Capitulo 17

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Nova






No podía sacar de mi cabeza las palabras que Nuria me había dicho. Lo cierto es que ella tenía razón, aún odiaba a Bruno y solo me había engañado al creer que lo había disculpado.
¿Pero cómo podría hacerlo, cuando había pasado tan poco desde ese maldito día? Todo era tan reciente, que seguía sintiendo como la herida aún sangraba. Ardían sus palabras dentro de mi y no me gustaba, nunca fui alguien rencorosa. Una vez leí que cuando la traición es tan cercana, lo que más duele es la impotencia de no poder hacer nada para cambiarlo. Ya que el traidor te traicionara de una forma u otra.

Bruno no me traicionó con alguien más, pero traicionó nuestro lazo al considerar rechazarme. Me creyó alguien débil, inmadura y aunque dice que quería protegerme de su padre, algo que le creó, ya que había visto la clase de persona que esté era, sé que también quería protegerse a sí mismo.
Le cuesta admitir el terror que le da enfrentarse a su padre, el desafiarlo de alguna manera y creó que llevarme como su luna, hubiera sido un verdadero revés que el alfa no esperaba.  

No me quiero sentir de esta manera, no quiero odiarlo, pero no sé que hacer para verlo como un amigo.
Otra cosa en la que la estafadora de Nuria tenía razón, aunque odiara que este en lo cierto, es en el tema de la nueva luna. No podía quedarme al margen de esto, tengo personas a quienes amo aquí y no los dejaré pasar nada malo, ya suficiente con lo que tuvieron hasta ahora.

Si las cosas entre Bruno y Amanda hubieran funcionado, la manada terminaría cayendo en la tiranía de esa perra. Miraría a todos sobre su hombro, creyéndose superior y humillándolos por ser de una clase más baja. Ella nunca podría ver que detrás de ellos se escondía el corazón de todo.
No, sin dudas Amanda no podía ser la luna y debía estar allí en caso de que Bruno cayera en sus garras.  

Pero Joanna en cambio era pura dulzura. Había conversado con ella varias veces en la escuela, siempre ofreciendo sonrisas amables y palabras de apoyo. Ella sí sería una perfecta luna, pero no sabía que pensaba mi ex compañero.
¿La aceptaría? ¿O cometería el mismo error dos veces?

Odiaba esto, yo no tendría que estarlo ayudando y en otras circunstancias preferiría vagar por el mundo, molestando a idiotas como él. Pero ahora no podía sentirlo correcto, no podía irme y olvidar a mis padres sufriendo y a mi ratoncito siendo maltratado.
Tenía que ver mis prioridades, las cuales eran su bienestar. Debía encargarme de dejarles un lugar seguro en el que vivir.

—¡Cuanto me desagradas, bruja estafadora! —grité mientras caminaba por los caminos ahora desolados. Era tarde para encontrar a alguien caminando por aquí con esta oscuridad, pero como soy solo un fantasma, podía hacerlo libremente.

No lograba sentirme bien, no debí ir y escuchar todo lo que me dijo. Fue como si me golpeará con la realidad y me demostrara que solo estaba auto compadeciéndome de mi misma.
Yo no era débil, lo decía todo el tiempo y sin embargo así estaba actuando. Me quejaba por lo que perdí, como si eso fuera a cambiar algo, cuando debería idear maneras para cambiar todo.

Hoy no volvería a casa del alfa, necesitaba aclarar mis pensamientos y enfriar los resentimientos.
Mi madre siempre me dijo que alguien inteligente actúa fríamente y no guiado por el enojo, ya que eso solo puede lastimar a personas inocentes.

Mis padres… nunca imaginé que estando tan cerca no podría abrazar a mamá o debatir algo completamente absurdo con mi padre, pero ahora lo vivía y dolía, incluso aún más que a ellos. Sé que sufrían, pero no me veían llorar y destrozar todo, yo los había visto caerse a pedazos y por más que quisiera no podía hacer nada para consolarlos.

Caminé hacía mi antigua casa, encontrándola a oscuras, probablemente estarían ya dormidos.
Me senté en la vieja hamaca en el porche y lloré. Lloré por ellos, por mi e incluso por Bruno. Había pasado tantas cosas y sentía que necesitaba hacer esto, para por fin y dejar ir todo lo malo dentro de mi. Quería confiar que el nuevo día me traería una nueva actitud.



                (***)

—Vamos a llegar tarde, tienes que apurarte. —Abrí los ojos al escuchar la voz de mi madre. Quizás todo esto había sido una pesadilla y por fin despertaba, pero nada cambio al hacerlo. Ella no me hablaba a mi, sino a mi padre.

—Estoy en eso, es que no encontraba las llaves. —Sonreí observando como nada había cambiado.

Mi padre seguía siendo un despistado de primera y mi madre una obsesiva con la puntualidad. Era bueno tener un poco de algo conocido.
Verlos de esta manera era agradable, me tranquilizaba ver que intentaban salir adelante, a pesar de haber perdido a su única hija.

—Siempre sucede lo mismo, pero un día, un día voy a atarlas a tu cinturón. —Solté una carcajada, esa era una amenaza que había escuchado muchas veces antes.

—¿Ahora quien nos esta retrasando? Puedes regañarme mientras vamos a trabajar.

—Tienes razón, muévete.

Esperé hasta que el auto se perdiera de vista para ingresar a la casa. Todo allí seguía en el mismo lugar de siempre, parecía como si nada hubiese cambiado, a pesar de que ya nada era igual.
Subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto, allí estaba todo como lo deje. Mis fotos, mis cuadros, incluso los libros seguían en la misma posición, apostaba a que mis padres no habían entrado nuevamente.

Me recosté en la cama en la que he dormido por años y fingí, por unos momentos que todo seguía igual.
Debería estudiar para el examen de química, luego ir a cuidar a mi ratoncito. Bailar y cantar alguna tonta canción que ella encontrará y luego regresar para encontrar a mis padres viendo alguna antigua serie de vaqueros en televisión.

—Si tan solo pudiéramos vivir en nuestra imaginación… —suspiré y me acerque a la ventana.

¿Podría ser amiga de Bruno? Quería hacerlo, en serio quería, pero sentía que aún no era momento para buscarlo.
Tiempo… no lo tenía, pero era lo que más necesitaba.

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