Capitulo 31

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Bruno






Desgarro y muerdo con ganas, dando buenos golpes en el cuerpo de mi padre. Esta es la primera y la última vez que nos enfrentaremos de este modo, uno de nosotros no logrará salir bien de aquí. Somos demasiado orgullosos para dar marcha atrás, más ahora que todo esta por definirse.
Me golpea, primero con fuerza en el hocico y luego en la espalda. El último es el golpe que más me duele, ya que allí hay una de las heridas que aún no han sanado. Pero no permito que eso me detenga.

En un movimiento rápido, golpeó con todas mis fuerzas a mi padre, empujándolo varios centímetros lejos de mi.
Sé lo que esta pensando, sé como en su mente esta matándome de tantas maneras dolorosas, pero gracias a la Diosa, aún no puede hacerlo.

Completamente enfurecido vuelve a cargar sobre mi, mientras los mordiscos y los zarpazos sobrevienen, pareciendo no tener fin.
No era una pelea tan sencilla como la que tuve con Iñaki, esta me estaba costando más, estaba más cansado, más adolorido y no sabía cuanto tiempo más podría mantenerme de pie.

Pero fue entonces cuando mi padre se descuido y pude atacarlo, mordiéndolo e hiriéndolo gravemente.
Sé que debería sentir culpa, remordimiento o tristeza, pero sin embargo lo único que sentía era tranquilidad.

-¡Detente Bruno, es tu padre! -el grito de mi madre me hizo detenerme, estaba a punto de terminar con él, pero ahora me veía alejándome . -No lo hagas hijo, él es mi compañero y aunque no sea una buena persona, lo amo.

¿Cómo podía decirme algo así? ¿Ella acaso estaba enterada de todos los viles planes de mi padre?
Se paró frente al lobo herido y me miró, me rogaba con la mirada que no lo lastimará. ¿Cómo podía terminar con él, sin herir a mi madre?

-Recuerda todo lo que hemos vivido juntos hijo, somos una familia.

Cada recuerdo que tenía de mi padre era aún peor, desde que descubrí como robaba dinero, haciendo crecer su propio patrimonio, él había hecho de mi vida un infierno.
Los golpes, las amenazas e incluso los insultos constantes, que hacían que me sintiera menos, eran lo único viniendo a mi cabeza. Era triste no poder encontrar un solo recuerdo feliz vivido con él, al menos uno real, que no fuera fingido con la intención de aparentar frente a los demás.

Estaba tan concentrado en ello que no reaccioné a tiempo, todo paso tan rápido que parecía ser un sueño, una alucinación. Mi padre había logrado ponerse de pie y ahora una de sus garras se encontraba traspasando el abdomen de mi madre.
¿Cómo pudo hacerle algo así a la única persona que lo defendía? Ella acababa de decir que lo aceptaba con todo y sus malditos errores, parándose frente a nosotros, intercediendo por él ¿Y hacía esto?

El jadeo colectivo fue todo lo que se escuchó, junto al gemido de dolor de mi madre.
La vi caer, cuando mi padre arranco su garra de ella. Vi como sus ojos perdían la vida, mientras su boca se llenaba de sangre.

Él había asesinado a su compañera, a la madre de sus hijos, a la luna de todos aquí, sin siquiera pestañar. No debería sorprenderme, ya que sabía que mi padre era un monstruo, pero de igual manera me sorprendí.

-¡No! -gimió Nova, dudando si acercarse al inerte cuerpo de mi madre.

Eso era todo lo que necesitaba, ya no lo consideraba mi padre, ni siquiera lo consideraba una persona. Aullé y cargué contra él, destrozando cada centímetro de su piel.
Mientras lo hacía no podía dejar de pensar en Mina. ¿Qué le diría? ¿Cómo le informaría que nuestra madre ya no volvería? Ella ya había perdido mucho y ahora tenía también que pasar por esto.

Seguí atacando, completamente ciego de dolor, recordando a mi madre. Su rostro siempre sonriente, la paz que nos transmitía a todos, sus últimos momentos, dándolo todo por alguien que no lo merecía.

-¡Bruno ya para! ¡Ya detente! -la voz de Nova se coló dentro de mi y me detuve. Había acabado.

No miré los restos del cuerpo de mi padre, solo caminé nuevamente hacía ella y me deje caer. Ahora más que nunca la necesitaba, había perdido.
Puede que venciera a Iñaki y a mi padre, pero ellos se llevaron algo más valioso. Ahora la sangre de mi madre también bañaba las tierras de esta manada, traicionada por el que creía el amor de su vida.

-Lo siento Bruno, aún no puedo creer lo que sucedió. -Nova se aferraba a mi, a pesar de estar cubierto de sangre y suciedad -Lo siento y daría lo que fuera porque tu madre estuviera bien, ella no merecía nada de esto.

En eso tenía razón, mi madre no lo merecía. Solo trató de proteger a alguien cruel que no tardo en deshacerse de ella.
Luca se acercó a mi, cargando algo de ropa para que pudiera vestirme y al igual que Nova, no tardo en dar sus condolencias. Mi madre era como una madre para él, ya que pasaba la mayor parte del tiempo en casa.

Ahora mientras me curaban, trataba de encontrar la mirada de Nova, pero ella solo me rehuía, no lograba entender en que podía estar pensando.

-Ya estoy bien, gracias. -dejé mi lugar para que atendieran a alguien más y comencé a caminar hacia ella. -¿Qué sucede Nova?

Ella miró a ambos lados, comprobando que nadie pudo oírme decir su nombre. Por mi parte ya no me interesaba si me creían un loco.

-Ahora eres oficialmente el alfa. -su voz sonaba con tanto orgullo, pero escondía un hilo de tristeza. -Estoy feliz y orgullosa, porque sé que lo darás todo por la manada, pero tienes obligaciones Bruno, necesitaras una Luna y lo sabes.

Ahora que mi madre había muerto, la manada había quedado sin luna, pero me rehusó a buscar a alguien más, no cuando la tengo a ella.

-Yo te tengo a ti.

-Sabes que no es así

-Confía en mi, encontraré una solución.

Y esperaba hacerlo, no podía tolerar la idea de tener que buscar a otra chica.



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