36

51 3 1
                                    

El timbre de un teléfono comenzó a sonar. Paulina abrió los ojos y se encontró encima del pecho de Namjoon como si fuera una almohada y con las sábanas de la cama enrolladas en las piernas. Él le rodeaba la espalda con el brazo y ella le abrazaba la cadera. Parpadeó y sintió su pesada respiración bajo ella.

—Namjoon —susurró. Él gruñó y la apretó con un gesto posesivo contra su pecho—. Despierta, es tu teléfono el que suena.

—Déjalo y duérmete —ronroneó—. Aún no ha amanecido.

—Podría ser importante. Y yo debería irme a casa.

Namjoon se despertó de golpe.

—¿A casa... por qué?

El teléfono dejó de sonar.

—Tu madre no tardará en volver y mis padres estarán preocupados.

—Pero estamos juntos y todos ellos lo saben. ¡Qué importa! ¡Vamos, quédate! Mi madre no se va a asustar si te encuentra aquí.

—No me parece bien. Me sentiría incómoda. —Le dio un beso sobre el tatuaje y se incorporó para vestirse.

—Pau, no quiero que te vayas de mi cama, quiero que te quedes aquí —suplicó Namjoon. Le acarició la espalda con los dedos y bajó hasta la curva de su trasero. Su voz sonó ronca—. Dormir y hacer el amor, dormir y hacer el amor. Para siempre. Venga, es el mejor plan del mundo.

—¿Pretendes que vivamos en tu cama? —preguntó ella sonriente. Él asintió, alzando las cejas con un gesto que le resultó muy sexy. El teléfono volvió a sonar—. Deberías contestar.

Namjoon resopló. Se levantó de la cama completamente desnudo y fue en busca de sus pantalones. Sacó el teléfono de uno de los bolsillos y contempló el número. No le sonaba.

—¿Sí? —contestó. Una risita de suficiencia se dibujó en su cara al ver cómo Paulina se lo comía con los ojos. Ella se sonrojó y se abrochó los pantalones como excusa para apartar la vista.

—Buenas noches. Le llamo del hospital de Port Pleasant. Disculpe, pero ¿conoce a una mujer llamada Shin Hwa? —dijo una voz de mujer al otro lado del teléfono.

La sonrisa se borró del rostro de Namjoon.

—Sí. ¿Le ha ocurrido algo?

—Verá: ha ingresado hace como una hora. Parece que cayó por unas escaleras. En su teléfono aparecía este número como contacto en caso de emergencia, por eso le estoy llamando —informó la mujer.

—¿Y está bien?

—Lo siento, pero esa información solo puede facilitarla el médico que la está atendiendo.

—Gracias. Iré ahora mismo.

Colgó el teléfono y se quedó mirándolo.

—¿Qué ocurre? —se interesó Paulina.

—Era del hospital —respondió él. Sus ojos vagaban de un lado a otro, desenfocados—. Hwa ha sufrido un accidente y la han ingresado.

Paulina se estremeció. La invadió una oleada de celos y se sintió como una arpía. La chica podía estar herida y a ella solo le molestaba ver a Namjoon tan preocupado.

—¿Está bien? —preguntó, haciendo de tripas corazón.

Él sacudió la cabeza.

—No lo sé, no me lo han dicho. —Se pasó una mano por la cara, cada vez más nervioso—. Pau, sé lo que sientes por ella y no quiero que te enfades, pero... Debo ir al hospital. Ella no tiene a nadie, y ni siquiera sé si está bien o no.

Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora