🌸Taijutsu | | Rock Lee Y Tú🌸

🍃13. La Quinta🍃

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Bajó las escaleras con las manos en el cabello a medio hacer. Lee la siguió con la mirada desde el sofá.

—¿Quieres ayuda con eso?

Agarró una bandeja con tazas, una tetera y un plato repleto con galletas.

—No te preocupes, puedo sola — sonrió.

La dejó en la mesita en medio de la sala de estar, sentándose junto a él.

Captó la atención un libro apoyado en la mesita. Lee había despertado antes que ella, así que supuso que había leído en el aburrimiento.

Se inclinó para servir las tazas y le alcanzó una al chico.

—Aquí tienes —Lee la sostuvo con cuidado— ¿Está muy caliente?

—No, para nada, está perfecto. Gracias _____-chan —Ambos tomaron un sorbo, y Lee dejó la taza devuelta en la mesa.

Ya había tomado todo con tan solo ese sorbo, _____ lo miró incrédula— Qué rápido...

Entonces se sobresalto cuando sintió una mano en su alborotado cabello, de un lado lo había terminado de trenzar, pero el otro había quedado por la mitad.

—¿Q-Qué haces? —Lee empezó a peinar su cabello con demasiada naturalidad, concentrado en hacer su mejor trabajo.

—Te ayudo, _____-chan —dijo con la misma amabilidad de siempre.

—Oh... a eso te referías... —murmuró con sus mejillas ligeramente enrojecidas.

Llegó al final de la trenza y le indicó que lo mirara de frente así podría chequear si habían quedado simétricas.

—Caracoles, la hice al revés —Ella río ante la frustración del chico— Voltéate, la haré otra vez.

Lo hizo y él desarmó la trenza deslizando sus dedos entre los mechones separándolos.

_____ no podía disipar su sonrisa, Lee era un chico tan diferente a los que había conocido, pero de alguna forma le resultaba tan familiar.

Sus manos se sentían algo ásperas, lo que era fácil de notar con tan solo mirarlas, estabas llenas de rasguños. Aún así eran cálidas y la peinaban gentil y habilidosamente.

Su pensamiento divagó en las manos del chico por más tiempo del planeado, si lo hubiera planeado, claro.

Y tuvo el repentino recuerdo de la forma en la que movía sus manos de vez en cuando, cerrado un poco los dedos en el aire, como incómodo.

Quizás utilizaba guantes como hacían muchos shinobis, y no tenerlos se sentía como si le faltara algo.

—¡Ya! —Otra vez se giró hacia él para que diera el veredicto de que tal había quedado. Lee levantó el pulgar sonriente— ¡Perfecto!

_____ río y volvió a tomar de su taza al fin terminando su desayuno.

—¿Cómo sabes trenzar? —preguntó con genuino interés.

—Solía peinarme de esa forma, y lo hacía yo sólo, así aprendí. Tan sólo la hacia en mi nuca —dijo señalando donde solía estar una única trenza negra— Por eso fue algo complicado hacerla bien en otra persona.