Cap. 11 Encuentro en el lago

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Llegaron a la aldea y Ahome fue abordada inmediatamente por Shippo.

-¡Ahome!- dijo lanzándose a su brazos.

-Hola pequeño Shippo, ¿cómo te portaste?

-Cómo una alimaña fastidiosa - contestó Inuyasha.

-¡Cállate perro tonto! Lo único fastidioso es tu olor asqueroso. - dijo Shippo sacándole la lengua.

-¿Qué dijiste enano? Te voy a acomodar el olfato a punta de coscorrones.

-Ya comportense los dos o no les daré lo que les traje

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-Ya comportense los dos o no les daré lo que les traje. - estaban por iniciar una pelea Shippo sobre Inuyasha y él sosteniendo la cola del kitsune para soltarle un puñetazo, pero al escuchar a la azabache los dos tomaron posición de soldaditos.

-¿Cómo te fue Ahome? - preguntó la exterminadora.

-Muy bien amiga, lamento haberte dejado con este trío de salvajes. - dijo incluyendo al monje que estaba por hacer de las suyas queriendo tocar los atributos de la exterminadora.

-Pero señorita, ¿qué clase de saludo es ese? Salúdeme como es debido. - dijo abriendo sus brazos acercándose a ella. Ahome recibió y devolvió el abrazo. El monje habría tocado más de lo debido si la exterminadora no se hubiera acercado con su Hiraikotsu.

-Tranquila Sanguito, no te pongas celosa.

-No sé de qué me habla, monje pervertido. - dijo Sango evidentemente molesta.

-Inuyasha amigo, despidete porque tenemos que ir a la aldea vecina por petición del terrateniente. Hay un espíritu maligno del que quiere que nos hagamos cargo. - anunció el monje.

- Y ¿Por qué tengo que ir yo? ¿No puedes tú sólo Miroku?

-No me subestimes mi canino amigo, es solo que no sabemos contra qué tipo de espíritu nos vayamos a encontrar y quizás sepa algo sobre Naraku, ¿no te interesa esa información?

-Ay, está bien. Vámonos para poder regresar temprano a cenar.

-Me temo que no será posible, las apariciones son únicamente por las noches.

-¡Que fastidio Miroku!

-Tranquilizate Inuyasha, la paga será lo suficientemente buena para los dos.

-Eres un usurero Miroku - dijo Ahome rodando los ojos.

-¿Cuándo cambiará excelencia? - continuó Sango.

-Andando Inuyasha, vámonos. Regresaremos por la mañana chicas, ustedes quédense con la anciana Kaede.

-Esta bien, cuídense mucho muchachos. - dijo Ahome y ambos hombres asintieron para así marcharse.

La noche llegó rápido y con ella los nervios de la azabache, esperó a que todos se durmieran y salió de la cabaña despacio para no despertar a nadie.
Después de que los chicos se fueran, Sango y ella fueron a las aguas termales para darse un baño así que Ahome ya estaba vestida diferente, no se puso la pijama porque sabía que tendría que ir al lago así que llevaba unos jeans azul claro de mezclilla en conjunto con un jersey y tenis blancos.

Iba a paso lento, ya que sus nervios le evitaban caminar más a prisa

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Iba a paso lento, ya que sus nervios le evitaban caminar más a prisa. Al llegar al lago vio la gran espalda de Sesshomaru parado frente al lago.

-Tardaste demasiado Miko, creí que no vendrías.- él ya sabía que estaba por llegar, su aroma lo anunciaba desde que salió de la cabaña.

-No es como si no venir fuera una opción ¿o si? - contestó Ahome dándose valor.

-No, no lo era. - dijo para al fin darse la vuelta y verla a esos mares azules que tiene como ojos la azabache.

-Y bien, ¿qué es lo que deseas? - preguntó ella, "a ti" le hubiera gustado responder.

-Deseo respuestas Miko, como ¿Por qué tenías mi olor y el de mi padre cuando saliste del pozo?- "Oh no, ¿cómo le explicaré que estuve con él siendo apenas un niño y que me defendió de su padre?" pensó ella.

-Te responderé lo que quieras, pero tengo una condición. - No pensaba perder esta oportunidad.

-¿Tú quién eres para condicionar al éste Sesshomaru?- dijo frunciendo el ceño.

-Pues por lo visto, quien puede dejar al Lord del Oeste con la duda. - dijo sonando más valiente de lo que en verdad se sentía.

-Te mataré si no me das lo que quiero ahora mismo. - dijo acercándose a ella.

-Hazlo y jamás tendrás las respuestas que buscas. - Él sabía que era verdad y que no tenía más opción que aceptar.

-¿Cuál es la condición? - preguntó quedando a unos pasos de ella.

-Con la condición de que me entrenes y no me mates en el entrenamiento ni cuando responda tus dudas. - no se pensaba arriesgar.

-Vaya, no te creí así de inteligente. - ella soltó un bufido de molestia con su comentario ofensivo.

El olor de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora