Capitulo 29

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Nova






Era imposible no sentir la enorme sensación de impotencia que me provocaba el ver a Bruno pelear con Iñaki y no poder hacer nada para ayudar.
No podía siquiera soportar la idea de que saliera herido, pero me veía atada de manos, ya que no se me ocurría que hacer.

Cada lugar al que miraba era una pelea diferente, sangre, gritos y gemidos, lo ocupaban todo. Cuerpos en todas partes, ambas manadas estaban resultando perjudicadas con esto, pero no se detenían.
La sed de poder de la manada de Iñaki, era tan poderosa como el instinto de supervivencia que los nuestros tenían. 

—¡Bruno cuidado! — grité desesperada al ver como uno de los adversarios se acercaba con intensión de atacarlo por la espalda.

Pero él no me escuchó, estaba concentrado en defenderse de los constantes ataques de Iñaki.
No podía quedarme así, Luca estaba un poco alejado y no llegaría a tiempo. Así que hice lo único que se me ocurrió, corrí saltando sobre el lobo, sujetando su cuello.

Claramente no lo esperaba, ya que comenzó a sacudirse, tratando de ver quien era el responsable. Pero para su desgracia nunca lo sabría, no me podría ver y esa era mi pequeña ventaja sobre él. Era un poco gratificante, sentir que había frustrado su maldito ataque.
Luca llegó y comenzó a atacar a este lobo, por lo que me aleje dejándolos pelear.

Todo parecía tan irreal, eran personas a las cuales quería las que están peleando por su vida, por sus hijos y por darles un futuro más seguro.
Solo entonces caí en cuenta de que yo estaba aquí por él: por Bruno. A pesar de que al principio lo odie con cada parte de mi, ahora ese sentimiento había mutado y se había convertido en amor.

Esa revelación fue mucho peor que un golpe, porque conocía los sentimientos que el albergaba por mi y a pesar de eso lo nuestro era imposible, no había un futuro luego de esto.
¿No era acaso cruel? ¿Una vil broma del destino o incluso de la Diosa? ¿Habría sido siempre su plan dejarme y que me enamorará de él sin poder tenerlo?

Preferí dejar ese pensamiento a un lado, para concentrarme en Bruno e Iñaki, quienes no paraban de pelear y ambos tenían la idea fija de matar al otro.
Se revolcaban de un lado para otro, en una maraña de rasguños y mordidas. Se mezclaban entre los demás lobos, hasta el punto en el que los perdí de vista.

No lograba encontrarlos y cada vez que trataba de dar un paso, era impedido por las peleas frente a mi. Estaba nerviosa y asustada, no quería que nada le sucediera, quería aferrarme a la idea de que estaría bien, pero mientras más fuertes eran los gruñidos, más erizada se ponía mi piel.
Pero cuando un aullido de dolor sonó con fuerza en el lugar y cada uno de los lobos se detuvo, fue cuando mi sangre en verdad se congelo.

¿Quién murió? ¿Quién tuvo la suerte de salir victorioso en esta masacre? Solo rogaba a la Diosa que haya sido Bruno quien venciera.
Tenía mis manos fuertemente presionadas a mi pecho en el momento en el que lo vi, Bruno, aunque herido, se acercaba a mi. Al instante en que se paro en frente, se dejo caer a mis pies.

Los demás lobos ya no peleaban, es más, los de la manada vecina solo huían, ahora que su alfa había caído. Eran tan o más cobardes que Iñaki, ni siquiera se preocuparon en dar una segunda mirada a su líder, ni siquiera quisieron despedirse.
Me agaché, acariciando la frente del lobo frente a mi, el cual parecía de acuerdo con mi pequeño toque.

—Ya todo esta bien Bruno, lo hiciste. Luchaste por los tuyos y saliste victorioso, nadie podrá poner jamás en duda que darías la vida por tu manada. —continué acariciando su pelaje, sintiéndome muy orgullosa de él. —Incluso me hiciste cambiar de opinión a mi, lo cual es demasiado difícil. Pero al verte en este momento, ya no veo al chico cobarde que temía enfrentarse al poder de su padre, ahora veo al hombre, al líder, que no dejará que esto vuelva a repetirse. Estoy muy orgullosa de ti.

No mentía, ahora que había demostrado de que estaba hecho en realidad, podía enfrentar a su padre y derrotarlo. ¿Dónde estaba ahora el gran alfa Mauro Kesler? Escondido en un búnker, dejando a los suyos padecer, sacrificando la vida de su hijo, con tal de conservar el liderazgo.
¿Cómo me pude tardar tanto tiempo en ver la realidad? Sinceramente no lo sabía, solo esperaba que los demás fueran capaces de abrir los ojos mucho antes que yo.

Pero mientras pensaba en él y en la suciedad que escondía debajo de su maldita alfombra, pude vislumbrarlo, acercándose, listo para recibir los aplausos y el merito por una victoria ajena.
Él no se merecía nada, sino un buen golpe en la cara. Pero ahí podías verlo, acercándose con una orgullosa sonrisa en su rostro. Superioridad emanando, sin darse cuenta de que lo que más poseía era cobardía.

—¡Hemos vencido! —gritó, alzando un puño al aire. —Ya nadie volverá a subestimarnos o intentará amenazarnos, lo han hecho muy bien.

Fui consciente de como el cuerpo de Bruno pareció ponerse mucho más recto y a la defensiva. Mi mano seguía acariciando su frente, pero sabía que no sería por mucho más.
Él estaba decidido librar su segunda gran batalla en este día, tal vez la más importante, ya que no iba a enfrentarse a un simple rival. No. Esta vez se enfrentaría a su propia sangre, al hombre que debió protegerlo de todo y sin embargo le había mostrado lo peor del mundo.

Bruno estaba listo para enfrentar a su padre, pero me preocupaba que esa confianza se derrumbará y que por si algún motivo llegaba a flaquear, esta vez no saldría con vida.

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