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Namjoon se bajó del coche con ganas de golpear algo, o más bien a alguien. Se dirigió a la entrada de un bar elegante en el centro. Sus opciones de encontrarlo esa noche se agotaban. Al cruzar la puerta le hervía la sangre.

Solo necesitó un vistazo para localizarlo. Estaba junto a la barra con un par de sus amigos, vistiendo ropa cara y un peinado perfecto. Cruzó entre la gente que abarrotaba el local sin fijarse en nada. Sus sentidos no captaban la música alternativa que sonaba a través de los altavoces ni las luces estroboscópicas que parpadeaban en lugares estratégicos del techo. Todo su ser se centraba en Jung Hoseok.

Mantuvo la mirada fija en él mientras se acercaba con ganas de golpearle. La rabia que sentía hacía imposible que pensara con claridad.

Hoseok se dio la vuelta, alertado por uno de sus amigos. Su rostro adoptó una expresión cauta. Namjoon se le echó encima sin avisar.

—¿Creías que no me iba a enterar, imbécil de mierda? —gritó Namjoon—. Ha perdido el niño, ¿no es eso lo que buscabas?

Le dio un empujón en el pecho que lo estrelló contra la barra. Hoseok se enderezó, pero no a tiempo de evitar que un puño impactara contra su mandíbula.

—¿De qué estás hablando? —preguntó sorprendido y confuso. Se llevó la mano a la boca, la sangre le manaba del labio manchándole la camisa—. ¿Estás drogado? ¿Qué demonios te has metido?

—Voy a romperte hasta el último hueso —rió Namjoon con desprecio. Se lanzó sobre él. Los amigos de Hoseok lograron interponerse, pero Namjoon era imparable y se deshizo de ellos sin esfuerzo. La gente se apartó, protegiéndose tras las mesas—. Voy a hacerte pagar lo que le has hecho a Hwa.

Le dio otro empujón y Hoseok estuvo a punto de caer al suelo al tropezar con un taburete de la barra.

—¿A Hwa? ¿De qué hablas? Yo no le he hecho nada.

—Eres hombre muerto, Jung. Yo no necesito pruebas para saber que fuiste tú, y voy a encargarme de que lo pagues. —Soltó un derechazo que lo alcanzó en el costado.

Hoseok se dobló hacia delante, sujetándose las costillas. Se enderezó con los dientes apretados y lo miró con un odio patente y corrosivo.

—¿Te sientes muy hombre por darle una paliza a una chica? ¡Inténtalo conmigo, vamos! —lo provocó Namjoon.

Hoseok le clavó el hombro en el estómago y logró que cayera de espaldas sobre una mesa.

—Yo no he tocado a Hwa —masculló, sujetándolo por el cuello.

—Su cara dice lo contrario. ¡Joder, ese niño también era tuyo! —gritó Namjoon, apartándolo de un codazo.

—¿Y quién lo dice? —inquirió Hoseok. Sus ojos brillaron de ira—. Podría ser de cualquiera. No somos los únicos que se la han tirado, Kim. Ella es lo que se dice una chica fácil. Le gusta que le den.

—¡Hijo de puta!

Namjoon apretó los puños. 

Hoseok estiró los brazos para protegerse.

—Pégame cuanto quieras. Lo sabes tan bien como yo. Y aunque ese niño hubiera sido mío, ¿por qué iba a hacerle algo así? Joder, soy asquerosamente rico, podría mantener a una decena de niños.

—Quizá porque era un bastardo. Sería una mancha muy fea en tu vida perfecta.

—No soy tan frío como crees. Y... y no sé por qué te tomas este asunto tan a pecho. Ni que se tratara de Paulina. Si fuera ella lo entendería. —Hoseok entornó los ojos y lo miró con desconfianza—. ¿Estás jugando a dos bandas?

Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora