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Namjoon se levantó de la cama deseando tener más tiempo para estar con Paulina, pero no lo tenía. Que ella le hubiera encontrado aceleraba sin remedio sus planes. La maldita espera llegaba a su fin. No tenía ni idea de qué pasaría después, aunque podía imaginarlo. De una forma u otra, su vida iba a dar un cambio en las próximas horas y no para bien.

Empezó a vestirse sin hacer ruido para no despertarla. Se puso los pantalones y sacó una camiseta negra de su bolsa. Cogió las llaves del Shelby y se las guardó en el bolsillo de los jeans. Le había pedido a Yoongi que se lo trajera unos días antes. Sabía que iba a necesitarlo ahora que su Mustang era un amasijo de hierros. Guardó la cartera en la bolsa y cerró la cremallera con sigilo, pero no fue suficiente, porque ella se removió en la cama.

—¿A dónde vas? —preguntó Paulina en voz baja.

—Tengo que irme —respondió él, controlando sus emociones.

—¿Por qué tienes que irte? —Se le encogió el estómago cuando él se dio la vuelta y pudo ver sus ojos, de nuevo inexpresivos.

Namjoon tomó la bolsa y se la colgó del hombro.

—Eso es asunto mío. Vete a casa y sigue con tu vida, Pau.

Ella pestañeó, confundida. Y se quedó helada cuando vio que se dirigía a la puerta.

—¿Aún quieres que rompamos? Lo que ha pasado esta tarde... Creí que...

Namjoon se giró hacia ella con los labios apretados.

—¿Qué creías? —le espetó de malos modos—. ¿Que por echar un polvo iba a cambiar de opinión sobre lo nuestro? Pues lo siento, pero no cambia nada —dijo, a sabiendas de que le estaba haciendo daño. La expresión de su cara le confirmó que no solo le estaba haciendo daño, la estaba destrozando.

—Un polvo —repitió ella avergonzada mientras se cubría el cuerpo desnudo con la sábana.

Él cerró los ojos y se vino abajo un instante.

—Lo siento. No quería que sonara así. Pero necesito que entiendas que se acabó. Esto que tenemos, sea lo que sea, no es bueno para ninguno de los dos. ¡Joder, tenía que haber sido más listo, haber pasado de ti como me aconsejaban todos!

Paulina se puso de pie con el corazón en un puño.

—¿Qué te pasa, Namjoon? ¿Por qué me tratas de este modo? Tú no eres así.

—¡Por supuesto que soy así, pero tú no quieres verlo! —explotó—. ¡Mierda, Pau, te lo advertí desde un principio! Soy un caso perdido del que es mejor que no esperes nada.

—No lo eres.

—No tienes ni idea. No me conoces. ¿Quieres saber de qué te estoy hablando? ¿Qué clase de persona soy? —gritó con ojos centelleantes. Ella asintió temblando de arriba abajo—. Mi hermano y yo pasábamos casi todo el tiempo encerrados en nuestro cuarto, mi madre nos obligaba a quedarnos allí sin hacer ruido para que mi padre no se fijara en nosotros. Pero no siempre lo lograba y... ocurrían cosas. Cuando Taehyung tenía cuatro años, mi padre lo obligó a dormir toda una noche en el patio, completamente solo. Estaba cansado de sus miedos nocturnos y de sus pesadillas, de que se despertara en medio de la noche y no le dejara dormir. Taehyung siempre estaba asustado, siempre lloraba; le daban miedo los golpes y los gritos, tanto como a mí. Esa noche, mientras le oía llorar acurrucado bajo la ventana, me prometí que lo protegería de toda aquella mierda. Yo era el mayor, ¿quién iba a protegerle si no lo hacía yo? No pude cumplirlo. A la noche siguiente le dio tal paliza que le dislocó un brazo. Entonces juré que no dejaría que mi padre volviera a tocarle...

Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora