos por igual. - pero al ver mi silueta quieta sin inmutarme por su veneno más poderoso, veo su rostro palidecer y se le borra la sonrisa de los labios - Pero ¿por qué no se derrite? Nadie se salva del veneno de Mukotsu. - Fueron sus últimas palabras antes de sentir el impacto del poder de mi espada sobre su débil y asqueroso cuerpo, sentía tantas ganas de matarlo que lo hice aún sin responder. Su cuerpo se desvanecía dejando solamente el rastro de sus huesos y un fragmento de la perla que la sacerdotisa junto con su grupo buscaban. Después de matarlo me digne a contestar su estúpida pregunta.
-Jamás uses veneno hecho por humanos si quieres derrotarme.
-¡Ahome! - escucho gritar al idiota de Inuyasha anunciando su tardía llegada junto con el cachorro del kitsune - Sesshomaru... - dice confundido - ¿Ahome? - pregunta tratando de descifrar su estado, su actitud patética me es algo difícil de tolerar.
-¡Todos están desmayados! - grita el kitsune con preocupación.
-¡Miserable! ¿Qué les hiciste a mis amigos? - sorprendentemente su poco sentido común no deja de decepcionarme, si hubiera sido yo quien los atacara ellos no estarían desmayados sino muertos. Estaba por responder cuando escucho la débil voz de la sacerdotisa.
-No fue él... Sesshomaru fue quien vino a salvarnos. - A salvarlos no, a salvarla a ella sí, sin embargo no logro entender ¿por qué? ¿Por qué a ella? Si hubieran sido sus compañeros e incluso mi medio hermano, jamás me hubiera detenido. Ahora tengo que buscar una excusa que justifique mis acciones.
-¡No vine a ayudarlos! - respondí alzando la voz para ser escuchado sin dejar lugar a dudas sobre mi razón de haber interrumpido lo que hacía ese asqueroso humano llamado Mukotsu - Acabé con ese sujeto que me impedía hablar con ellos.- aunque en realidad no cruzamos ni media palabra, me dediqué única y exclusivamente a aniquilar a esa basura. - Sólo vine a eso.
-¿Querías hablar con ellos? - responde Inuyasha, creo que comienza a dudar que lo que digo es verdad.
-Ese niño llamado Kohaku anda por aquí... - Logro decir tratando de distraerlo y evitar que saque conclusiones - ¿Crees que Naraku esté cerca?... - Me mira intentando asimilar la información - Solamente contestame ¿en dónde está Naraku?
-No lo sé, aún no hemos dado con él, pero los espíritus a los que les entregó los fragmentos de Shikon nos están atacando,- ¿espíritus? De ahí venía la peste de ese hombre, era un cadáver andante - Seguramente Naraku está cerca de aquí.
-Gracias, es todo lo que quería saber. - En realidad la información me es irrelevante, no me dice mucho, pero necesito salir de aquí.
-¡Sesshomaru! - Lo escucho gritarme pero lo ignoro completamente.
Necesito llegar pronto con mi grupo, si lo que dice el híbrido resulta ser cierto, tengo que estar cerca para evitar que algo le suceda a Rin. Ella y la sacerdotisa tienen algo en común, son pequeñas, frágiles y atraen los problemas. Me pregunto ¿qué tanto le afectó el veneno? Me mantendré cerca solamente para estar informado.
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El olor de tu piel
FanficEstaba por seguir mi camino cuando percibí el aroma de ella, un aroma inconfundible de naranja dulce, néctar de pera, orquídea y caramelo, era ella sin duda alguna, la sacerdotisa que acompaña a mi detestable medio hermano. No pude evitar quedarme p...