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Eran cerca de las once —dijo Jacob, el tipo del que Jake le había hablado a Namjoon—. Oí un fuerte golpe y al doblar la curva lo vi. Estaba empotrado contra el árbol. Entonces me di cuenta de que había otros dos coches.

—¿Dos? —inquirió Namjoon, confuso.

Jacob asintió completamente seguro y dio otro trago a su cerveza. No había un ápice de duda en sus ojos. Namjoon hizo un gesto al camarero para que le sirviera otra. 

—Vi un coche rojo de aspecto deportivo en medio de la carretera, y otro mucho más grande y oscuro, un Jeep o una furgoneta  que se incorporaba al asfalto a toda prisa. —Se encogió de hombros—. En un principio pensé que habían tenido algo que ver, que se asustaron, y huyeron de allí en cuanto se dieron cuenta de que yo me acercaba. O que simplemente vieron lo que pasó y se largaron para no tener que contestar preguntas. No lo sé.

Namjoon se pasó una mano por el pelo. Se terminó toda la bebida de un trago y dejó el vaso sobre la barra. Se quedó mirando las gotitas que resbalaban por el cristal. —¿Qué clase de deportivo?

—Podría ser cualquiera —respondió Jacob—. No pude verlo bien, lo siento.

Namjoon asintió con los labios apretados. El pecho le subía y le bajaba con cada inspiración brusca y dolorosa.

—¿Se lo contaste a la policía?

—Claro, un par de agentes me tomaron declaración allí mismo. ¡Joder, hasta me hicieron la prueba de alcoholemia! Pero esa noche yo iba tan sobrio como un bebé. Mira, la verdad es que ni siquiera tomaron nota de nada de lo que les dije. Cuando les hablé de los dos vehículos, me miraron como si estuviera loco. Me pidieron mi número de teléfono por si necesitaban contactar conmigo, pero no lo hicieron. Fin de la historia.

Namjoon inclinó la cabeza y lo miró a los ojos.

—Gracias por hablar conmigo. Aunque no lo creas, me has ayudado.

—Jake me ha dicho que el chico era tu hermano. Seguramente no te sirva de nada, no cambia el resultado, pero no creo que sufriera. Apenas pasaron dos minutos desde que se estrelló hasta que llegué a él. Ya no respiraba. No sufrió. 

Namjoon sonrió y le dio una palmada en la espalda.

—¿Volverías a contar esto si te lo pidiera?

—Donde sea y ante quien sea —aseguró Jacob.

—Gracias —dijo Namjoon. Sacó su cartera del bolsillo, pero Jacob lo detuvo con una mano.

—No he hablado contigo por dinero. Soy de los que creen que la vida te devuelve los favores. Espero que, si algún día necesito un favor, haya alguien dispuesto a echarme una mano.

Namjoon sonrió agradecido, y se despidió con un apretón de manos. Abandonó el bar y cruzó el aparcamiento en busca del coche.

—¡Eh! —exclamó Jacob desde la puerta. Namjoon se dio la vuelta y observó al hombre mientras corría hacia él—. No crees que fuera un accidente, ¿verdad?

Namjoon no contestó y entornó los ojos. Jacob se detuvo a su lado y escrutó los alrededores antes de volver a hablar.

—No sé, pero es posible que tengas razón. Tu hermano tenía moretones en la cara y en los brazos y sangre seca en el pelo y en la ropa. No soy un experto, pero dudo que se los hiciera al chocar contra el árbol. Es imposible que tuviera ese aspecto tan solo dos minutos después. Y... ahora... lo de esos coches allí ya no me parece tan normal. No lo había pensado hasta este momento.

Namjoon se quedó mudo. Apretó los dientes y las aletas de su nariz se dilataron. —Gracias por decírmelo.


Limits- KNJDonde viven las historias. Descúbrelo ahora