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Recostado sobre un tronco que había arrastrado la marea, Namjoon contemplaba el cielo cubierto de estrellas y la luna gigantesca que reflejaba su luz brillante sobre el océano en calma. La arena de la playa aún conservaba el calor del día.

El grupo se había reunido otra vez y, por un instante, se sintió como si tuviera de nuevo diecisiete años. No estaba seguro de si esa sensación le hacía sentir bien o no.

Si hacía inventario de sus emociones, la balanza se inclinaba de un lado a otro. Estar allí con sus viejos amigos le recordaba quién era, de dónde venía. Ellos habían sido su familia y su apoyo durante mucho tiempo. Por otro lado, viejas heridas comenzaban a doler.

Dio un trago a la botella de tequila y se la pasó a Yoongi, que no dejaba de hablar con Jackson de coches y de las próximas carreras de NASCAR. Jimin y Sandy seguían metiéndose mano sin ningún reparo. Y también estaba Hwa. No había vuelto a verla desde el funeral. Trabajaba en un garito a las afueras en el que pasaba casi todo el tiempo, pero esa era su noche libre y, cuando Sandy le contó los planes sobre el reencuentro, no había tardado en aparecer.

Hwa se acercó a Namjoon contoneando sus caderas, ceñidas bajo una minúscula falda de licra. Yoongi contempló la escena con cierta preocupación. Hwa era explosiva, una de esas chicas por las que los amigos podían partirse la cara solo para conseguir que les dedicara uno de sus mohines coquetos. Había sido la chica de Namjoon durante el penúltimo curso de instituto y habían estado locos el uno por el otro. Pero nunca habían roto. Simplemente, cuando detuvieron a Namjoon, él desapareció de su vida y nunca regresó, nunca la llamó; y ella continuó con su vida y con lo que mejor sabía hacer: romper corazones, uno tras otro. Ahora se preguntaba qué ocurriría entre ellos. Hwa parecía más interesada que nunca en él, y Namjoon... sobre Namjoon no tenía ni idea. El chico que se había largado no era el mismo que había regresado.

Sandy soltó un gemido ahogado, que hizo que todos se fijaran en ella.

—Nunca dejan de mover la lengua, ¿no se cansan? —les espetó Yoongi.

—Búscate una novia, Yoongi —le dijo la chica a la vez que le enseñaba el dedo corazón.

Hwa se sentó junto a Namjoon y le pasó la botella que llevaba en la mano.

—Así que lo has logrado, has conseguido tu pequeño sueño. Es muy bonito. —Sacudió la cabeza en dirección a su Mustang y soltó una risita—. Aún recuerdo cómo

te pasabas horas hablando de que algún día tendrías ese coche. ¡Me volvías loca!

Namjoon la miró y sonrió.

—Yo también lo recuerdo. —Dejó escapar un suspiro y clavó la vista en el océano—. Ha pasado mucho tiempo desde entonces.

Ella alargó la mano y la colocó sobre el muslo de Namjoon.

—No tanto. A mí me parece que fue ayer y que todo sigue igual. Bueno, no todo... —Lo miró de arriba abajo y se mordió el labio—. ¡Estás increíble!

Namjoon esbozó una sonrisita y giró la cabeza hacia ella.

—¿Estás ligando conmigo, Hwa?

—Es posible. ¿Funciona? —preguntó, lanzándole una mirada atrevida.

Namjoon se encogió de hombros y la estudió de arriba abajo. ¡Dios! ¡Y con tan poca ropa era una visión muy excitante!

—Es posible —contestó él. Notó la mano de Hwa ascendiendo por su muslo. No se movió. Miró hacia abajo e intuyó sus uñas rojas haciendo circulitos sobre sus

tejanos, a juego con unos labios igual de rojos. De repente pensó en uñas rosas, en labios rosas... conejitos rosas de satén. Se puso tenso. En los últimos días ese tipo de pensamientos aparecían en su cabeza con demasiada frecuencia.

Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora